La crisis que actualmente vive Ucrania se desató luego de que el entonces presidente de ese país, Viktor Yanukóvich, anunciara el congelamiento de las negociaciones de asociación económica con la Unión Europea tras el fracaso de la cumbre que tuvo lugar en Vilna, la capital de Lituania, a finales de noviembre del año pasado.
El día 29 de ese mes, el diario español El País publicó una crónica calzada con la firma de Andrea Rizzi, en la que se reseña lo ocurrido en ese encuentro. Dicha crónica, que lleva por título “Rusia Gana a la UE la batalla de Ucrania”, es, a nuestro juicio, bastante esclarecedora. Aunque resulten un poco largas las citas, entendemos conveniente traer a colación algunos párrafos de dicha crónica, los cuales se explican por sí mismos:
“Rusia ganó la batalla por Ucrania que se ha librado estos días en la cumbre de Vilna, la capital de Lituania, dedicada a la relación de la Unión Europea con sus vecinos del Este. Los dirigentes de la UE se emplearon a fondo en negociaciones de última hora para reanimar el proceso de acercamiento de Kiev a los Veintiocho, pero fracasaron. El Kremlin celebró este viernes una victoria política mayúscula, al haber evitado, al menos de momento, que el importante país vecino se anclara en la órbita del Oeste”.
“El presidente de Ucrania, Víktor Yanukóvich, no reculó, y reafirmó su decisión de congelar la firma de un acuerdo de asociación política e integración económica con la Unión, que estaba prevista aquí en Vilna. Kiev reclamó a Bruselas mayores ayudas y garantías para capear el temporal de su crisis económica; de las probables represalias comerciales y energéticas de Moscú; y de los costes de adaptación de la producción ucrania a los estándares de la UE. Yanukóvich también pedía negociar el futuro de Ucrania en una mesa tripartita en la que participara también Rusia”.
“Los Veintiocho tampoco estuvieron dispuestos a satisfacer las peticiones financieras de Kiev. `No se puede pedir dinero para firmar un acuerdo de asociación. No pagaremos`, declaró el presidente francés, François Hollande. `Esto no es un bazar`, exclamó Carl Bildt, ministro de Exteriores sueco y padre espiritual del proceso de Asociación Oriental”.
“La pelea por Ucrania fue el centro de una cumbre que también involucraba a otros cinco países del este de Europa y del sur del Cáucaso. Los Veintiocho solo lograron la adhesión de Georgia y Moldavia a un preacuerdo de asociación, que se prevé se convierta en definitivo al año que viene. Armenia, que tenía que firmar un preacuerdo parecido, renunció en septiembre y anunció su intención de adherirse a la Unión Aduanera patrocinada por Rusia”.
“Con este éxito, el Kremlin suma otra gran victoria política en la escena internacional en cuestión de tan solo dos meses. En septiembre, Moscú gestionó el acuerdo sobre las armas químicas de Siria, que evitó un ataque occidental sobre su aliado en Oriente Próximo”.
“Pero si no hay duda de que Moscú ganó este viernes, lo que está menos claro es qué ganó, y durante cuánto tiempo. Los expertos consideran improbable que Yanukóvich se lance definitivamente en brazos de Rusia adhiriéndose a su Unión Aduanera. Es más probable que el presidente ucranio trate de mantenerse en tierra de nadie para no exacerbar los ánimos del segmento pro europeo de la sociedad ucrania y sonsacar mejores ofertas a los dos postores”.
Pues bien, de la lectura de los párrafos anteriormente citados se pueden sacar las siguientes conclusiones:
1.- Víctor Yanukóvich era considerado por la Unión Europea como un interlocutor válido. De hecho él encabezaba un gobierno producto de elecciones declaradas limpias por organismos internacionales. De ahí que el manejo mediático que presentaba las protestas que estallaron en Kiev y otros puntos del país poco después de anunciado el congelamiento de las negociaciones con Europa como una expresión del descontento popular con un gobierno despótico e ilegítimo no se corresponden con la verdad. En tal virtud, su separación del poder puede ser considerada como un golpe de Estado, sin ningún tipo de exageración.
2.- No es cierto, como se difundió ampliamente, que el presidente Yanukóvich rechazara una generosa propuesta de ayuda económica e incorporación de Ucrania a la Unión Europea. La oferta europea consistía en “un tratado de asociación y libre comercio” que contemplaba, fundamentalmente, la eliminación de aranceles y barreras comerciales a los capitales de la UE. Ese acuerdo abriría a Ucrania las puertas a los recursos del Fondo Monetario Internacional para hacerle frente al vencimiento el año que viene de los pagos de su deuda externa, ascendentes a unos 17 mil millones de dólares. Por supuesto, la firma de un acuerdo con el FMI suponía la imposición de severas medidas de ajuste y austeridad similares a las que se impusieron a Grecia y España.
3.- El mundo entero fue testigo de la dificultad que enfrentaron estos dos países, miembros de pleno derecho de la UE, para acceder a los fondos comunitarios en momento de gravísimas dificultades económicas. En consecuencia, sólo el afán de obtener grandes ventajas podía explicar el interés de la UE por lograr un acuerdo de asociación con Ucrania, que implicaría el desembolso de cuantiosísimas sumas de dinero. La crónica de El País considera la oferta europea como parte de “la pelea por Ucrania”.
4.- Esa “pelea por Ucrania” involucraba a la UE y Estados Unidos, de un lado, y a Rusia, por el otro. Se ha insinuado que la decisión de Ucrania de “congelar” las negociaciones con la UE se explica exclusivamente por las presiones de los rusos, lo cual es absolutamente falso. Rusia presentó su contraoferta, consistente en la compra de bonos de Ucrania por unos 15 mil millones de dólares y una rebaja en el precio del gas que le suministra de 400 a 268 dólares por cada mil metros cúbicos. Tal oferta, que no estaba condicionada a la puesta en marcha de medidas de ajuste y austeridad, si se toma en cuenta, además, que el 40% de las exportaciones ucranias tienen como destino el mercado ruso, resultaba muchas veces más atractivas que la de la UE.
5.- Como bien refleja la crónica del diario El País, Yanukóvich intentó sin éxito que Europa hiciera más atractiva su oferta y contemplara alternativas a las situaciones que pudieran derivarse de eventuales sanciones rusas. Esto desmiente la idea que se ha vendido de que el hoy depuesto presidente de Ucrania fuera un vulgar incondicional de los rusos. Yanukóvich, como la mayoría de los presidentes que ha tenido este país desde que se separó de la desaparecida Unión Soviética, jugó siempre a crearle un cierto contrapeso a la influencia Rusa, que históricamente ha sido grande en este territorio poblado por ucranianos, rusos, polacos, bielorrusos, tártaros, búlgaros y armenios. La “batalla” de las grandes potencias por Ucrania ha hecho que las autoridades de este país oscilen entre oriente y occidente, entre un coqueteo con la OTAN y la supeditación a la esfera de influencia rusa. Las contradicciones derivadas del origen étnico, las diferencias culturales y la diversidad de creencias religiosas han llevado a los distintos grupos de la población ucrania a inclinarse, bien por la alianza y hasta la fusión con Rusia, bien por el desarrollo de vínculos estrechos con la Unión Europea y Estados Unidos. La manipulación de estos sentimientos por parte del liderazgo político y la abierta injerencia en la política local por parte de las potencias que se disputan allí la influencia, han sido factores generadores de grandes tensiones.
6.- Yanukóvich no rechazó la oferta europea sino que “congeló” su discusión. Dos meses antes Armenia había renunciado a firmar un acuerdo similar con la UE, pasando a incorporarse a la Unión Aduanera que Rusia integra con Bielorrusia y Kazajstán. De esto último el mundo apenas se dio por enterado y habría que preguntarse, en consecuencia, por qué causó tanto revuelo la decisión del gobierno ucranio, por qué la reacción europea fue tan airada en este caso, como bien refleja la crónica de El País, y cuál es el interés de Estados Unidos en este asunto.
“La batalla de Ucrania”, como le denomina del diario madrileño, se produce en un contexto, como explicamos en un trabajo anterior, caracterizado por un incremento en la influencia de los países emergentes, entre los cuales se encuentra Rusia, la pérdida de influencia de Estados Unidos y las dificultades de la Unión Europea, actualmente en crisis económica, para abrirse paso en la competencia por el predominio en los mercados y en la política mundial.
A este proceso es que hace alusión el diario El País cuando, al contextualizar lo ocurrido en la capital lituana en noviembre pasado, destaca el veto ruso a la decisión de occidente de atacar a Siria, su aliado en Oriente Medio, con lo que se evidenció la incapacidad de occidente para imponer su voluntad como lo ha hecho hasta hace apenas unos años.
Con una extensión territorial de 603,550 kilómetros cuadrados (el segundo más extenso de Europa después de Rusia), Ucrania representa un mercado de 46 millones de consumidores. En el 2008 su Producto Interno Bruto (PPA) se calculó en 336.805 millones de dólares, ocupando el lugar número 34 entre los más altos del mundo, mientras que el nominal se estimó en 180 mil millones de dólares. Según el Banco Mundial, se trata de un país de ingresos medios (posición No 46 en la lista de países por este indicador).
Este país tiene, además, una tremenda importancia geoestratégica. El 80 por ciento del gas natural que Rusia coloca en Europa y que le da un gran peso político a esta nación, pasa por ahí a través de gasoductos. Ucrania alberga la poderosa flota naval rusa del Mar Negro (cerca de 14 mil efectivos, medio centenar de buques de guerra e igual número de aviones de combate). Desde el puerto de Sebastopol Rusia tiene acceso cómodo, a través del Bósforo, a las aguas del mar Mediterráneo. Rusia perdería, sin Ucrania, una buena parte de su peso político.
No se puede perder de vista que Estados Unidos, desde la caída de la Unión Soviética, ha ido tendiendo un cerco militar a Rusia mediante la concertación de alianzas con antiguas repúblicas de la desaparecida potencia socialista, que han facilitado la instalación de bases militares en Georgia, Uzbekistán y Kirguizistán. La OTAN, por su parte, ha incorporado a su seno a las tres repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania), así como a Hungría, Polonia, República Checa, Bulgaria, Eslovenia, Eslovaquia, Croacia y Albania, en Europa del Este.
Estos factores son claves para entender el juego. La entrada de Ucrania a la esfera de influencia europea y norteamericana ayudaría a completar el cerco militar a Rusia. Sin Ucrania difícilmente Rusia podría tener el protagonismo político que tiene en la actualidad. Occidente lo sabe y se mueve con determinación, pero con mucha cautela, pues se trata de una potencia mundial.
Claro, la “batalla por Ucrania” se recrudeció porque la precaria situación económica del país, la falta de recursos para hacerle frente al servicio de su deuda externa, lo colocaron en la difícil situación de tener que decidir entre la oferta de la UE y la de Rusia. Yanukóvich propuso una fórmula para conciliar ambos intereses al plantear la creación de una mesa tripartida para discutir el futuro de su nación, pero los europeos lo conminaron a escoger entre una cosa u otra. Su decisión de “congelar” las negociaciones con la UE, lo que de paso cerraba la posibilidad de una asociación con la OTAN, cayó como un balde de agua fría. De ahí el revuelo causado, tanto dentro como fuera de Ucrania.