Opinión

La República Dominicana es una historia de éxito en el desarrollo del turismo caribeño. Con un arranque planificado hace casi 40 años, la industria sin chimeneas como le llamaban, se ha convertido en el principal aporte de divisas a la economía nacional y aporta el 7% del PIB de la nación, a pesar que ha llegado a ser un 14% en ciertos momentos. La relación empleo directo por dólar invertido no es tan intensa como otros sectores, verbigracia la industrias de zona franca de exportación o los otros servicios, pero crea encadenamientos productivos muy vastos con la agricultura, los servicios, el comercio, los transportes, la restauración y los servicios de diversión, entre otros.

El turismo en nuestro país es fundamentalmente de playa, sol y clima. Desde su inicio como sector de rápido crecimiento en la década de los 80, las infraestructuras hoteleras de playa crecieron al amparo de amplios incentivos fiscales, financiamiento provisto por el estado vía Infratur, infraestructuras construidas tanto por el sector público como el privado –Playa Dorada, Aeropuerto de Puerto Plata, Aeropuerto de Punta Cana, Aeropuerto de Samaná y de La Romana, modernización de carreteras y autopistas, construcción de acueductos y saneamiento, entre otras-.

Durante los años 80 y 90 se verificaron tasas de crecimiento de dos dígitos, en ocasiones cercanas al 20% interanual. Igualmente la propuesta programática del Presidente Danilo Medina tuvo como uno de sus pilares, acciones y estrategias para llegar a igualar la población con la cantidad de visitantes, en la actualidad 10 millones. Una estrategia inteligente y ambiciosa pero que es totalmente posible lograr. Para ello hay acciones que debe hacer el sector público y otras el sector privado.

El Talón de Aquiles de esta meta es la falta de infraestructura y el elevadísimo costo de la energía eléctrica básica para la industria. El caso del abastecimiento de energía eléctrica lo dejaremos para otro trabajo, ya que el gobierno ha enunciado su estrategia (discurso del Presidente Medina en la Asamblea Nacional del 27 de febrero de 2013) y ha iniciado la contratación para la construcción de plantas por el sector público.

Lo importante ahora es poder mantener la competitividad en el turismo de playa, complementado con ofertas como el golf, la restauración, centros de diversión, compras con deducción del ITBIS, seguridad, limpieza del entorno, entre otras. Sin embargo hay que definir los nuevos nichos para un crecimiento rápido de la industria. A nuestro entender hay dos: el turismo de cruceros y el turismo cultural, fundamentalmente en el Casco Histórico de Santo Domingo. Esos dos nichos, aprovechados a plena capacidad, pueden aportar millones de nuevos visitantes y un derrame en la sociedad mucho más vasto que el turismo de playa y sol.

Comencemos con el turismo de cruceros. Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), en el mundo se generan 20.6 millones de viajeros en cruceros a nivel mundial. Los principales destinos turísticos de cruceros son el Estados Unidos/Canadá con 11.5 millones, Europa con 6.5 millones, seguido por Brasil con 800.000 en 2011. El crecimiento interanual del turismo de cruceros es de un impresionante 10%. Existen otros nichos como Alaska, el Cono Sur de Chile y Argentina, los fiordos de Noruega, enclaves en el sur asiático, pero son menores que los tres principales mencionados. La República Dominicana se encuentra en el justo medio del Mar Caribe, tanto el Caribe Occidental como el Caribe Oriental se juntan en la Isla de Santo Domingo de la cual ocupamos dos tercios de extensión y costas. Nuestra proximidad a las bases principales de cruceros en La Florida y la costa este de Estados Unidos, y las ventajas climáticas que tenemos, hacen potencialmente de nuestro país un fuerte competidor para el turismo de cruceros. Sin embargo hay que identificar los nichos, las acciones y políticas a implementar.

Dos ejemplos interesantes de analizar son los casos de Bahamas y de Puerto Rico. Bahamas es un archipiélago de más 700 islas y cayos al norte de las islas de Cuba y Santo Domingo y al oeste de La Florida y los Estados Unidos. Su ubicación geográfica y la estabilidad política y social de esta antigua colonia británica le permitieron convertir la recepción de cruceros en la principal actividad económica. Según las últimas estadísticas, Bahamas sobrepasa los US$ 31.000 de ingreso per capita, que con una población de 320.000 habitantes, recibe más de 4 millones de turistas, fundamentalmente a través de los cruceros. Para ello el gobierno bahameño ha desarrollado una política de infraestructuras marítimas y terrestres extensa para el desarrollo del turismo, particularmente de turismo de cruceros, playas y compras. Puerto Rico por su parte, con un turismo receptivo decreciente desde los años 70, puso en práctica una estrategia de incentivar y crear atractivos para convertirse en la sede regional, aparte de Miami y Cabo Cañaveral, de las principales líneas de cruceros. Puerto Rico ha logrado que algunas de las principales empresas de cruceros, como Royal Caribbean y Carnival, tomen el puerto de San Juan como puerto base de salida y llegada de pasajeros en El Caribe, contando con una importante infraestructura aeroportuaria. Igualmente el gobierno de la isla hizo un gran trabajo de recuperación del Viejo San Juan y su entorno, teniendo muchos menos atractivos que la ciudad primada de América construida por los europeos, como es el caso de Casco Histórico de Santo Domingo.

Por ello, los dominicanos hemos tardado mucho en girar hacia la captación masiva de cruceros. Con una geografía diversa y hermosa, la República cuenta con el Centro Histórico de Santo Domingo, accesible a pie por los turistas si se decide una vez por todas transformar el lado occidental del puerto de Santo Domingo en únicamente una terminal de cruceros. Ya en los inicios de los años 1990 el ex Presidente Balaguer inició esa transformación con la construcción de la Avenida del Puerto, la construcción de una terminal de pasajeros, y las obras iníciales de recuperación total del Centro Histórico de Santo Domingo y sus principales monumentos. En estos momentos, únicamente porque el Banco Interamericano de Desarrollo aportó un préstamo de 30 millones de dólares es que vemos actividad en las calles Isabel La Católica y Arzobispo Meriño. La recuperación de aceras y el soterramiento del cableado deben extenderse a toda la ciudad amurallada. Llevar a cabo el proyecto que añoró el Presidente Balaguer de sacar o reconstruir la muralla completa, desde el Malecón hasta Santa Barbará, demoliendo todas las construcciones adosadas a la vieja muralla en la calle Palo Incado y en la avenida Mella. Hoy esos lugares están en una depresión económica pasmosa, que con la recuperación de la muralla, pueden recobrar valor y desarrollar toda una serie de nuevas actividades.

Junto con la recuperación de la muralla, el adoquinamiento de las calles, el soterrado total del cableado y un fondo para recuperar inmuebles y fachadas de casas, el Centro Histórico de Santo Domingo es uno de los mayores activos de Santo Domingo y puede atraer millones de turistas y convertir el puerto de la capital en un puerto de cruceros central en El Caribe. Tenemos la infraestructura aeroportuaria y la grandiosidad de la vieja ciudad colonial. ¿Qué otros elementos hay que incorporar? Un fondo para financiar el establecimiento de negocios como restaurantes, bares, discotecas, y centros culturales. La construcción masiva de estacionamientos para los vehículos, ya sean soterrados o recuperando estacionamientos en edificios abandonados construidos en la era de Trujillo. Construir la cuatro estaciones del Metro de Santo Domingo que conectarán el Parque Colón con le Línea 2 del Metro, con 4 estaciones desde V Centenario, pasando por San Carlos, Parque Independencia, Calle El Conde y Parque Colón. Diseñar y poner en práctica un adecuado servicio de vigilancia policial, seguridad, abastecimiento de agua potable, alcantarillado y recogida y disposición de basuras y limpieza urbana. Este programa conlleva mucho más de los US$ 30 millones del BID. Probablemente necesite cientos de millones de dólares del presupuesto nacional, pero hay que hacer un plan total, y transformar la vieja ciudad de Santo Domingo en uno de los principales atractivos turísticos del país. Ya lo es pero hay un largo camino por recorrer.

En esa estrategia también hay que incorporar la Costa Norte de la isla, restaurando y haciendo una terminal de cruceros en Puerto Plata donde opera hoy el viejo puerto comercial, construyendo el proyecto de La Puntilla, que será un parque de esparcimiento, histórico (Fortaleza de San Felipe, Fortificaciones del Siglo XIX y antigua cárcel), cultural con la construcción de un anfiteatro tipo Altos de Chavón. Lo que dará un aire nuevo a Puerto Plata y a su turismo. Terminar de desarrollar la terminal de cruceros de Samaná, planteada en la ciudad de Samaná.

No hay que hablar de los atractivos para los turistas de cruceros de esa península tan particular y su bahía. En La
Romana la iniciativa privada ha construido una terminal pequeña, que hay que ayudar a expandir y consolidar. Hacer los estudios de una posible terminal en Punta Cana, que permita aprovechar los grandes atractivos del principal polo del país y encadenarlos con su aeropuerto. La experiencia de Playa de Carmen en México, que sin muchas atracciones, ha incorporado la magnífica naturaleza caribeña de la zona y los hoteles, es a emular. En fin, el turismo de nichos, como el ecoturismo, el turismo de montaña, el turismo cultural, el turismo de salud y de deportes –convirtiendo el Estadio Quisqueya en un estadio de nivel de MLB y trayendo juegos de equipos de grandes ligas-, junto con el golf y eventualmente la pesca de placer, y una red de marinas deportivas que cubran toda la costa norte, este y sur de la isla. Esa estrategia permitirá alcanzar la meta de los 10 millones de turistas y superarla.

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