SANTO DOMINGO, el 15 de octubre de 1937, El Gobierno de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina informó a periodistas de medios extranjeros y de la República Dominicana, que los incidentes en la frontera se originaron por las constantes invasiones de haitianos en el territorio dominicano.
La dictadura también se desligó de la matanza de los haitianos y la atribuyó a terratenientes y campesinos criollos que enfrentaron a los extranjeros para frenar las depredaciones y robos de sus bienes.
El día 15 de octubre de 1937, el dictador Trujillo, aunque sostuvo la tesis de que no era necesaria la mediación amistosa de los jefes de Estado a quienes se dirigió el Presidente haitiano, ese día suscribió un acuerdo con Haití, “para el esclarecimiento de los sucesos”.
Trujillo designó misiones especiales que recibieron el encargo de explicar a los gobiernos amigos los puntos de vista de la República Dominicana.
El doctor Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, viajó a Washington, el doctor Max Henríquez Ureña, a México, y el doctor Moisés García Mella, a la Habana.
El historiador Ramón Marrero Aristy resalta que las principales negociaciones se llevaron a cabo en Washington, manteniendo la representación dominicana todos los puntos de vista sustentados por Trujillo en la controversia.
“El Gobierno haitiano, interesado en llevar a más alto plano el problema invocó el Pacto de Gondra de 1923 y la Convención del 5 de enero de 1929, para que se reuniera la Comisión Permanente de Conciliación, dando así de lado a la mediación que había solicitado el 12 de noviembre”.
El día anterior, el 14 de octubre de 1937, la prensa internacional había difundido por primera vez informaciones relacionadas con la matanza de los haitianos que ordenó el dictador Trujillo Molina, el día 2 de octubre de 1937.
En la época en la República Dominicana existía la censura previa y no había facilidades para enviar al mundo las noticias que se registraban en el territorio nacional.
En tanto, el Gobierno de Haití reclamó del Gobierno dominicano una investigación de las muertes de sus nacionales, el castigo de los culpables, e indemnizaciones por las víctimas.
El día 15 de octubre de 1937, el Gobierno de Trujillo autorizó un acuerdo que suscribieron en ciudad Trujillo, el Canciller dominicano y el embajador haitiano, en el cual se consignaba la reprobación de los hechos que les fueron denunciados ¨y su disposición al cumplimiento de su obligación de abrir una investigación minuciosa acerca de los mismos para fijar las responsabilidades y aplicar las sanciones que fueren procedentes¨.
El historiador Ramón Marrero Aristy al referirse al acontecimiento anota:
“La maquinaria de la justicia represiva dominicana se puso en movimiento, y el Procurador General de la República se trasladó al lugar de los hechos para realizar las minuciosas investigaciones que requieren las circunstancias”.
A partir del día 2 de octubre de 1937, los servicios de inteligencia de la dictadura del Generalísimo Rafael Leónidas Trujillo Molina llevaron a cabo la matanza de los haitianos y haitianas que eran localizados en el territorio de la República Dominicana.
En la persecución de los haitianos participaron miembros del Ejército Nacional y agentes de la Policía Nacional.
Ramón Marrero Aristy, al tratar los antecedentes que precedieron a la matanza, anota que la zona fronteriza entre Haití y la República Dominicana, ha sido una de las más agitadas, por la idiosincrasia de los pueblos que se reparten el dominio de la isla.
Según la versión de Marrero Aristy:
“La población fronteriza haitiana, desde tiempo inmemorial, vivió en acecho de las propiedades dominicanas, en activa campaña de merodeo, para cometer las mayores depredaciones.
“En octubre de 1937, la zona norte de la región fronteriza fue sacudida por los violentos sucesos ocurridos entre agricultores y ganaderos dominicanos de Dajabón, Restauración y otros lugares, y verdaderas bandas de merodeadores, que noche por noche se dedicaban al robo de ganado y otras fechorías”.
“Algunos de esos contumaces asaltantes perdieron la vida en los caminos y sobre los corrales que eran objeto de sus fechorías”.
Del número de haitianos y haitianas que fueron ejecutados hay versiones encontradas. Una da cuenta de que murieron de 5 mil a 25 mil extranjeros, pero el Gobierno haitiano publicó la cifra de 12 mil, pero luego Trujillo dijo que fueron 18 mil.
Otra versión indica que el número de muertos fue de 15 mil a 20 mil.