De las tres revoluciones que marcaron el fin del absolutismo entre los siglos XVII y XVIII, la más radical fue la que se produjo en Francia en 1789; la anterior a ésta, ¨la Revolución Gloriosa¨ de Inglaterra en 1688, trajo consigo cambios que mantuvieron la monarquía, más una Carta de Derechos de los ciudadanos, lo que dio origen a la llamada monarquía constitucional, que aún hoy día es la forma de gobierno del Reino Unido.
La Revolución norteamericana de 1776 y la posterior derrota de los ingleses en la Guerra de Independencia, significó un cambio profundo en la relación gobierno ciudadanos, ya que los ¨padres fundadores¨, reconocieron en la primera Constitución de los nuevos Estados Unidos de Norteamérica, el concepto de que ¨todos los hombres son creados íguales¨, lo que marcaba el fin del reconocimiento de clase superior designada por Dios, que tenían los reyes en el absolutismo.
Sin embargo, fue la Revolución Francesa, el acontecimiento que marcó el inicio del declive final del llamado Antiguo Régimen, sostenido sobre la base del poder monárquico, otorgado por Dios, sostenido por la Iglesia y rodeado de una clase aristocrática unida vínculos de sangre.
A la caída de Napoleón en 1815 y la restauración de la monarquía en Francia, Francois Reneé Vizconde de Chautebriand, junto con otros realistas radicales edita el periódico ¨El Conservador¨, para defender la idea de construir una monarquía constitucional en Francia, siendo esta la primera vez que se usa esta palabra para definir una posición política.
Desde ese momento los conservadores son considerados como los que se resisten a los cambios radicales en las sociedades, Chautebriand y muchos de los aristócratas, planteaban su oposición a la desaparición total de la monarquía, proponiendo una salida intermedia donde se mantuvieran sus privilegios y los de la iglesia, conservando la figura de los reyes pero despojándolos del poder absoluto.
Desde sus inicios, los movimientos llamados conservadores planteaban modificar las relaciones de poder, sin que hubieran de por medio acciones violentas o se provocara un desorden institucional.
Mas bien propugnaban por la defensa del orden social establecido con vinculación a los valores tradicionales, y en caso de que hubiera necesidad de cambios, estos se hicieran de manera ordenada y gradual de modo que las sociedades no llegaran al caos.
En esencia el pensamiento conservador está constituido por una visión del mundo integral y filosófica, que ha ido evolucionando a medida que se producen los cambios que han marcado el paso de la sociedad moderna a la época contemporánea.
El escritor conservador clásico por excelencia fue el inglés Edmund Burke (1729-1797), fundador de llamado liberalismo-conservador en Inglaterra, quien planteaba la existencia de un orden moral que no podía ser modificado, ya que constituían valores absolutos.
Defendió, junto con otros filósofos y políticos de la época, el mantenimiento de la monarquía hereditaria, condenando la democracia, porque este sistema de gobierno era causante del desorden social.
Todas estas ideas del clasicismo conservador fueron siendo sustituidas a medida que se extendía la revolución industrial, y se imponían las revoluciones encabezadas por la burguesía, enfrentada a la aristocracia, en gran parte de occidente.
En los países de América Latina, colonias españolas, las guerras de independencia en el siglo XIX son el resultado, entre otras cosas, de la insatisfacción de los criollos con el trato que les daba la corona española y la ocupación por parte de Napoleón del territorio de España.
A partir de 1810 sucedieron hechos que, a nuestro juicio, demuestra la profundidad del pensamiento conservador que acompañó al movimiento independentista en las colonias americanas.
A partir del impedimento para volver a España de parte de Fernando VII, las Cortes se reunieron en Cádiz en 1812 y pusieron en vigor la Constitución que lleva el nombre de esa ciudad española.
De estilo netamente liberal, ese documento proclama la igualdad de todos, la libertad de tránsito, el derecho a la propiedad privada, el derecho a la educación, un régimen de tenencia de tierra diferente a los señoríos que caracterizaban al régimen monárquico. Toda una serie de derechos ciudadanos desconocidos hasta entonces por los habitantes de las colonias.
Ademas de sus deseos de soberanía y autogobierno, lo criollos eran contrarios a los artículos de la Constitución de Cádiz que proclamaban la igualdad de todos los hombres, ya que era impensable para ellos ser iguales a los indios y a los negros que utilizaban de modo esclavo en sus grandes estancias.
También se oponían a la modificación del régimen de tenencia de la tierra que estaba instituido por esa Constitución, la desaparición del llamado ¨señorío¨ que no era más que un feudalismo tardío, disminuía el poder que tenían los poseedores de grandes extensiones de tierra para administrar justicia y nombrar representantes que controlaran a los nativos, a quienes se les trataba como animales salvajes.
Es decir, que además de aprovecharse de la debilidad militar de España invadida por los ejércitos napoleónicos, las guerras de independencia en América Latina tenían como objetivo defender los privilegios de que disfrutaban los criollos y evitar que se implantaran los cambios liberales proclamados por la Constitución de Cádiz.
Definitivamente un ejercicio del pensamiento conservador que describimos anteriormente como resistencia al cambio radical que ha primado como filosofía política desde el mismo inicio de nuestras repúblicas.