¿Cual es el propósito del cerebro en los que lo tienen? Hasta ahora parece que la mayoría de los científicos aceptan que el propósito principal de tener un cerebro es para moverse en su entorno con sentido, para sobrevivir, crecer y multiplicarse. En ese sentido los humanos no somos diferentes a los demás organismos con cerebros.
También parece haber acuerdo entre muchos neurocientistas de que solo el 5% de nuestras actividades cognitivas (acciones y reacciones, razonamientos y emociones) las hacemos conscientemente y el 95% inconscientemente. También sabemos que es un mito aquello de que solo usamos el 10% de nuestro cerebro; pues se ha comprobado que usamos el 100% de nuestros cerebros el 100% del tiempo, aunque estemos durmiendo o inconscientes. Pero es mucho mas lo que ignoramos que lo que sabemos del cerebro humano. Se estima que los neurocientistas ignoran mas del 99% de lo que hay que conocer del cerebro; pero con solo el 1% que estamos aprendiendo sobre el cerebro, ya es mucho lo que se puede derivar para las ciencias que tienen que ver con la acción humana, como las ciencias políticas y económicas.
Mientras no se sabia como funcionaba el cerebro humano, los cientistas políticos basaban sus teorías en supuestos sobre el comportamiento humano. Se asumía que el ser humano es una especie de Homo Politicus, pero no entraban mucho en como pensaba ese Homo Politicus. Es solo recientemente que la neurociencia está comenzando a enseñarnos como funcionan nuestros cerebros y como este interactúa con el resto de nuestro cuerpo y con otras personas. Y esta surgiendo una nueva ciencia política: la Neuropolítica.
La Neuropolítica se ocupa de investigar las relaciones entre el cerebro y la política, con especial atención a la interacción humana dentro y entre grupos políticos. Esta nueva disciplina combina diversos elementos de dos ciencias: la neurociencia y la ciencia política, pero también algo de psicología, psiquiatría, genética y otras disciplinas. De lo que se trata es de usar estos y otros elementos para descifrar las grandes preguntas de la ciencia política, como el por que la gente toma decisiones políticas o para saber como evalúa el electorado a los políticos o para entender como interactúan las personas dentro de sus grupos políticos.
Algo similar ocurre en la ciencia económica, donde por ignorancia sobre la neurociencia los economistas usualmente asumen supuestos simplistas sobre el ser humano, como el supuesto del homo economicus: que el humano es un ser racional enfocado en procurar su bienestar y defender sus intereses, actuando en consecuencia para maximizar su bienestar como consumidor y sus beneficios como productor, usando el mínimo esfuerzo y gastando lo menos posible. Para entender esto hay que entender la envidia de los economistas por la popularidad, elegancia, admiración y respeto hacia la ciencia Física durante los siglos 19 y 20. Copiando y extrapolando, muchos pensadores económicos tomaron pautas de la Física como ciencia y quisieron aplicarlas al comportamiento humano económico. Aunque hoy nos parezca absurdo y poco científico este enfoque, el hecho es que muchas de las teorías económicas en que actualmente se fundamentan las políticas económicas de los gobiernos modernos, son teorías que se basan en modelos de la ciencia física aplicada a la economía. Pero nosotros no somos objetos físicos nada más, nosotros tenemos un cerebro. Y si la ciencia económica ha de avanzar tiene que entender y utilizar la neurociencia en su marco teórico y en el diseño y aplicación de políticas económicas.
Existe pues la necesidad de una nueva neurociencia y una nueva ciencia económica, una Neuroeconomía. La Neuroeconomía es un conjunto interdisciplinario que busca entender y explicar los procesos humanos de toma de decisiones, la capacidad de identificar las diversas opciones, sus posibles y probables consecuencias, y de, en base a su comparación, la evaluación poder tomar las mejores decisiones, para lograr avanzar al máximo hacia el objetivo de cada como individuo o como parte de un grupo.
La Neuroeconomía estudia como la conducta económica puede ayudarnos a entender el cerebro y como la neurociencia puede ayudarnos a entender mejor como funcionan los mercados y los sistemas económicos. Los neuroeconomistas usan metodologías de la investigación de la economía experimental así como de la psicología y la biología, permitiéndole entender de una manera mas amplia y profunda la toma de decisiones de las personas y grupos de personas.
Es tiempo de que los economistas vayamos enterrando al homo economicus, que ya nos sirvió lo bastante cuando no sabíamos nada sobre el cerebro y que vayamos estudiando al homo sapiens sapiens como los que es: un ser humano físico, químico, biológico, consciente e inconsciente que toma decisiones económicas racionales y emocionales continuamente.
Seguir formulando políticas económicas basadas en teorías económicas basadas en la física, no es solo errado sino algo peor: es conducir a segmentos enteros de la población a sufrir las consecuencias de los errores de algunos economistas y de los políticos que les hacen caso.