Opinión

El impacto mundial de la pandemia del coronavirus (COVID-19) es una triste realidad que trasciende el aspecto puramente sanitario para impactar con fuerzas en las áreas económicas, sociales y políticas generando una profunda crisis planetaria sin precedentes, en su magnitud y alcances, en los anales de la historia universal.

La R. Dominicana (RD) también es víctima de esta grave crisis: Estado de emergencia nacional por 25 días, con una cuarentena prorrogable; paralización de las actividades económicas, sociales, culturales y deportivas. Oficialmente, a esta fecha, se contabilizan 859 personas infectadas con el COVID-19, y 39 fallecidas, al margen de los sub-registros.

Ese tétrico panorama proyecta, inevitablemente, una profunda recesión que se reflejará en caída del PIB, reducción a su mínima expresión de ingresos de divisas por turismo y remesas; quiebras y cierres de múltiples empresas de bienes y servicios e inminente incremento del desempleo y la pobreza en RD.

Las autoridades sanitarias ubican cuatro principales focos de propagación del COVID-19 en la RD: Visitantes extranjeros, una boda, una cena benéfica y las aglomeraciones de actividades políticas y del 15 de marzo, en las elecciones municipales extraordinarias.

El pueblo dominicano, en sentido general, ha tenido un buen comportamiento y el gobierno central está haciendo importantes aportes para contrarrestar los negativos efectos sociales de la crisis que ha provocado el coronavirus.

Como ningún otro acontecimiento, el COVID-19 ha generado la suspensión de una gran cantidad de importantes eventos deportivos, artísticos, sociales, culturales y políticos a nivel mundial, con cuantiosas pérdidas de cientos de billones de dólares. EE.UU. decidió posponer las primarias de New York para el 23 de junio, que estaban programadas para este 28 de abril.

Ante esas objetivas realidades, en lo inmediato, tenemos este escenario: La Constitución RD ordena (Arts. 262 y 126) realizar las elecciones congresuales y presidenciales este 17 de mayo y las juramentaciones de las autoridades electas, el 16 de agosto; facultando a la JCE para que, mediante la Ley No. 15-19, organice y administre un proceso libre, equitativo, democrático y con escrutinios transparentes.

Esos dos escenarios de RD: La grave crisis generada por el COVID-19 y el mandato Constitucional para realizar dichas elecciones este 17 de mayo, nos obligan a una seria y profunda reflexión, inducida por estas preguntas:

¿Hay alguna fecha prevista para el final de la propagación del COVID-19 en la RD?

¿Existe una fecha para levantar el estado de emergencia y esta histórica cuarentena?

Si las aglomeraciones del 15 de marzo, en las elecciones municipales fue uno de los principales focos de infectación del COVID-19, ¿Qué pasaría con la mayor multitud que se formarían para participar en los comicios del 17-5-20?

Realizar esas elecciones este 17 de mayo, ¿Contribuiría con mayor propagación del coronavirus y por lo tanto con mucho más contagiados, enfermos y fallecidos?

La JCE, Legalmente (Constitución y la Ley 15-19) puede, en caso debidamente justificado, posponer estas elecciones?

La preservación de la salud y vidas, principal activo de nuestra sociedad, ¿valdría la pena ponerlas en RIESGO POR NO POSPONER LAS ELECCIONES DEL 17-5-20 para otra fecha que no afectaría las juramentaciones del 16-8-20?

Por razones humanitarias, legales, sociales y políticas se impone que, a tiempo, haya un consenso entre el liderazgo de la sociedad política y sociedad civil para que, en coordinación con la JCE, procedan a posponer dichos comicios para EL 28 DE JUNIO O EL 5 DE JULIO, que no afectaría las juramentaciones del 16 de agosto. ¡Ojalá así sucediere!

29 de marzo del 2020.

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