Internacionales

Manuel Castells, el destacado investigador catalán sobre temas de urbanización y sociedad de la información, profesor de la Universidad del Sur de California, ha caracterizado la actual época histórica como la era de la sociedad en red.

Jeremy Rifkin, conocido economista y sociólogo norteamericano, que estudia el impacto de los cambios científicos y tecnológicos en la economía, la sociedad y el medio ambiente, ha bautizado, por su parte, el actual momento por el que atraviesa la humanidad, como el de la tercera revolución industrial.

De su lado, Hervé Fischer, un prestigioso profesor de Sociología de la Comunicación y la Cultura, de la Universidad de la Sorbona, en París, ha sostenido que vivimos bajo el influjo de lo que él denomina como “choque digital”.

Imbuidos de conceptos de esa naturaleza, cerca de 800 profesionales y estudiosos de las ciencias sociales, provenientes de 80 países, se dieron cita, entre los días 13 y 15 de octubre de este año, en la hermosa ciudad de Montreal, Canadá, para participar en el Segundo Foro Mundial de las Ciencias Sociales, auspiciado por la UNESCO, el Consejo Internacional de las Ciencias Sociales y la Asociación Internacional de Ciencias Políticas.

El tema central que convocaba a antropólogos, sociólogos, politólogos, economistas, demógrafos, así como a otros especialistas de las ciencias sociales, era el de reflexionar acerca de las transformaciones sociales en la era digital.

El motivo es más que evidente. En la época en que vivimos, se ha producido un cambio de paradigma, en el que ha surgido una cultura digital, la cual tiene una profunda influencia en la sociedad, a través de los patrones de producción y de consumo, el intercambio personal, la política, la educación, la salud, el transporte y el entretenimiento.

Nuevo paradigma

Ese nuevo paradigma de las relaciones sociales es el resultado de la combinación o convergencia de la Revolución Tecnológica de las últimas décadas del siglo XX, en los ámbitos de la informática, las telecomunicaciones y la tecnología digital.

A partir de ese nuevo paradigma, los practicantes de las ciencias sociales reunidos en Montreal hacían esfuerzos para responder a dos grandes interrogantes. En primer lugar, cómo las tecnologías digitales transforman las diferentes esferas de la vida social; y en segundo término, cómo esas mismas tecnologías transforman las ciencias sociales.

En todo caso, lo que se procuraba era la reflexión. Se quería evitar adoptar una actitud de determinismo tecnológico, esto es, la postura de que la tecnología, por sí misma, es capaz de producir todo el proceso de cambios y transformaciones requeridos por la sociedad.

Frente a esa postura rígida y determinista, había que volver al pensamiento crítico. Una connotada investigadora del área de Futuros Digitales, de la Real Academia de Ciencias de Holanda, la doctora Sally Wyatt, lo planteó en términos inequívocos y concluyentes.

Sostuvo que para entender el impacto de la moderna cultura digital había que volver a estudiar a los clásicos del pensamiento económico y social: a Carlos Marx, Max Weber, John Maynard Keynes y Joseph Shumpeter.

De igual manera, a los promotores de la visión humanista integral, a los teóricos de la Escuela de Frankfurt, a los integrantes de la corriente del interaccionismo simbólico de la Universidad de Chicago y a los pensadores estructuralistas franceses.

En síntesis, que no podía comprenderse el alcance e impacto del nuevo paradigma de las relaciones sociales, surgido como resultado del avance de las modernas tecnologías digitales, en ausencia de una reflexión crítica desde la óptica de las ciencias sociales.

Luego vino un pase de revista a cómo la aplicación de esas nuevas tecnologías ha dado origen a una alteración radical de las formas de convivencia social, al igual que al funcionamiento de las instituciones tradicionales.

Se pudo constatar, por ejemplo, la manera en que el correo electrónico fue desplazando, de manera paulatina, al sistema postal. De cómo las publicaciones digitales han ido reemplazando a los periódicos, las revistas y los libros en papel; y de cómo, más recientemente, otros sistemas de medios sociales, como el twitter y el facebook, han conquistado millones de adeptos en el mundo como mecanismo de intercambio.

Asimismo, se pudo establecer la incidencia, cada vez más trascendental en la vida social, del teléfono móvil inalámbrico; del web interactivo 2.0; del gobierno y del comercio electrónicos, los cuales han abierto, por un lado, inmensas posibilidades para el intercambio global de bienes y servicios; y por el otro, para disponer de instituciones gubernamentales más transparentes y con mayor cercanía a los ciudadanos.
Se debatió a plenitud el papel de las redes sociales en los movimientos sociales y en los procesos electorales. De manera particular, se hicieron magníficas exposiciones sobre la Primavera Árabe, la campaña de reelección de Barack Obama en los Estados Unidos, y los movimientos de protestas sociales en distintas partes del mundo.

En relación con la Primavera Árabe, se hizo especial énfasis en alegar que el uso de las redes sociales, nada más, no estaban en capacidad para desatar los acontecimientos que estremecieron el Norte de África y el Medio Oriente, derribando varios gobiernos y provocando la desestabilización de otros, sino que éstos tenían que ser colocados en un contexto político y sociocultural.

Digitalización e investigación

Pero, en adición al impacto de las tecnologías digitales en la sociedad, el Segundo Foro Mundial de las Ciencias Sociales abordó, también, como ya se ha indicado, su relación con el avance del conocimiento y la investigación en las distintas áreas del saber social.

Un elemento que saltó a la vista es el hecho de que como consecuencia, precisamente, de las tecnologías modernas, en la actualidad hay una gran cantidad de información como nunca antes había ocurrido en la historia de la humanidad.

Esa abundancia de información ha dado lugar a la creación de un sistema de clasificación, y a la formación de bases o bancos de datos, lo que ha permitido la colocación en línea de un prolífico material académico, en forma de libros y artículos de revistas y periódicos.

Para la difusión masiva digital del libro se han creado varios proyectos. Uno de los primeros fue el llamado Proyecto Gutenberg, el cual, sin embargo, se ha estancado al disponer de únicamente 42 mil textos en la web.

Luego continuó el de Google Books, que durante un tiempo se detuvo por un litigio judicial, en el que un sindicato de escritores de los Estados Unidos alegaba que la digitalización de sus textos implicaría una violación al derecho de autor.

Más recientemente, han aparecido los programas de bibliotecas digitales conocidos como HathiTrust y Digital Public Library of America.

Lo que esos programas han conseguido es algo deslumbrante. Actualmente, entre ambos, disponen de 10 millones de libros en línea, los cuales pueden ser consultados y bajados por los usuarios, en cualquier parte del mundo.

En principio, estos dos últimos programas requieren que el usuario sea parte de un consorcio de universidades o centros de investigación, los cuales contratan los servicios de bases de datos que finalmente es lo que permite el acceso de los investigadores a la información.

Pero lo que resulta verdaderamente fabuloso es saber que en el mundo moderno, fruto de la magia de la tecnología de la informática y la convergencia multimedia, una persona puede tener en su casa, en su lugar de trabajo o donde decida, el acceso a diez millones de libros, que es equivalente al doble de las 22 bibliotecas de la Universidad de Columbia, en Nueva York, una de las más grandes del mundo.

Razón ha tenido Manuel Castells, el sociólogo catalán, al afirmar que la profundidad de las transformaciones del mundo moderno pueden apreciarse por el cambio radical que ha significado el paso de la imprenta de tipos móviles de Gutenberg al universo del Internet.

Eso fue lo que se puso en evidencia en el Foro de Montreal, al que asistí en representación de la Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE), que ostenta la Cátedra UNESCO de las Ciencias Sociales de la República Dominicana.

últimas Noticias
Noticias Relacionadas