Opinión

Los gobiernos que están perdiendo la lucha contra la criminalidad deberían estudiar con detenimiento las estrategias exitosas implementadas por los líderes de ciudades y países que han logrado controlar la delincuencia y mejorar la seguridad ciudadana.

Las ciudades de San Diego, Boston y Nueva York, en Estados Unidosde América, desarrollaron programas de seguridad que bajaron las tasas de homicidios de manera significativa. Lo propio ocurrió en naciones latinoamericanas como Nicaragua, Colombia, Brasil y El Salvador.

San Diego, California, sufrió un aumento del delito más pronunciado que el resto del país durante los años 1980 y su descenso fue también más pronunciado desde entonces. El éxito fue especialmente claro en materia de homicidios, cuyo total descendió en más de dos terceras partes entre 1991 y 2008, pero también disminuyó la tasa del conjunto de delitos violentos en más de la mitad y que los delitos contra la propiedad, aunque aumentaron a principios de la década del 2000, volvieron a descender durante los últimos años.

San Diego ocupa un puesto entre las diez ciudades seguras de Estados Unidos. Cuenta con el menor número proporcional de agentes: 1.6 por mil habitantes, mientras que Nueva York tiene 4.61, Chicago 4.63 y Los Ángeles 2,36. Es un caso de éxito incuestionable.

La ciudad de Nueva York aplicó la estrategia denominada “Tolerancia Cero” para disminuir de manera efectiva la incidencia del delito en la Gran Manzana, pero lo hizo a base multiplicar por tres el número de personas en la cárcel y de estigmatizar a las minorías.

Entre 1993 y 1996 la cantidad de detenciones disminuyó en un 15% en San Diego, mientras que aumentaba en un 24% en Nueva York. En 1996 en el apogeo del programa “Tolerancia Cero” se arrestaron en esa ciudad 314 mil 292 personas. Sólo el número de arresto por infracciones menores en materia de drogas se duplicó, pasando los mil arrestos por semana. En tanto que las quejas contra la policía bajaron 10% en San Diego, subieron en un 60% en Nueva York.

Bill de Blasio, alcalde de Nueva York, anunció que 22 mil oficiales de policía de la ciudad serán sometidos a un proceso de reentrenamiento, luego de que uno de sus agentes, Daniel Pantaleo, estrangulara a Eric Garner, un indefenso afroamericano de 43 años que se dedicaba a la venta ambulante de cigarrillos para mantener a sus seis hijos. Las calles de Manhattan fueron ocupadas durante varias noches por una oleada de manifestantes que protestaban por la decisión del Gran Jurado de Nueva York de no formular cargos contra el policía blanco que colocó su brazo alrededor del cuello de Garner con una llave prohibida que le provocó la muerte. Durante once veces dijo que no podía respirar por la presión que Daniel Pantaleoejercía en su cuello. La indignación se apoderó de los ciudadanos debido a que el acto de brutalidad fue grabado por la cámara del celular de un transeúnte y difundido a través de las redes sociales. Las protestas se extendieron a las ciudades de Chicago, Boston, Washington, D.C., Nueva Orleans y Oakland, California.

En Boston, la operación “Cese del Fuego”, logró hacer descender el número de homicidios a fines del año 1990, en sólo doce meses, en dos terceras partes. Se formó un grupo de trabajo con representantes de todas las agencias que tenían que ver con el delito, y de las principales entidades comunitarias. Los autores fueron ganando confianza unos con otros, y reconociendo la necesidad de trabajar en conjunto. Se puso énfasis en suprimir la circulación de armas. Por otra parte se trató de hablar con las mismas bandas de jóvenes, a través de instituciones como las iglesias, para abrirles oportunidades de opciones positivas para su futuro, al mismo tiempo de transmitirles la firmeza de la decisión comunitaria de reducir fuertemente el delito, y los riesgos que corrían quienes no aprovecharan esta oportunidad de “Cese de Fuego”.

En El Salvador, las autoridades dejaron a un lado las leyes de “mano dura” y “supermano dura”, lo que trajo como consecuencia el alza los homicidios y la población carcelaria en esa nación centroamericana, para negociar con los líderes de las maras encarcelados un acuerdo para reducir la criminalidad en esa ciudad. El arriesgado pacto surtió efectos inmediatos al reflejar un sostenido descenso de las tasas homicidios.

En Nicaragua, a diferencia de otros países de la región centroamericana, la violencia juvenil ha sido enfrentada desde 1990 con políticas de prevención, en lugar de medidas de represión, denominadas “mano dura”.

últimas Noticias
Noticias Relacionadas