Opinión

Aunque se dijo, y se repitió, que había llegado el fin de las ideologías, el fin de la historia ideológica (Fukuyama, Director Delegado del Cuerpo de Políticas del Departamento de Estado, EE.UU), estamos en un verdadero debate ideológico.

En Brasil el ex presidente Lula Da Silva, en una misiva dirigida al Papa, 30 de agosto pasado, lo dice así:

“Quieren (las fuerzas políticas conservadoras que destituyeron a Dilma) a todo costo comandar el Estado para apoderarse del patrimonio nacional, como ya empieza a suceder con las riquezas petrolíferas en aguas profundas, así como desarmar la red de protección a los trabajadores y a los pobres que fue ampliada y consolidada en los últimos 13 años”.

El Papa respondió el pasado sábado 3 de septiembre pidiendo rezar por Brasil en este “momento triste” y duda ir, como lo prometió en 2013.

Justamente, hará dos años (13/10/2014) que en un artículo que publiqué en este mismo medio, titulado: “BRASIL, PETROLEO Y FUERZAS PROGRESISTAS”, afirmé:

“En Brasil… Petrobras es la empresa del Estado destinada a explotar su reserva probada de extracción rentable. De 96 países con esta riqueza comprobada, Brasil era el número 18 en 2009 con 12 mil 620 millones de barriles. Hacia el 2011-12 se reveló la existencia frente a las costas de Río de Janeiro de una reserva probada a ser explotada con tecnología moderna estimada en 12 mil millones más, para doblar la cantidad. Esta reserva, comprometida por contrato e inversión, es propiedad de Petrobras 40%, Shell (anglo-holandesa) y Total (francesa) 20% cada una, y dos empresas chinas con el 10% cada una”.

En Brasil el debate ideológico es por el control del Estado brasileño, dueño del petróleo, entre una fuerza progresista (PT, fundado por Lula) y el sector conservador ahora gobernando después del golpe de estado a Dilma.

Venezuela, a su vez, se sitúa entre los primeros países del mundo en reserva petrolera explotable, con 316 mil millones de barriles. Igual su debate interno enfrenta fuerza populista progresista gobernante y una coalición de fuerzas conservadoras también populista.

El hecho de que en Venezuela el debate ideológico sea entre fuerzas populistas (de izquierda y de derecha), hace que la confrontación sea involucrando a la población y exhibiendo lenguajes duros amenazantes y ruidoso. El ruido se lleva al plano internacional con el apoyo de medios importante de los EE.UU y Europa.

EE.UU, aprovechando el alto precio internacional del barril de petróleo, estimuló a sus empresas a extraer petróleo en su territorio con tecnología de fractura hidráulica (fracking). Esta tecnología inundó el mercado para afectar a Venezuela y Rusia; pero eso desplomó el precio del barril y llevó a la quiebra a la mayoría de estas empresas.

En 2013 se utilizaba en 17 estados, con más de 80.000 pozos perforados o aprobados desde 2005; en 2012 un billón de litros de fluido tóxico generado; 480 mil toneladas métricas de aire contaminado en un año; un billón de litros de agua dulce empleada desde 2005; 146 mil hectáreas de terreno degradado; 100 millones de toneladas métricas de equivalentes de CO2 desde 2005.

Como se ve, la lucha ideológica actual está centrada en la actividad económica; sus efectos no deben descuidarse por partidos gobernantes, sin importar su apoyo popular.

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