Opinión

Una gran cantidad de veces hemos escuchado decir -incluso por gente con cierto conocimiento de este arte-, que “los cortos son una especie de práctica para llegar a los largometrajes; que es el lugar donde uno puede equivocarse a placer para ganar experiencia y subir al mundo de un cine con mayor duración”. Esas aseveraciones son imprecisas y caen en el campo de las medias verdades.

Lo anterior viene al caso porque hemos asistido al Festival Internacional de Cortos Libélula Dorada en su capítulo 2017 y nos encontramos con cortos cuya factura estética no tiene nada que envidiarle a un largo. Su organizadora Katherine Bidó ha sido la encargada, junto a su equipo, de traernos algunas buenas nuevas en los cortos que sobresalen.

Del 21 al 26 de Agosto en las instalaciones del Palacio del Cine de la Plaza Sambil se han proyectado 56 trabajos, tanto nacionales como de países tan lejanos como India. Una de las virtudes de estas pequeñas obras es abrir canales de intercambio cultural y comercial para los cortometrajistas.

Un beneficio colateral para los cineastas locales fueron los talleres impartidos en las instalaciones de la Cinemateca Nacional por reconocidos profesionales de este campo, como fue el de Manipulación de Pantalla Verde dictado por Luis Sosa de 12 Bits Media Group, o el de Desarrollo de Proyectos Cinematográficos a cargo de Elsa Turull de Alma ejecutiva de Larimar Films, además de otros entrenamientos que contribuyen a la formación del talento creador nuestro.

Iniciativa interesante también lo fue el Meet and Greet que permite conocer a los colegas, intercambiar impresiones, o conocer sus proyectos, una especie de actividad para crear lazos y conectar al material humano de un sector que padece de cierta dispersión. Los frutos de estas actividades podrán verse en el futuro.

Corto Que Te Quiero Corto

Sisak es un corto de la India dirigido por Faraz Arif Ansari y muestra dos hombres en el metro, en lo que podría ser el inicio de un romance, algo muy peligroso dado que las leyes de ese país son muy estrictas con la homosexualidad. En sus 10 minutos y 23 segundos Sisak da una clase de narrativa fílmica, contándonos sin palabras el flirteo de estos dos seres humanos.

Funeral-Hileta-, dirigido por Kepa Sojo es una obra española narrada en euskera donde su director hace un riguroso homenaje a Ordet de Carl Theodor Dreyer. La muerte de una mujer y su velatorio en un pueblecito de Euskadi puede traer muchas sorpresas. La belleza de la estética de Funeral se plasma en el ritmo de la actuación y en la composición fotográfica, que resaltan la solvencia del director.

La fortaleza expresiva del corto animado And the Moon Stands Still realizado por Yulia Ruditskaya, impresiona por su alto contenido poético en esta coproducción de Bielorrusia, Alemania y Estados Unidos, que fue de lo mejor que pudimos apreciar en Libélula Dorada. Cuando un ser malvado apaga las estrellas y se enzarza en una lucha con la luna, es de esperarse una catástrofe, y si está construida con un lenguaje simbólico y estético de este calibre, mejor aún, por todos estos aciertos mereció el premio a Mejor Animación.

Adivina es otra obra española, esta vez dirigida por Gonzaga Manso y nos cuenta de un hombre que acude a una adivina para tener noticias de su hija. Este es un corto de gran redondez desde las actuaciones hasta los diálogos, donde todo encaja como un mecanismo de relojería. Adivina se hizo con los premios de Mejor Producción de Corto de Ficción, Mejor Fotografía, Mejor Dirección Artística, Mejor Actriz -Desireé Fernández-, Mejor Corto de Ficción de Habla Hispana, Mejor Guion y Mejor Dirección.

False Flag es un trabajo español que llama la atención por un muy bien ejecutado plano secuencia, aunque se queda corto a nivel narrativo. Down Under es el retrato de un desquiciado asesino de carretera y por su buen soundtrack fue premiado en este apartado, además de recibir el premio a la Mejor Edición. La labor de la crítica es destacar determinados aciertos porque pueden marcar el despegue de una carrera interesante.

El único galardonado que nos dejó perplejo fue Polisnea, un corto italiano dirigido por Pierluigi Ferrandini, ambientado en una sociedad futurista, y que fue premiado como Mejor Corto de Ficción en Lengua Extranjera. Ni la confusa historia ni las actuaciones nos dejaron convencidos de la validez de esta propuesta.

En el capítulo nacional, Melodía en Sepia acaparó cuatro galardones, entre ellos, el de Mejor Documental para este producto del esfuerzo de Olga Consuegra sobre la vida del compositor Bullumba Landestoy. Mención de Honor merecidísima para la historia de alto octanaje Sexual Swingers de Aulio Iván Ortiz. El Mejor Corto Experimental Hispano fue La Cadena de Alefaxis Heredia. Chocolate de Fernando Peña se quedó con el premio a Mejor Corto Dominicano de Ficción.

La Segunda Versión del Festival Internacional de Cortometrajes Libélula Dorada ha concluido dejándonos en la memoria algunos cortos de gran calidad, premiados o no, que nada deben envidiar a trabajos de larga duración. Las próximas versiones deberán traernos más obras con mayor calidad como es de esperarse en un evento que desea hacerse con un lugar en las competiciones de imágenes y sonidos.

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