Opinión

Los primeros días del naciente 2018 han puesto en evidencia que el mundo se encuentra viviendo un problema de exceso de deuda pública siendo los países desarrollados los que más endeudados del globo terráqueo al acumular compromisos financieros por encima del 100 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), el cual representa el valor medido en dinero de los bienes y servicios que un país produce.

Es necesario distinguir entre la deuda pública de un Estado y la deuda privada que existe al interior de un país.

La deuda pública es la contratada por el Estado con otros Estados, organismos crediticios multilaterales y entidades financieras o inversores del mundo (deuda externa) o frente a agentes económicos internos (deuda interna). De modo que la deuda pública de un país se clasifica en deuda externa y deuda interna. En ambos casos el Estado figura como ente institucional responsable del pago de esas acreencias.

En la literatura financiera internacional la medición de la deuda pública se hace estableciendo una relación (ratio, locución latina que significa razón) entre su cantidad y el valor medido en dinero de los bienes y servicios que produce un país dentro de un período determinado, generalmente un año, aunque también puede ser un trimestre, cuatrimestre o x cantidad de años. No referimos a la conocida ratio deuda/PBI.

¿Y qué decir de la deuda privada? Como su denominación refiere se trata de aquéllos compromisos financieros (préstamos, créditos, emisión de bonos y pagarés, entre otros instrumentos crediticios) que son asumidos por una persona física (Juan, María o Guillermo, por ejemplo) o por las llamadas personas jurídicas (corporaciones, medianas y pequeñas empresas, para citar algunos casos) sin que esté presente la garantía o el aval del Estado.

Cuando el Estado actúa como garante frente al acreedor esa deuda privada se convierte en pública, comprometiéndose así la responsabilidad financiera del país. Así, podemos clasificar la deuda privada en externa e interna, según se contraiga con acreedores extranjeros o nacionales. Y esto hay que tenerlo muy en cuenta a la hora de analizar el grado de afectación de ese tipo de endeudamiento a la economía nacional.

Al conocer la diferencia existente entre la deuda pública (externa e interna) y la deuda privada (externa e interna) estaremos en mejores condiciones técnicas para conocer el impacto de ambos compromisos financieros dentro del desempeño de las actividades productivas, comerciales y financieras de un país.

No existe un solo Estado que sea autosuficiente en materia económica, pudiendo prescindir del endeudamiento público. Los países acuden a la solicitud de préstamos al resto del mundo y a los agentes económicos internos para poder financiar proyectos y ejecuciones presupuestales.

Aunque al iniciar el año 2018 se reconoce que existe un nivel de sobreendeudamiento público a nivel mundial. Y eso preocupa…

Que un Estado tome dinero prestado no es un pecado. Lo malo está en disponer de esos recursos financieros sin la debida prudencia en el manejo en la calidad del gasto público para que éstos generen los bienes y servicios necesarios para satisfacer las necesidades de la población y que también puedan ser colocados en manos de los consumidores del resto del mundo vía las exportaciones (ventas al exterior).

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