Opinión

Hoy, como en el pasado, los estudiosos de las Ciencias Políticas han asumido concepciones muy diversas respecto al abordaje de los partidos políticos desde que esta ciencia, para unos; disciplina, en el caso de otros; o simple campo de estudio en la perspectiva en un tercer grupo; surgiera en los Estados Unidos y comenzaran las investigaciones y la aparición de enfoques a fin de facilitar los análisis, incluido el sistémico del canadiense David Easton.

Sin embargo, la mayoría coincide en que los partidos constituyen una organización, un conjunto de ciudadanos y ciudadanas que se unen para trabajar por el logro de objetivos comunes. También es innegable que cada uno asume una ideología, explicita o no, en base a la cual orienta sus acciones. Las organizaciones partidarias cuentan con una doctrina, una visión de la realidad en la cual trabajan y un proyecto de nación mediante el cual definen sus expectativas y propuestas para garantizar la construcción del tipo de sociedad a la que aspiran para sus conciudadanos. Los integrantes de los partidos políticos, sean estos dirigentes, intelectuales, técnicos, militantes, afiliados o simpatizantes, comparten visiones, principios, valores, proyectos y objetivos.

En la perspectiva anterior, veamos, por ejemplo, en el caso dominicano, al Partido de la Liberación Dominicana (PLD); con el propósito de reafirmar su identidad y definir estrategias para avanzar en la concreción de sus aspiraciones, durante sus 42 años de existencia, ha celebrado ocho Congresos Ordinarios, a fin de ir consolidando una fuerza política capaz de garantizar la construcción de una sociedad dominicana, cada vez más justa, equitativa, e inclusiva; una sociedad donde primen los valores éticos, la solidaridad, el respecto a las leyes y a las instituciones, la decencia, la convivencia y el diálogo democrático, tal y como lo asumieron sus fundadores. Esta organización política, desde sus orígenes, está comprometido con el ejercicio de una conducta ética en la política, apoyado en una firme vocación de servicio al país; con la lucha contra la pobreza y las desigualdades sociales y con la consolidación de nuestras instituciones democráticas.

Estas reflexiones las compartimos en razón de que en los últimos años en la República Dominicana y muchos países alrededor del mundo, hemos estado viviendo un acelerado proceso de deterioro del Sistema de Partidos Políticos; una desconfiguración de las identidades partidarias que, de alguna manera, impiden establecer diferencias claras entre las organizaciones políticas que operan en un país determinado.

En el caso del PLD, queremos precisar que a partir del VI Congreso Ordinario Profesor Juan Bosch, celebrado en el año 2000, el Partido asume el Boschismo como Teoría Oficial, ¿Pero qué es una teoría política? Se trata de una sistematización explicita, comprensiva e interpretativa de la realidad. En el caso de los partidos políticos, una teoría permite desarrollar una visión sobre los principales problemas sociales, políticos y económicos de la sociedad en la que se interactúa; por lo que podríamos afirmar que el Boschismo, la visión de Juan Bosch sobre la sociedad dominicana, es el medio más idóneo para que el PLD conozca a profundidad los problemas sociales, políticos y económicos del pueblo dominicano y pueda sostener un proyecto de nación coherente con sus propósitos y reafirme cada día su identidad partidaria.

No hay que olvidar que Bosch enseñó que “un partido político es el producto de la sociedad en la que se halla, pero al mismo tiempo no puede dedicarse sólo a las tareas de cada día, sino que entre sus obligaciones está la de contribuir al desarrollo de la sociedad en la que actúa y tiene que prepararse para ver con claridad no sólo lo que sucede en torno suyo, sino además para prever lo que sucederá para evitarlo si está llamado a ser dañino, o acelerarlo si está llamado a ser útil al pueblo”

En esa perspectiva es que Juan Bosch concibe al PLD, estableciendo que tendría como tarea primigenia el estudio científico de la sociedad dominicana y los próceres y sus luchas libradas de cara a su liberación, a través de los círculos de estudios. La conformación de organismos dentro de su estructura, a partir no sólo de entes individuales, sino de espacios que promueven el trabajo en equipo y la toma de decisiones colectivas, la adopción de métodos de trabajo que aseguren el centralismo democrático; la unificación de criterios; la crítica y la autocrítica; asumiendo una estrategia de análisis político que permita ir de lo particular a lo general y de lo general a lo particular; características que, en materia de organización política, eran totalmente nuevas en América Latina cuando se funda la organización. Para Bosch, los métodos de trabajo serían el alma misma de la disciplina partidaria, la cual generaría la unidad, aunque para mantener viva la unidad no bastaría confiar únicamente en los métodos de trabajo, sino que, según su concepción, había que alimentar sin tregua la mística de la organización.

Dentro del contexto de los grandes cambios que hoy ocurren en muchos países del mundo, los dirigentes y militantes de los partidos políticos, tenemos la obligación de vigilar la práctica política, evitando caer en desviaciones que puedan ser tan dañinas que nos alejen de nuestra tarea fundamental. El populismo, el grupismo, el clientelismo y la demagogia son deformaciones que cada día hay que enfrentar, si queremos ser útiles al pueblo, decía Juan Bosch, quien nos aporta las claves necesarias para convertir la política, y por ende el trabajo de los partidos, en una práctica de servicio, que requiere capacidad para entender la realidad y actuar para transformarla.

En conclusión, si realmente queremos preservar la obra más importante del Maestro Bosch, que es el PLD, tenemos que responder a los desafíos del presente y prever el futuro, estamos obligados a mantener la identidad partidaria; compromiso que solo se honra con una formación política correcta y convirtiendo en prácticas de vida los valores, principios e ideales que asumió el PLD desde su fundación.

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