Medio Ambiente

Londres, Madrid, México DF, Pekín y Santiago de Chile no son únicamente ciudades grandes y modernas, también tienen graves problemas de contaminación ambiental debido básicamente a las emisiones del transporte.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2014 nueve de cada diez personas vivían en zonas sobre los límites recomendados de calidad del aire.

El transporte, que consume el 27% de la energía mundial y el 60% de todo el petróleo, además de ser considerado el mayor responsable del cambio climático, deberá reinventarse para impedir que el planeta se caliente un máximo de 2ºC este siglo, según lo concertado en 2016 por 125 países en el Tratado de París.

Vehículos eléctricos, gas natural, satélites y GPS para apoyar en el control del tráfico es tecnología capaz de ayudar, pero el camino puede ser largo y complejo.

Latinoamérica cuenta con un 80% de población urbana y en los últimos 6 años ha vivido un período de recesión económica que impacta los presupuestos locales y las inversiones en infraestructuras.

A pesar de ello, la definición de prioridades y sencillas soluciones ha traído interesantes novedades.

Durante el último año, Bogotá ha empezado a destinar casi la mitad de su presupuesto al transporte, con el 80% en el transporte masivo sostenible, ha explicado el Secretario de Movilidad, Juan Pablo Bocarejo.

A pesar de tener uno de los sistemas más usados en el mundo, Autobús de Tránsito Rápido (BRT), el Transmilenio, y de ser una ciudad en la que únicamente el 16% de los trayectos se realizan en medios individuales de transporte, la capital aún padece embotellamientos y contaminación.

La situación ha obligado a la ciudad a medidas como sacar de la circulación a la mitad de los vehículos y especializar calles para peatones y ciclistas, además de confeccionar nuevos proyectos tras la disminución de los tapones. “nuestro plan es que el 80% de la población viva a menos de 1 km del transporte público”.

En Buenos Aires, el crecimiento urbano reúne unos 13 millones de personas en el área metropolitana. Gran parte de esta población es transportada por unos 18.000 autobuses, el medio mayormente utilizado, y que cubre el 80% de los trayectos.

El secretario de Obras del Ministerio de Transportes argentino, Manuel López Menéndez, ha resaltado un proyecto piloto de flotas menos contaminantes; “la iniciativa comenzará con 50 autobuses eléctricos, lo que exigirá ajustes en términos de infraestructura y las operaciones del sistema”.

Estos vehículos podrían estar en funcionamiento 9 o 12 meses.

El uso de vehículos “limpios” (eléctricos o movidos con gas natural) es fundamental para recortar las emisiones de CO2 y minimizar el impacto del transporte en el clima, sin embargo necesita gran atención de los expertos en políticas del sector. Ha de tenerse en cuenta la realidad local y pensar, por ejemplo, en la fuente de energía idónea para la ciudad o el país en cuestión.

Si un país realiza una inversión en autobuses que funcionen con gas natural, pero no tiene acceso a este recurso, puede acabar generando más emisiones de carbono.

Otro ejemplo está en los vehículos que funcionan a través de batería, el municipio que se haga con estos autos deberá planear la forma en que se conecten a la red eléctrica para que no haya sobrecargas.

Para María Cordero, experta en transportes del Banco Mundial, “la implementación de una tecnología no significa que la movilidad urbana será automáticamente sostenible. El reto de pasar a tecnologías limpias será menor si los sistemas de transporte como un todo son más eficientes”.

Fortaleza, la quinta ciudad más poblada de Brasil, “tiene tantos problemas que muchas personas todavía no se preocupan con el desarrollo sostenible”, según explica el exsecretario ejecutivo de Conservación y Servicios Públicos, Luiz Sabóia.

A pesar de ello, la ciudad ha conseguido desarrollar dos inventarios de emisiones de efecto invernadero debido a los transportes y constituir una meta de reducciones para el sector: 20% para el 2030.

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