Hablan los hechos

De un tiempo a esta arte China viene realizando esfuerzos con miras a convertir su moneda, el yuan, en divisa de referencia mundial como reserva y para operaciones comerciales. Con esto en mente el gigante asiático ha tenido diversas iniciativas, como la firma de acuerdos comerciales bilaterales con diversos países que prevén el uso de las monedas nacionales como medio de pago o la creación de entidades financieras como el Nuevo Banco de Desarrollo del grupo BRICS, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura y el Fondo de la Ruta de la Seda, entidades que prescindirán del uso del dólar como divisa de referencia.

En adición a esto Beijing ha pretendido que su moneda adquiera reconocimiento internacional mediante la firma de acuerdos con diversos centros financieros en el exterior para la emisión de bonos en yuanes y ha abierto su mercado bursátil a la inversión de compañías extranjeras.

A finales del 2011 el Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional se reunió de forma extraordinaria para examinar la petición de China de incorporar el yuan a la cesta de divisas de la institución con la que se determina el valor de los Derechos Especiales de Giro (DEG), un activo de reserva internacional del FMI que puede intercambiarse por moneda de libre uso.

La cesta de divisas del FMI actualmente está conformada por cuatro monedas: dólar, euro, libra y yen. El valor ponderado de estas monedas se estableció en el 2010 en 41,9%, 37,4%, 11,3% y 9,4 % respectivamente, tomando en consideración su importancia en el comercio mundial y en las reservas internacionales de los distintos países.

Aunque China es la segunda economía del mundo y la principal potencia comercial a nivel planetario, el Directorio Ejecutivo del FMI determinó que el yuan no reunía las condiciones necesarias para ser incluida en su cesta de divisas debido a que la potencia asiática no permite el libre flujo de capitales y la flotación libre de su divisa. Se entiende que un tipo de cambio manipulado es una vía de acceso a Derechos Especiales de Giro más baratos.

Actualmente corresponde al Banco Popular de China la fijación del tipo de cambio del yuan. Además, en el país asiático existen restricciones al flujo de capitales desde y hacia el país con el propósito de impedir la fuga de dinero y el ingreso de capitales especulativos.

Para sorpresa de muchos la potencia asiática decidió dar un giro radical en su política emprendiendo la ejecución de un programa de liberalización de su mercado con la meta de cumplir los requisitos para incluir el yuan en la cesta de divisas del FMI, lo que aumentaría su demanda en todo el mundo y lo apuntalaría como moneda de cambio y de reserva.

China busca la forma de deshacerse de parte de sus reservas en otras monedas para estar menos expuesta a su volatilidad, sobre todo del dólar, que ha estado sometido a constantes fluctuaciones debido a la gigantesca deuda de Estados Unidos.

El cambio que pretende lograr china en el sistema mundial de divisas repercutiría el peso de otras monedas y sin duda afectaría la hegemonía del dólar en la economía global.

Según anunció el gobernador del Banco Popular Chino, Zhou Xiachuan, el propósito del gigante asiático es que el Directorio del FMI incluya el yuan en su sesta de divisas en la próxima reunión en la que el Directorio del FMI habrá de analizar el peso de las monedas que la componen. El Directorio del FMI se reúne ordinariamente con ese propósito cada cinco años. La próxima sesión debe celebrarse a finales de este 2015.

Aunque Alemania y el Reino Unido han dado su visto bueno a la incorporación del yuan a la cesta de divisas del FMI, habrá que ver cómo valorará el Directorio del organismo el alcance de las reformas del país asiático, impulsadas en un contexto ralentización de su economía.

Los economistas más reputados coinciden en señalar que las autoridades chinas cometieron el error de iniciar la liberalización del mercado al tiempo que ejecutaban un ambicioso programa de estímulos monetarios que terminó sobrecalentando las bolsas y generando serias dudas sobre el desempeño de la economía en su conjunto.

A todo esto se sumó el temor a una eventual subida de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos, que según se anunció podría producirse en el mes de septiembre de este año. Desde el FMI y el Banco Central Europeo se ha advertido que tal decisión se traduciría automáticamente en volatilidad, pues la economía global todavía se encuentra débil. De ahí la sugerencia de que tal decisión se posponga para el año entrante.

La inestabilidad del mercado bursátil chino y su repercusión a nivel global puso en evidencia el riesgo que esto entraña para el crecimiento de la economía mundial. La apreciación del dólar que se produjo a consecuencia de las medidas adoptadas por Beijing para contrarrestar la crisis ha tenido especial repercusión en el valor de las monedas de los países emergentes, que también han sido los más afectados por la caída en los precios de los commodities.

Tal es el caso de Brasil, cuya economía se contrajo en 1,9 % en el segundo trimestre en comparación con los tres primeros meses del año. El agravamiento de la situación económica del gigante del sur, la octava economía del mundo, añade combustible al fuego de la inestabilidad política que también le afecta.

En el caso de Rusia, otro de los emergentes severamente afectados y que también figura entre las principales diez economías más grandes del planeta, las nuevas dificultades se añaden a las sanciones económicas que le ha impuesto Occidente.

La economía norteamericana ha mejorado más de lo esperado. Según el Departamento de Comercio, el PIB de Estados Unidos creció 3,7% en el segundo trimestre del año. Sin embargo, la apreciación del dólar pudiera frenar ese despegue y obligar a la FED a reconsiderar su decisión de aumentar los tipos de interés.

Por cierto, los mercados han reaccionado positivamente ante la posibilidad de que la FED mantenga su política monetaria expansiva, pues esto calma la preocupación derivada de la desaceleración económica china. Los capitales, que fluyeron hacia las economías emergentes con el estallido de la crisis de 2008, ahora regresarían a Estados Unidos atraídos por una mayor rentabilidad de los bonos norteamericanos.

Es una verdad de Perogrullo que las economías de Estados Unidos y China arrastran a las demás. Siendo así, habría que convenir en la necesidad de alguna coordinación. Sin embargo, da la sensación de que eso es lo que menos interesa, porque a veces lo que es evidentemente malo para la economía conviene a la geopolítica, que por estos días añade mucha incertidumbre al contexto del desempeño económico global.

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