Opinión

De los grandes Próceres Republicanos de nuestra historia, la figura más patética y dramática que consterna por su final, es Francisco del Rosario Sánchez, indiscutible Héroe del 27 de febrero de 1844. Hombre de ideas y acción que, al igual que Duarte, Mella, Cabral, Pimentel, Manzueta, Adón y otros, ostenta los laureles de la doble proceridad. Pero esta figura, expresión auténtica de la dominicanidad, una de las más definidas, es trascendente no solo por su origen social, sino también por la trayectoria de su vida, matizada por su militancia política partidista de notorios errores, pero firme y decidida en su vocación patriótica, republicana y revolucionaria. Valiente, temerario e ingenuo fue el comportamiento como militante de la vida política cotidiana. Su conducta como hombre público fue honesta, incorruptible e inmaculada.

Nació Francisco del Rosario el 9 de marzo de 1817, en la ciudad de Santo Domingo, hijo de Narciso Sánchez, de ocupación tablajero y de Olaya del Rosario. Poco se sabe de su niñez y adolescencia, como de la mayoría de los hombres públicos de su época. En los primeros años de su juventud se dedicó al oficio de artesano. Aparece en documentos públicos de entonces como “peinetero en concha”, aunque para 1839 figura como escribiente, firmando documentos y actos del Estado Civil. Con Duarte, Pina y otros jóvenes capitaleños compartían las prédicas y lecciones del padre Gaspar Hernández, y aunque no aparece como asistente a la primera reunión de la fundación de la “Trinitaria”, se le tiene como promotor y organizado en ella y junto a Mella como uno de los más entusiastas activistas de la causa republicana. Su padre llamado popularmente Narcisazo, de natural y profunda inteligencia, estaba considerado por las autoridades haitianas como un peligroso enemigo de la ocupación.

En las actividades conspirativas del coherente grupo patriota, republicano, revolucionario y anticolonialista, organizado alrededor de las prédicas de Juan Pablo Duarte, luego de la fundación secreta “Trinitaria”, Sánchez, mostró sus condiciones de organizador y dirigente, demostrando que tenía las virtudes y cualidades necesarias para convertirse en el segundo jefe de ese Movimiento. Ausente Juan Pablo del país, asumió la dirección del movimiento que había entrado en su última y más peligrosa etapa, y para los primeros días de enero de 1844, redactó Sánchez el manifiesto de independencia que fue publicado con fecha del 16 de ese mes y aceptando la petición de Mella ese documento le fue enviado a Tomás Bobadilla para su corrección. La noche del 27 de febrero después del trabucazo disparado por Matías Ramón Mella, marcharon junto a los demás, Sánchez y Mella, hacia la puerta de «El Conde». Y en ese bastión militar que estaba ocupado por soldados haitianos, el aguerrido grupo republicano, tal vez al filo de la media noche, proclamó la separación y el nacimiento de la república.

Fueron las manos juveniles de Francisco del Rosario Sánchez que izaron la bandera nacional, invocando el lema inmortal del «Dios, Patria y Libertad». Este Héroe, Prócer de la Independencia y La Restauración de la república fue hecho prisionero en San Juan de la Maguana, cuando Pedro Santana había proclamado la anexión y traicionado la soberanía, independencia y dignidad de nuestro pueblo. Hermoso ejemplo dio Sánchez de valor, dignidad y sacrificio. Murió fusilado el 4 de julio de 1861 en el cementerio de San Juan de la Maguana y entró definitivamente en la inmortalidad como ejemplo inigualable de nuestra historia.

últimas Noticias
Noticias Relacionadas