Opinión

Al finalizar en 1955 el primer lustro iniciado en 1950, ya las enfermedades de la “Sigatoka y el Mal de Panamá”, habían hecho estragos enormes en las plantaciones bananeras de la División Berlanga de la Grenada Company; y aunque se había iniciado y extendido la siembra del banano “Cavendish o media mata”, las consecuencias inmediatas de esa situación, colmaron de preocupaciones no solamente a los propietarios y dirigentes de la United Fruit Company, de las plantaciones en la República Dominicana, sino también a los empleados tanto de la División Agrícola, como del andamiaje burocrático que residía en Manzanillo, comunidad que se había convertido en un hermoso pueblo, con una actividad extraordinaria que jugaba un papel importante en esa región, conocida popularmente con el nombre de “Línea Noroeste”.

El autor de esta columna vivía en la capital del país, estudiando derecho y trabajando como estenógrafo en el Bufete de abogados de Rafael Augusto Sánchez Ravelo, uno de los abogados más importantes del país y una figura política de gran influencia, como Senador de la República. Para entonces se había trasladado a vivir, a la Cruz de Palo Verde, uno de los ingenieros agrónomos más influyentes de la United Fruit, fundador de la Grenada Company en suelo dominicano, que venía de ser un importante e influyente miembro de las plantaciones de la United Fruit en Honduras. Mister Warren Breck en compañía de su esposa Doña Antonia y sus dos hijas, había vivido en la ciudad de Montecristi, mientras desempeñaba las funciones de encargado del departamento de experimentos de la División Berlanga. Míster Breck era un personaje excepcional, que sentía un profundo cariño y admiración por nuestro pueblo. Siempre hablaba en términos elogiosos de los dominicanos.

La hija mayor del matrimonio Breck era Anita, y su hermana Shirley, nacida en Monte Cristi, bajo los cuidados de un médico eminente de esa época que, era el doctor Federico Smester, hijo de Rosa Smester, una de las más grandes educadoras en la historia del Magisterio del país. Shirley creció orgullosa de ser dominicana y de hablar nuestro idioma como si realmente sus raíces fueran las nuestras. Ana o Anita, su hermana mayor, que llegó siendo una niña a nuestro país, terminó convirtiéndose en una de las mujeres más hermosas que haya pisado tierra dominicana y no solamente era hermosa, era una de las bailadoras más completas de la música popular de los países hispanoamericano, comenzando por el merengue nuestro, que haya bailado en los salones del país. Anita fue reina de un certamen nacional que hizo la casa Brugal a fines de la década de 1950.

A Míster Breck agradece el autor de esta columna haber aprendido a jugar billar, entretenimiento en el cual era un maestro singular. Su esposa Doña Antonia era una hermosa dama distinguida que al igual que sus hijas hablaba el idioma español perfectamente. En la voz de Míster Breck conversando con nuestro padre, escuchamos la realidad de lo que sucedía en la División Berlanga con esas dos enfermedades agrícolas, “Sigatoka y mal Panamá” que estaban liquidando las plantaciones agrícolas del banano “Johnson o Gros Michel”, que era la variedad que tenía mayor demanda en el gigantesco mercado de consumo estadounidense, que se extendía desde la Costa del Atlántico hasta la Costa del Pacífico. Continuaremos…

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