Opinión

En el escrito anterior terminamos afirmando que el Estado es el mayor compromisario para conseguir el ejercicio de una minería responsable. ¿Por qué lo decimos?

Primero, porque el Estado es el dueño y solo habrá extracción mineral si el dueño lo permite, y segundo, independiente de otros factores, es de derecho constitucional que para el ejercicio de una minería responsable es absolutamente imprescindible tomar en cuenta dos cuestiones fundamentales que impactan directo en la sociedad: Por un lado, el adecuado manejo ambiental de la explotación, y por otro, el carácter no renovable de estos recursos.

En relación a la cuestión ambiental, el Art.67 de la Carta Magna expresa lo siguiente: “En los contratos que el Estado celebre o en los permisos que se otorguen que involucren el uso y explotación de los recursos naturales, se considerará incluida la obligación de conservar el equilibrio ecológico, el acceso a la tecnología y su transferencia, así como restablecer el ambiente natural, si este resulta alterado”.

Pero ya antes, en el Art.17, la Constitución establece que: “Los yacimientos mineros y de hidrocarburos y, en general, los recursos naturales no renovables, sólo pueden ser explorados y explotados por particulares, bajo criterios ambientales sostenibles, en virtud de las concesiones, contratos, licencias, permisos o cuotas, en las condiciones que determine la ley”.

Cuando pienso en los recursos renovables, siempre me acuerdo del impacto que produjo en mi vida la visita que hiciera -una fría mañana del mes de enero del año 1999- a un proyecto cooperativo que tiene a su cargo la administración de un bosque natural, en Kioto-Japón. Me explicaron que tenían registrado cientos de años de explotación de su bosque, pero increíblemente siempre permanece tan denso como antes, porque además de ser un recurso renovable, los beneficiarios se organizaron desde siempre para ejercer una explotación racional y sostenible. Ellos no le sacan al bosque más de lo que el bosque da, pero no cesan de estudiar y aprender como agregarle valor a los productos y subproductos de su bosque.

¿Puede hacerse lo mismo con la explotación de minerales, que son recursos no renovables? De ningún modo. Después que el Oro, la Plata, el Cobre, el Hierro, el níquel, la bauxita y cualquier otro mineral ha sido extraído de su depósito y forma natural, no hay manera de volverlo jamás a ese lugar.

De ahí la responsabilidad del Estado con respecto a la explotación minera y las generaciones futuras. Porque si bien es cierto que toda la riqueza que existe en el subsuelo es del Estado, éste no es más que la representación organizada de la sociedad, y la sociedad a su vez está compuesta por la gente que vive hoy, pero también por las generaciones que estarán aposentadas en el mismo territorio en los años por venir. (Continuaremos)

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