La Internet y las redes sociales constituyen un arma de doble filo ya que tanto pueden utilizarse positivamente en la educación, la promoción de valores, la solidaridad y el ejercicio ético de la política como convertirse en instrumento de disolución de la familia y otros antivalores de la llamada Era Posmoderna. Este trabajo no tiene más objetivo que abogar por el uso conveniente de esta poderosa herramienta de la tecnología en la comunicación.
La privacidad, ese derecho que con vehemencia reclamaron generaciones anteriores, ha devenido en un valor decadente con el auge de la Internet y las redes sociales, fenómeno que muchos profesionales de la conducta suman entre los múltiples factores generadores de la crisis familiar, el aumento de la delincuencia y un sinnúmero de casos de los que se conocen como “delitos tecnológicos”.
“La gente de hoy tienen un terrible miedo a la privacidad”, dice un teórico de los últimos días. La apreciación es confirmada con solo observar cómo las personas hacen público en sus cuentas de Facebook, Twitter y otras redes sus agendas diarias, planes, pasiones, anuncios de suicidios, preocupaciones, viajes, lecturas, quebrantos y hasta sus cuitas sentimentales.
Entre los sagrados encantos de la vida familiar figuró durante siglos la privacidad. Asaltantes, sicarios y otros malhechores encuentran las pistas para el ataque de sus víctimas en las mismas redes sociales. Pero en un mundo en competencia, donde todos quieren exhibir lo que tiene frente a los demás, los riesgos parecen insignificantes.
Como el recurso de la Internet se encuentra en proceso de expansión podría resultar prematuro medir los efectos positivos y negativos en la población, pero es evidente que mientras más gente se conecta al ciberespacio lo íntimo pasa a socializarse, convirtiéndonos todos en ciudadanos “bajo control”.
Durante la etapa conocida históricamente como “La Guerra Fría”, los regímenes totalitarios violaban las cartas enviadas a través del correo oficial como una forma de tomar el pulso la situación ideológica o sentimental de los gobernados.
Hoy, la Internet y las redes sociales facilitan el trabajo a las instituciones de Inteligencia interesadas en saber cómo piensa la gente.
Desconectados con el hogar en contacto con el mundo
El conocido psiquiatra dominicano Nelson Moreno Ceballos, director de Instituto Dominicano sobre el Suicidio (INDESUI), sostiene la tesis, fruto de sus largos años de intestigación y trabajo clínico, que mucha gente desistiría de poner fin a su vida si apenas encontrara a una persona a quién contarle sus angustias.
Ese oído atento y solidario, la palabra de aliento en el momento del fracaso, saber que en el mundo hay alguien que sinceramente se preocupa por lo que pueda ocurrirle, juega un papel terapéutico, dice el científico, que puede hacer que el suicida encuentre motivos para seguir viviendo.
Durante mucho tiempo esa labor solidaria la desempeñó la familia, cuando no la madre lo hacía el padre, el hermano, el esposo, la esposa, el tío y hasta el cuñado. Empeñada en socializar su intimidad, los miembros de muchas familias abandonaron la comunicación interna para conectarse con los enlaces externos.
De manera que no hay que sorprenderse que cada día se den más casos de personas de diferentes países que publican la decisión de suicidarse en sus cuentas de Internet antes de llevar a la práctica la acción autodestructiva.
El pelotero Luis Polonia en Facebook y Twitter
Las cuentas abiertas por el pelotero Luis Polonia en Facebook y Twitter dan cuenta del dolor por el que atraviesa junto a su familia luego que la Policía Nacional rebelara que un hijo suyo estaba incolucrado en un robo millonario perpetrado en su residencia de Santiago de los Caballeros hace unas semanas.
Por las mismas redes el ex pelotero de Grandes Ligas que jugara durante décadas en el país para las Aguilas Cibaeñas agradeció las expresiones de solidaridad recibida de personas que le admiran por la pasión con que se entregaba al béisbol como profesional.
Casos como el del Polonia se leen diariamente en todas las redes sociales, pero se resalta que las familias reaccionan sorprendidas con acciones cometidas por gente de su intimidad.
Lectura y redes sociales: El debate toma cuerpo
La reciente puesta en circulación de un libro en la remozada Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña sirvió, tal vez sin proponérselo quienes encabezaron la actividad, un debate sobre la situación del libro y la lectura en República Dominicana, ante la presencia cada vez más generalizada de las redes sociales junto a otros recursos de la comunicación electrónica que parecen granjearse la mayoría del tiempo en las nuevas generaciones.
El editor de la obra ponderó de manera positiva lo que entiende como un auge de la lectura en el país, avalando su opinión con las frecuentes impresiones de obras que en todos los géneros salen a las librerías.
Las palabras optimistas fueron el punto de partida para la reflexión del presentador de la publicación, doctor Euclides Gutiérrez Félix, quien dijo no sentirse tan optimista con los niveles de lecturas que actualmente presenta el pueblo dominicano, sobre todo después de la invasión de las redes sociales, que no sólo están en las computadores de las casas y las oficinas sino que van por doquier en manos de jóvenes y gente de todas las edades.
Gutiérrez Félix, profesor, periodista, abogado y político de larga trayectoria, valoró positivamente la labor creadora de muchos escritores domincianos, lo que dijo parecerle encomiable, pero aprovechó el momento para advertir sobre los peligros que amenazan a la educación, por el simplismo y la ligereza de una sociedad cuyas vías de información y adquisición de cultura se limiten a las redes sociales.
Quienes tienen el hábito de la lectura como una de las pasiones fundamentales, vivimos advirtiendo a diario sobre el peligroso vicio que cada día toma más cuerpo entre estudiantes y profesionales de todas las disciplinas, el pretender que la Internet ha sustituído al libro como herramienta de adquisición de conocimientos. Con frecuencia se escucha a jóvenes afirmar que “ya no hay que leer porque todo está en la Internet”. Ante esa corriente en boga algunoas responden: “no hacemos nada con que todo esé en la Internet si la cabeza está vacía”.
El gran ganador por las perspectivas encontradas fue el público presente, sobre todo el autor del libro, ya que su acto de puesta en circulación además de dar a conocer su parto literario propició un debate que debe interesar a todos los dominicanos preocupados por la terrible mediocridad que hoy corroe nuestra cultura y el sistema educativo en general.
Un profesional o estudiante sin cultura general, ignorante de los asuntos humanísticos, es un jornalero cualquiera, con perdón de muchos chiriperos que tienen mejor instrucción en esos asuntos que muchos titulados que deambulan por las calles de Dios. Y ante ese peligro fue que tronó el emblemático dirigente del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Son el libro, la lectura serena y reflexiva, las únicas vías para alcanzar una verdadera formación humanística.
Los escritores crean sus trabajos literarios interesados en elevar la literatura del país, necesitan estar conscientes de los elementos nocivos que se oponen a esas loables iniciativas, como es la pretensión de que las redes sociales se conviertan en las únicas fuentes de cultura de la juventud. Por eso entendimos las palabras del profesor Gutiérrez Félix, cuya preocupación por la correcta educación del pueblo dominicano comparten muchos de sus conciudadanos.
Qué Hacer
La Internet y las redes sociales son una realidad irreversible con la que el mundo de hoy tiene que convivir, por lo que lo más conveniente es darle un uso positivo, que es lo que se propone la Presidencia del PLD con un producto editorial como Vanguardia del Pueblo Digital.
En la medida que surjan más páginas Web, Blogs y cuentas que promuevan el encuentro directo en las familias, la solidaridad, la cultura, la acción comunitaria en la solución de problemas sociales, el estudio, la ciencia, las buenas costumbres y el sano ejercicio de la política, más positivo resultará este recurso de la tecnología con el que nos ha premiado la posmodernidad.
Es oportuno crear conciencia sobre la necesidad de preservar la intimidad y la privacidad, limitándonos a socializar asuntos que competen a la sociedad. Los expertos más reputados en salud mental así lo recomiendan, ante los estragos que está provocando en la gente de esta generación.