Desde los años 70s comenzó la preocupación en todo el mundo por la creciente pérdida de los extraordinarios bosques tropicales. En la República Dominicana, la explotación de los bosques para la comercialización de maderas preciosas en el mercado internacional fue, desde antes del siglo pasado, una gran fuente de acumulación de riqueza para muchas familias de renombre, cuestión que se acrecentó durante la dictadura trujillista que detentó el poder político por más de 30 años, de 1930 hasta 1961.
La expansión de la agricultura y la ganadería extensiva en las zonas altas, dieron el empuje final para colocar nuestra cobertura forestal en alrededor de un 8%.
La explotación ha sido tal que muchas zonas antes cubiertas de abundantes bosques y frágiles ecosistemas, quedaron en condiciones de ser asistidas en su recuperación para que puedan seguir ofreciendo o volver a ofrecer los servicios ambientales que están llamados a dar a la sociedad como contribución al bienestar general.
En respuesta a esta problemática, los gobiernos del PLD han creado y ejecutado con mucho éxito, el Plan Nacional Quisqueya Verde, con el cual se ha logrado plantar más de 100 millones de árboles en el territorio nacional, lo cual, sin lugar a dudas, ha contribuido a la recuperación de la cobertura vegetal de República Dominicana, que es hoy de 39.9 % por ciento, según el último estudio del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
No obstante, debemos reconocer, que no todo se debe al Plan Quisqueya Verde, ya que buena parte del incremento de la cobertura vegetal es consecuencia del auto regeneración de nuestros bosques. Y en este sentido, es importante que apelemos a ese potencial que tiene la naturaleza para auto-regenerarse, siempre y cuando se den las condiciones necesarias y suficientes para ello, razón por la cual es absolutamente necesario impedir la tala y quema de los bosques nativos que nos quedan.
Los bosques nativos encierran una riqueza y diversidad únicas y su destrucción por cualquier causa puede extinguir para siempre la multitud de vida y elementos que encierran, privándonos, además, de sus indispensables servicios ambientales.
A pesar de su indudable importancia, la reforestación o replantación no logra jamás reconstruir o restaurar el bosque a su estado natural, además de que los costos en protección y vigilancia para impedir que se elimine el bosque natural son sustancialmente inferiores al precio de la repoblación vegetal. Se puede decir, sin temor a equivocarnos, que la primera causa de pérdida de biodiversidad es la eliminación de los bosques nativos, no que no haya bosques suficientes.
Son razones más que valederas para que hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para la conservación de los bosques naturales de la República Dominicana.-