Hablan los hechos

Los munícipes del Gran Santo Domingo y otras comunidades del país se refugian en las Juntas de Vecinos en busca de mecanismos con los que puedan lograr el cumplimiento de los compromisos que las autoridades municipales echan al olvido tan pronto asumen sus funciones.

Se trata de las responsabilidades habituales como recogida de basura, bacheo de calles, obras y equipamientos indispensables, pospuestos de forma reiterada por casi todos los ayuntamientos.

Tras una ardua lucha, los munícipes han logrado insertar en las instituciones edilicias la figura del Presupuesto Participativo, una agenda de obras prioritarias seleccionadas de consenso entre la colectividad y las autoridades edilicias, que los alcaldes ejecutan a medias o simplemente incumplen los compromisos.

Tal comportamiento motiva la repulsa de la comunidad, que como respuesta recibe intentos de descabezar las juntas de vecinos fuera de su control, o que son muy contestatarias.

Al no poderse imponer el dedo del ejecutivo municipal, surgen las presiones, a veces extremas, por lo que algunas asambleas barriales han terminado a tiros.

De todas maneras, esos núcleos de ciudadanos organizados que operan como organismos de presión a los Ayuntamientos para que satisfagan determinadas necesidades de las vecindades, se han convertido en genuinas representaciones frente a las instituciones del Estado.

En Santo Domingo Norte, por ejemplo, se organizaron Asociaciones de Juntas de Vecinos, que luego constituyeron una Federación debidamente registrada en la Oficina Nacional de la Propiedad Industrial –ONAPI-.

En el Departamento de Juntas de Vecinos del Ayuntamiento de Santo Domingo Norte, bajo la dirección de Luís Eduardo Wallace Chávez, deben ser registradas las juntas de vecinos, y las asociaciones en que estén agrupadas. Algunos dirigentes comunitarios, sin embargo, acusan al funcionario de tener su propia formación, y sólo reconocer a quienes responden a su parcela política.

Para esta primera entrega hemos llegado al sector El Milloncito, Segundo y Tercero, de Sabana Perdida, que cuenta con 44 barrios e igual número de agrupaciones de vecinos, congregadas en un Bloque o Asociación de juntas. Son 856 familias, con un promedio de personas superior a la media normal que registran las estadísticas.

Igual circunstancia se establece en Guaricano Adentro, donde las juntas de Vecinos “La Independiente 1”, y la” Independiente 2”, la ”Unidos se Puede”, la Mamá Tingó y otras, confrontan problemas similares de falta de atención a las reclamaciones de construcción de calles, aceras y contenes, y sobre todo, el común denominador que es la violación del Presupuesto Participativo.

Lupe Duarte, presidente del Bloque de Juntas de Vecinos de El Milloncito; Domingo Aybar, del Milloncito 2do., Ramón Féliz, del Milloncito 3ro., el Pastor Lucas Figueroa, de la iglesia Puertas Abiertas y otros dirigentes comunitarios, declararon su decisión de no descansar hasta tanto el alcalde de Santo Domingo Norte, Francisco Fernández, atienda sus reclamos de reparación de las calles del sector.

Y no podría ser de otra manera porque han visitado 6 veces el Ayuntamiento, y 13 veces el ministerio de Obras Públicas, pero aunque son recibidos por funcionarios presuntamente calificados, todo se queda en promesas y comisiones que finalmente no hacen nada en los 5 kilómetros de calles que deben ser asfaltados.

Otro de los principales problemas del Milloncito de Sabana Perdida, es la presión atribuida al presidente del Club de la Asociación Nacional de Profesionales Agrícola, ANPA, Danilo Severino, para que no se construya en la zona un edificio escolar de 24 aulas para la tanda extendida dispuesta por el presidente Danilo Medina.

Los ingenieros iniciaron la construcción, pero Severino paralizó la obra argumentando que el ex presidente de la República doctor Joaquín Balaguer les regaló los terrenos, que la comunidad necesita para edificar la escuela y los terrenos están baldíos.

De su lado los dirigentes de las Juntas de Vecinos de Guaricano Adentro priorizan la instalación de bombillas en el sector, porque la oscuridad facilita los robos y atracos en la zona, pero el alcalde Francisco Fernández lleva varios años prometiendo que autorizará la iluminación, y solo repone las bombillas de la avenida Hermanas Mirabal.

“Lo estamos esperando que vuelvan por aquí en el período de elecciones”, es la expresión más utilizada por los dirigentes de las juntas de vecinos de Santo Domingo Norte para graficar su insatisfacción con las autoridades de su municipio.

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