Hablan los hechos

El ascenso al poder de Ulises Hereaux a fines del siglo XIX, constituyó un revés importante para la clase intelectual que planteaba ideas liberales para la consolidación del proceso de construcción de la República.

La transformación y auge de la actividad económica del país a partir del año 1875, creó un sentimiento nacional y de propiedad característico del sistema capitalista en su fase embrionaria, contrario a la representación conservadora del campesinado que había asumido Buenaventura Báez, el caudillo del Partido Rojo.

Sin embargo, la transformación de Ulises Hereaux, que llegó de manos del Partido Azul al poder, convertido en un déspota y creador de una brutal dictadura, impidió el desarrollo económico de una clase de propietarios y manufactureros que dieran sentido político a estas ideas.

Lilís, con sus acciones, enterró la posibilidad de desarrollo de las estructuras sociales y económicas, que debían servir para sostener la democracia de corte liberal por la que abogaban los intelectuales de la época.

Al morir el dictador en Moca en 1899, la República tenía una acentuada la practica caudillista, con un liderazgo fragmentado y sobretodo, era un país dependiente de los tenedores de bonos europeos y los Estados Unidos.

El inicio del siglo XX es una época de gran inestabilidad política: el Vicepresidente Wenceslao Figuereo asume la presidencia por solo un mes y algunos días cuando renuncia y es sustituido por un Consejo de Estado que solo gobierna un día.

Horacio Vazquez es nombrado Presidente de la República (dura 4 meses), al mismo tiempo gobierna una Junta de Gobierno presidida por Mariano Cestero (duró cuatro días).

El mismo Horacio Vazquez organiza unas elecciones que gana Juan Isidro Jimenez, pero dos años después, Vazquez de levanta en armas contra el gobierno, depone a Jimenez y se nombra Presidente por un año.

Los remanentes del «lilisismo» se levantan en armas e imponen a Alejandro Wos y Gil como Presidente, quien a su vez es derrocado por la revolución Unionista de bolos y coludos, que lleva a la Presidencia a Carlos Morales Languasco, hasta que en diciembre de 1905 asume la Presidencia Ramón Cáceres (Mon), uno de los participantes en el magnicidio de Hereaux.

El Caudillismo

El atraso en términos de desarrollo económico y social de la República Dominicana de principios de siglo, determinaron la imposibilidad de construir un sistema democrático liberal, el país siguió, en cambio, el camino de la mayoría de las naciones sudamericanas, asumiendo el caudillismo como solución politica.

El caudillismo es la respuesta personal, a la imposibilidad de crear un estado de derecho donde todos sean iguales ante la ley.

Este fenómeno, extendido por toda América latina, otorga la preeminencia a una persona, antes que a los instituciones.
El caudillo es quien, como un Mesías, se plantea la solución personal a todos los problemas que afectan a una nación.

La mayoría de las veces refuerzan la identidad nacional y se apoyan en militarmente en una fuerza armada que defiende su poder.

Este es un fenómeno político parecido en sus raíces al absolutismo, por lo que es profundamente conservador, aunque en principio, por su retórica, pueda causar alguna confusión al plantearse soluciones progresistas a problemas históricos, siempre termina con el culto a la personalidad y endiosamiento del caudillo.

El caudillo al ser cabeza y líder en lo personal, tiende a confundir los intereses colectivos con los suyos propios; es autoritario por naturaleza, ya que, no permite competencia alguna que cuestione su autoridad.

Ademas el caudillo termina ejerciendo el poder de modo dictatorial, represivo y excluyente para todo aquel que se entienda opositor a sus designios.

Este fenómeno acompañará la historia de la República Dominicana durante todo el siglo XX, reforzando las bases conservadoras sobre las que se han construido nuestras instituciones.

Desde Mon Cáceres hasta Trujillo

En 1906 Ramon Cáceres asume la Presidencia de la República y se visibiliza la presencia de los Estados Unidos en nuestra política interna.
Años antes, el problema de la deuda externa dominicana con tenedores de bonos dominicanos había sido resuelto bajo el acuerdo denominado «modus vivendi», que nombraba un interventor en las aduanas dominicanas y el reparto de los ingresos entre el gobierno y los acreedores.

El gobierno de Theodore Roosevelt en 1907, ya avanzados los trabajos en el Canal de Panamá, procedió a comprar la deuda completa de la República Dominicana en Europa, para cubrir una necesidad geopolítica, de modo que no hubiera ningún tipo de intervención de una nación del viejo continente en la Antillas y procedió a negociar la Convención Dominico- Americana, por medio de la cual se entregaban las aduanas dominicanas a los Estados Unidos hasta que se saldara la deuda contraída.

Esta intervención económica fue realizada en la época de auge y expansión de la nación norteamericana por todo el continente.

Las relaciones de Mon Cáceres con los Estados Unidos eran excelentes, disponiendo medidas que favorecían los intereses de las empresas norteamericanas y su gobierno.

Cabe destacar la exoneración de impuestos a las empresas azucareras norteamericanas, las cuáles se instalaron en el país, ocupando miles de tareas de terrenos de vocación agrícola, lo que produjo descontento entre los productores dominicanos que eran, en cambio, gravados con diferentes tasas arancelarias.

El Presidente Cáceres ejerció el poder como un caudillo autoritario, organizó un ejercito que reprimía y perseguía a sus opositores, la Guardia Republicana, mas recordada como «la guardia de Mon».

Cayó asesinado en 1911 en la Capital y durante los cuatro años siguientes el caos se apoderó de la nación.

Ocho presidentes diferentes asumieron en ese periodo, de los cuáles solo dos lo hicieron por la vía constitucional.

Intervención Norteamericana

A la caída de Mon Cáceres, los Estados Unidos se convirtieron en el arbitro de la política dominicana.

La guerra civil comenzó con el enfrentamiento de Alfredo Victoria (horacista), jefe del Ejercito y Desiderio Arias (jimenista), lo que llevó al gobierno norteamericano a intervenir directamente en la crisis, ya que, Arias había ocupado las aduanas fronterizas y los haitianos habían invadido parte del territorio dominicano.

Ademas de nombrar un contralor para las aduanas, el Presidente Woodrow Wilson, envió a un representante a dar un ultimatun a los dominicanos: tenían que ponerse de acuerdo y deponer las armas, ademas de elegir a un Presidente aceptado por todos, ya que su gobierno, no permitiría mas revoluciones en el territorio dominicano.

Resultó electo Juan Isidro Jimenes, que también fue víctima de un levantamiento militar en 1916 de parte del Secretario de Guerra Desiderio Arias, lo que dió lugar, entre otras cosas al desembarco de los Marines norteamericanos en 1916.

Resultados políticos

Este relato atropellado y caótico, da una idea de la situación interna del país y la importancia que para los intereses de la potencia continental emergente tenía este territorio.

Estados Unidos tenía tropas desde 1915 en territorio haitiano, ocupaba Puerto Rico, como resultado de la guerra Hispano-Americana de 1899 y no iba a permitir la inestabilidad en la República Dominicana, cuando quería mantener alejadas del continente a las potencias europeas.

Ademas de imponer la organización del país en términos administrativos, la ocupación norteamericana tuvo dos efectos de consecuencias políticas que sobrepasaron sus 8 años de duración.

La sustitución de la Guardia Republicana de Ramón Cáceres, por una Guardia Nacional hecha a imagen y semejanza del Cuerpo de Marines, de ella, compuesta en su mayoría por personas humildes y desempleados, surgiría posteriormente Rafael Leónidas Trujillo.

La segunda consecuencia, fue la resistencia nacionalista que se expresó por diversas vías en contra de la invasión.

Los intelectuales de mayor peso de la República, se unieron para pedir la desocupación ¨Pura y Simple¨ del país de parte de los soldados extranjeros: Federico Henríquez y Carvajal, Emiliano Tejera, Fabio Fiallo, Max Henriquez Ureña, Américo Lugo, Enrique Apolinar Henriquez y muchos otros.

El pensamiento y acción política por medios cívicos, estuvo centrada entonces en el pedido de retirada de las tropas interventoras, lo cual se logró con la firma del Tratado Hughes-Peynado en 1922.

La lucha armada en contra de los norteamericanos la encabezaron los llamados Gavilleros, fuerzas irregulares que enfrentaron a los Marines y no fueron vencidas hasta que intervino la nueva Guardia Nacional.

Vuelta de los caudillos

El Tratado Hughes-Peynado, estipulaba la elección por consenso de un Presidente provisional, lo que recayó en la persona de Juan Bautista Vicini en 1922, quien a su vez entregó el poder a Horacio Vasquez, que resultó electo en las elecciones de 1924.

Vasquez realizó un gobierno personalista, de típico corte caudillista, aunque dando cierta estabilidad a la política interna del país.

Sus últimos dos años de mandato se caracterizaron por los cuestionamientos a la prolongación de su mandato y la consecuente división de su base política de apoyo.

Como todo gobierno organizado alrededor de una personalidad, a medida que su estrella se apagaba fruto de la enfermedad enfermaba, la balanza del poder se inclinaba a un nuevo caudillo que acechaba en las sombras.

Nótese la poca importancia que damos en este relato a la preeminencia del pensamiento conservador en los primeros 30 años del siglo XX.

El caudillismo es tan parecido al absolutismo, que no creemos necesario abordar a profundidad los tipos de gobierno que fueron la regla en nuestro país, ya que por definición son conservadores por su propia naturaleza.

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