Los movimientos de liberación colonial de Hispanoamérica coinciden con la decadencia del absolutismo europeo, sistema político que se había impuesto en occidente desde el siglo XV.
Durante todo el siglo XVIII los intelectuales en Francia cuestionaron la triada sobre la que sostenía este sistema: rey, clero, nobleza; planteando la igualdad de derechos de todos los seres humanos y que eso se reconociera ante la ley.
El resultado de estas ideas se expresó en la revolución francesa cuando los ciudadanos arrasaron con los símbolos de la monarquía, ejecutando a Luis XVI y haciendo huir a los nobles y amenazando con este ejemplo al resto de las cabezas coronadas europeas.
Es en este escenario, cuando surge Napoleón Bonaparte y sus ansias expansión y conquista, quien enfrenta militarmente a las monarquías derrotándolas y extendiendo sus dominios para declararse emperador en 1804.
España, que había construido un enorme imperio en el nuevo mundo, fue compelida por Napoleón a firmar un tratado de uso de su territorio para invadir Portugal, que no se había plegado a los deseos del Emperador de Francia para realizar un bloqueo comercial a Inglaterra; este invade la península y con sus ejércitos en tierra española, cambia sus planes y decide integrar España a sus conquistas.
La guerra de liberación española no se hizo esperar, el país realizó una heroica resistencia a la invasión francesa, teniendo entonces que pelear pos su supervivencia, la corona pierde influencia en los virreinatos de ultramar y surgen fuertes movimientos de independencia en las colonias entre los años de 1808 y 1810.
Derrotado Napoleón, expulsado José I y repuesto en el trono Fernando VII de Borbón, el principal problema político que enfrentaba el monarca era la Constitución de Cádiz de 1812, que ponía fin al absolutismo y a los privilegios de la Iglesia y los nobles. Estos derechos fueron desmontados progresivamente para devolver los privilegios a la monarquía, aunque el daño en las colinas ya estaba hecho.
Podemos identificar entonces dos hechos que marcaron el proceso de descolonización más extenso que se ha producido en toda la historia: la ausencia de un poder real por parte de la Corona Española en su imperio americano y la existencia de un documento aprobado por las Cortes reunidas en Cádiz en 1812, donde se reconoce el derecho a la independencia de las colonias.
Ahora, ¿cómo pensaban y que planteaban los independentistas hispanoamericanos desde el punto de vista ideológico, y qué tipo de proceso tuvo que darse para que nuestros países escogieran el camino del republicanismo, antes que otros sistemas de gobierno?.
La última parte de la pregunta queda contestada con la evidente influencia del sistema político de los Estados Unidos de Norteamérica, donde los llamados padres fundadores construyeron un republicanismo federal al independizarse de Inglaterra en 1776, lugar donde la figura del Presidente fue usada por primera vez en la historia.
Las guerras de liberación en Hispanoamérica, ubicadas históricamente entre 1810 y 1830, plantean tres escenarios: enfrentamientos militares, rebeliones populares y sobre todo profundos cambios del sistema político reinante al construir las nuevas naciones.
De estos hechos nos interesa analizar el por qué los liberales, que planteaban un federalismo o hispanoamericanismo, fueron vencidos por los conservadores que preconizaron la división en territorios nacionales.
Si estudiamos a profundidad el proceso independentista, veremos que no fue un movimiento homogéneo, ni los actores estuvieron motivados por las mismas razones; en unos casos las élites se aprovecharon de la ruptura de la monarquía en España, en otros hubo rebeliones sobre el poder central de los Virreinatos por motivos puramente locales y en otros se produjeron levantamientos producto del deseo de ascenso social o protección de los valores y costumbres aprendidos de la Madre Patria.
Las posiciones divergentes en cuanto a la forma de gobierno que debían implementarse en los territorios resultantes del desmembramiento del Imperio Español en América , se discutió en la reunión de Guayaquil, realizada en 1822 entre Simón Bolivar y José de San Martín; el primero se inclinaba por gobiernos de corte democrático liberal que a su vez se organizaran en una confederación de estados y el segundo planteaba regresar a la monarquía, ya que, según el, estos pueblos no estaban preparados para elegir a sus gobiernos.
Es decir, en esta reunión se enfrentan las mismas ideas que se discuten en Europa: el pensamiento liberal, que plantea la abolición de la monarquía y el absolutismo y los conservadores que abogan por el renacimiento de las instituciones monárquicas.
Al final se impone la fortaleza militar y el genio político de Bolivar, cuando en el alto Perú derrota en 1824 a los últimos reductos de las fuerzas españolas en la batalla de Ayacucho, lo que puso fin a la guerra de independencia en el sur de las Américas..
La enorme tarea de organización política de las colonias recién liberadas, correspondió a las élites intelectuales y militares.
Simón Bolivar asumió para si las ideas republicanas y federativas de Francisco de Miranda, quien propuso la fundación de una gran república, cuyo nombre sería Colombia, y una organización territorial similar a los virreinatos en que España había dividido geográfica y políticamente sus colonias.
Para dilucidar estos temas, Bolivar convoca un congreso que se realizó en Panamá en 1826, a este asistieron; la Gran Colombia, México, Perú y las Provincias Unidas de Centroamérica.
Hay que hacer notar la presencia de los Estados Unidos e Inglaterra entre los asistentes al congreso de Panamá, países que representaban dos formas de gobierno diferentes, con intereses contrapuestos.
Inglaterra, con un gobierno conservador constituido por una monarquía constitucional y los Estados Unidos con un régimen de corte liberal, presidencialista y federativo, siendo esta última la forma de gobierno que proponía El Libertador al hacer la convocatoria.
Era la epoca de la Doctrina Monroe, a la cual se oponían los Ingleses, ya que poseían colonias en la región del Caribe y también fue el inicio de la expansión de los Estados Unidos hasta llegar a convertirse en imperio mundial.
La reunión en Panamá fue un rotundo fracaso, las ideas más conservadoras, de corte nacionalista y aislacionista, con definición de fronteras parecidas a las que tienen hoy día las naciones americanas ya se imponían a lo largo y ancho de nuestro continente.
Argentina no mostró interés en asistir, pues toda su energía estaba puesta en la guerra que mantenía con Brasil por la franja Oriental del Uruguay, ademas los intereses de su clase gobernante, de ideas conservadoras, se centraban en la promoción del comercio con Inglaterra.
Los que gobernaban Chile, recelaban del liderazgo de Bolivar y se negaron a asistir, preferían apostar a fortalecer
sus relaciones con Estados Unidos e Inglaterra; una posición netamente aislacionista y conservadora.
Paraguay, con un gobierno dictatorial de corte conservador se negó rotundamente a la posibilidad de la asociación federativa que se planteaba y entró de manos de un dictador, en una época de aislacionismo absoluto.
Brasil, escogió la via de la monarquía y el absolutismo, creando el Imperio de Brasil y gobernado por Pedro I de Portugal, un descendiente de las casas reales europeas, donde se mantenía la figura de la esclavitud y una forma de gobierno absolutista. Aunque era visto con ojeriza por las nuevas Repúblicas americanas, fue invitado y no asistió.
La composición de los asistentes y ausentes al Congreso de Panamá de 1826, puede darnos una idea del sello ideológico que caracterizó a los gobiernos de las naciones americanas después de la independencia.
La Gran Colombia: Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá, gobierno de corte liberal, republicano, federativo y es quien propone la creación de una gran nación federada de todas las Américas, siguiendo el ejemplo de los Estados Unidos de Norteamérica.
Perú y Bolivia, contaban también con gobiernos liberales que apoyaban las ideas de Bolivar, aunque Bolivia no pudo estar presente por confrontaciones internas.
Las Provincias Unidas de Centroamérica: Guatemala, Costa Rica, El Salvador y Nicaragua; que habían asumido la Constitución de Cádiz para declarar su independencia, también con predominio del pensamiento liberal y apoyo a las ideas de los federalistas.
Este era el cuadro de profunda división ideológica entre gobiernos conservadores y liberales al llegar la tercera década del siglo XIX que existía entre las naciones que surgieron a partir de la lucha independentista en Hispanoamérica.
Las diferencias externas, que impidieron la creación del ideal panamericanista que tenía Bolivar, porque este incluía a los Estados Unidos como parte de su proyecto federativo para enfrentar al poder europeo, fueron las mismas que se dieron en épocas posteriores a lo interno de cada uno de nuestros países.
Conservadores y liberales se organizaron para competir por el poder de nuestras naciones, ya sea por la fuerza o por la razón, por métodos violentos y maneras democráticas, mas compitiendo en una lucha que se extiende hasta nuestros días.
La mayor influencia del pensamiento conservador en la época de las guerras de independencia, derrotar la propuesta de creación de una nación hispano o panamericana, es decir, impedir la posibilidad de la república federal que se planteó en el Congreso de Panamá.
La Gran Colombia, Las Provincias Unidas de Centroamérica, Perú y Bolivia, con gobiernos liberales estuvieron de acuerdo y Argentina, Chile, Paraguay y Brasil, con gobiernos conservadores ausentes y por lo tanto en contra.