Opinión

bEl concepto de sostenibilidad incorpora una variedad de significados, ejemplificados por las interpretaciones muy diferentes que le dan los economistas y los ambientalistas. Si comenzamos presentando las diversas corrientes del pensamiento y las implicaciones que de ellas se derivan, no alcanzaría el tiempo para definir el desarrollo sostenible tanto en términos de eficiencia, como de equidad.

En este tema nos planteamos dos aspectos cruciales sobre la cuestión de la sostenibilidad: 1-Puede alcanzar la economía un estado en que la producción y el consumo discurran por sendas no-decrecientes, o crezcan a tasas positivas, durante períodos indefinidos de tiempo, en presencia de inventarios finitos de recursos agotables y restricciones impuestas por procesos ambientales naturales? y 2-Qué forma debería adoptar la senda de asignación de los recursos agotables a lo largo del tiempo?
Si partimos de un criterio lógico, podemos observar que el desarrollo sostenible es la creación de consenso en el uso de los recursos y el desarrollo institucional. Un estado es sostenible si se gestiona de tal forma que se mantengan las posibilidades de producción para el futuro, es decir, si se dimensionan de manera equilibradas la ecología, la economía y los valores sociales, culturales e institucionales. En todo este proceso tiene un papel determinante la función de producción, expresada en el uso de capital financiero, los indicadores de trabajo, la tecnología o conocimiento y el uso de recursos renovables o no. Estas variables deben inferir que la utilidad, o el consumo, no decrecen a lo largo del tiempo, o en su defecto garantizar si satisfacen las condiciones mínimas para la resilencia del ecosistema a lo largo del tiempo.

Los economistas incorporan las cuestiones de sostenibilidad en los problemas de maximización de bienestar como restricciones; de acuerdo con esta definición, el desarrollo es sostenible si garantiza que siempre el consumo es no decreciente. Sin embargo, esta definición tiene una serie de inconvenientes que pueden ser objetos de discusión, sobre todo tomando en consideración la equidad.

Los ecologistas plantean que un estado es sostenible si los recursos son gestionados de tal forma que se garantiza el mantenimiento de un flujo sostenible de servicios a lo largo del tiempo y si satisfacen las condiciones mínimas de resilencia, manteniendo un alto nivel de conectividad entre la explotación, conservación, liberación y reorganización.

La dimensión social, cultural e institucional de la sostenibilidad ambiental está interrelacionada con cuestiones de pobreza e injusticia en la distribución de los recursos. El componente social de la sostenibilidad incorpora cuestiones de justicia distributiva, provisión de servicios sociales, equidad de género, estabilización poblacional y participación política.

En conclusión, es relevante vincular el hecho de que la relación del consumo esté en equidad con la explotación de los recursos agotables en el tiempo, en consonancia con el uso eficiente de los mismos, a fin de lograr una economía creciente y amigable con los procesos ambientales. Tanto economistas como ecologistas concuerdan en que el desarrollo sostenible permite satisfacer las necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas.

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