Opinión

“Ná’ e’ ná, y tó’ e’ tó’” es una expresión popular que define desvalorizar; equivale a cualquierización, de cualquiera, y se asemeja a cambalache. Son formas peyorativas de definir conductas bajo condiciones poco claras o que involucran a elementos de escasa integridad.

Aquel tango, Cambalache, musica y letra de Enrique Santos Discépolo (1933), popularizado por Carlos Gardel, se adecúa a esa cualquierización:

“Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador… ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! Lo mismo un burro que un gran profesor.

No hay aplazaos ni escalafón, los ignorantes nos han igualao. Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, Rey de Bastos, caradura o polizón…”.

Una organización que ha asumido una causa progresista, no puede ser un cambalache, tampoco cualquierizarse ni entender que “ná’ e’ na’ y tó’ e’ tó’”. Ganar elecciones por ganar, llevar personas a cargos públicos de elección popular o dirigentes sin conocer sus objetivos generales y que el dinero sea el que decida, es cualquierizarse.

Ante la afirmación de cualquierizar al PLD, hubo comentarios de escribidores y parlanchines de medios, que no les gustó; entre ellos eternos antiboschistas. Les molestó como si les picaran las pequeñas espinas que tienen las pelusas de una planta llamada fogaraté, que causan irritación en la piel.

Uno de ellos, décadas atrás, cubría información política en un medio importante del país, fue enviado a cubrir un evento del PRD; él era majlutista y dió por un hecho de que Jacobo Majluta ganaría en aquel evento. Se fue a un bar y, entre tragos y tragos, redactó una información afirmando que todo fue normal y exitoso; su periódico lo publicó en primera plana y destacado en negrita.

Sin embargo aquél evento ni terminó porque se armó uno de aquellos líos que irrumpían a tiros, sillas por el aire, heridos y hasta muertos. Ese periodista le cayó fogaraté y no tuvo más que irse del país.

Ahora, uno de ellos, dice: “El histórico Franklin Almeyda emite otra frase histórica: “¡El PLD se ha cualquierizado!”. Cabe suponer que con tan histórica sentencia desea que se dé una reversa histórica para volver a ser el selectivo partido de cuadros que fuera antes de 1978… Olvida, sin embargo (y la historia es implacable), que para llegar al Palacio y mantenerse allí hubo que “cualquierizarse” y olvidar a Bosch”.

Efectivamente, con sarcasmo en sus palabras, pero acierta porque de eso se trata, el PLD para ganar procesos electorales sucesivos y retener el poder, se ha “cualquierizado”. Al dejar a un lado la formación política, también ha recesado el bochismo, como doctrina política y ética.

Lo que evidentemente preocupa en la acera del frente, es que esta organización política se obligue a superar sus debilidades y consolide sus fortalezas.

Aplicar la fórmula de Bosch: “convertir la cantidad en calidad, sin llegar al extremismo de desperdiciar la cantidad”. Es decir, siendo una organización electoral, no se afecte a los electores adherentes; pero se defina quién es militante activo y quién pasivo. A los primeros cualificarlos y ofrecerles programas de formación política, unificar los criterios de políticas públicas y ofrecerles igualdad de oportunidades para decidir, ser dirigentes y candidatos.

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