SANTO DOMINGO, el 5 de septiembre de 1946, murió en la ciudad de Santo Domino de Guzmán, el poeta y diplomático Osvaldo Bazil.
Durante la dictadura de Trujillo fue secretario de Trabajo, y entre las funciones diplomáticas que desempeñó figura el cargo de «Jefe de la Misión Dominicana en España».
El doctor Joaquín Balaguer, quien fue su subalterno en la embajada dominicana en Madrid, afirma que Osvaldo Bazil «se comportó siempre como un bohemio y como un trasnochador entregado a las disipaciones de la vida elegante.
En su obra «Memorias de un Cortesano de la Era de Trujillo», Balaguer afirma que Osvaldo Bazil fue de ´los pocos que sólo se sometieron a medias a la tiranía de esa disciplina cuartelaria. El poder, solía decir el autor de «Campanas de la tarde», se inventó para que sus favorecidos lo disfruten».
Inició su producción poética desde muy joven en el año 1906, a los 22 años, publicó «Rosales en Flor». Además hizo la ediciones de «Arcos Votivos», en la Habana, Cuba, en 1907; «Campanas de la tarde», en la Habana, Cuba; «Huerto de Inquietud», publicado en París, Francia, en el año 1926, y «Cabezas de América», en la Habana, Cuba, en 1933.
Osvaldo Bazil publicó en 1939, en Buenos Aires, Argentina, «La Cruz transparente», y «Tarea Literaria y patricia, en la Habana, Cuba, en 1943.
En Santo Domingo publicó «Parnaso Dominicano», y «La Apoteosis de las lagunas».
En la «Historia de la Literatura Dominicana», Balaguer refiere que Osvaldo Bazil formó parte del grupo de poetas para quienes el modernismo se personificó en Rubén Darío, imitado en lo que él tuvo de más superficial y ligero: en cierta anarquía del ritmo y en la tendencia a llenar el verso de luz y de color como un cuadro del Ticiano.
«Pero los mejores aciertos de Osvaldo Bazil no residen en los sonoros alejandrinos de sus sonetos, sino en los versos becquerianos que dotó de sensibilidad propia y en que sacó a relucir lo más puro de su caudal emotivo:
Ella, la que yo hubiera amado tanto,
La que hechizó de música mi alma,
La que más blando susurrar de égloga,
Derramó en el azul de mis mañanas,
Me dice con ternura que la olvide,
Que la olvide sin odios y sin lágrimas.
Ella, la que me ha dado más ensueños,
Y más noches amargas,
Se aleja dulcemente,
Como una vela blanca.
Yo, que llevo enterrados tantos sueños,
Que cuento tantas tumbas en el alma,
No sé por qué sollozo y por qué tiemblo,
Al cavar una más en mis entrañas.
Osvaldo Bazil había nacido en la ciudad de San Cristóbal, en el año 1884.