Los grandes acontecimientos que han provocado cambios sustanciales en el estado de la correlación de fuerzas entre los distintos países generalmente han sido sucedidos por modificaciones sustanciales en el mapa político del mundo, como consecuencia de procesos de reorganización geopolítica.
Por ejemplo, como consecuencia de la primera mundial dejaron de existir los imperios alemán, austro-húngaro, ruso y otomano. A expensas de los territorios del segundo de estos imperios se crearon Checoslovaquia, Austria, Hungría y el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, que posteriormente pasó a denominarse Yugoslavia. Además, resurgió Polonia, que había dejado de existir luego del colapso de la unión que conformó con la república de Lituania en 1795 y cuyo territorio se repartió entre Rusia, Prusia y Austria.
Al antiguo imperio Otomano se le impuso, el 10 de agosto de 1920, el tratado de Sevres. Sin embargo, a consecuencia de la guerra de independencia de Turquía se negoció un nuevo tratado, el de Lausana en 1923, el cual dividió formalmente el territorio del antiguo Imperio Otomano. Mediante ese tratado se establecieron las fronteras de Turquía, Grecia y Bulgaria. Además, se le puso fin a la soberanía turca sobre los territorios de Chipre, Siria, Irak, Egipto y Sudán, entre otros territorios.
Rusia, por su parte, hubo de afrontar la revolución de los bolcheviques, que tomaron el poder en 1917. Del antiguo imperio ruso se independizaron Estonia, Letonia y Lituania, aunque estos territorios fueron incorporados años más tarde a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Las transformaciones a que fue sometido el mapa político del mundo no siempre tomaron en consideración los aspectos étnicos, lingüísticos y culturales, y las consecuencias futuras de promover la unión de grupos de distintas nacionalidades con serias contradicciones entre sí.
Por ejemplo, Checoslovaquia se creó mediante la fusión de Bohemia y Moravia, una región de habla checa, con Eslovaquia, que era parte de Hungría, habitada mayoritariamente por eslovacos. Estos últimos, al igual que otros grupos minoritarios, como austríacos y húngaros, nunca estuvieron conformes con el predominio checo dentro del nuevo estado. Algo parecido ocurrió con lo que posteriormente pasó a denominarse Yugoslavia.
En el caso de las posesiones del antiguo Imperio Otomano se intentaron soluciones distintas. Por ejemplo, el tratado de Lausana, que fue firmado por Turquía, Grecia y los Aliados de la Primera Guerra Mundial, contemplo un intercambio de población entre los primeros dos países. Así, más de millón y medio de griegos fueron trasladados desde el territorio turco, mientras que del territorio de Grecia se repatriaron cerca de 700 mil turcos. Pero la experiencia de Chipre, donde ha sido difícil la coexistencia entre la población de origen griego y la de origen turco habla de las dificultades para encontrar soluciones óptimas. En 1974 Turquía ocupó el norte de la isla, en donde, además, existen dos enclaves soberanos pertenecientes al Reino Unido de Gran Bretaña.
La Segunda Guerra mundial también produjo cambios geopolíticos importantes. Por ejemplo, Alemania fue dividida en dos (la República Federal y la República Democrática de Alemania) y casi todo el este de Europa se hizo socialista. Las antiguas posesiones de las potencias perdedoras en esa gran conflagración pasaron al área de influencia de los aliados.
Tras el fin de la Guerra Fría, que no incluyó enfrentamiento armado alguno entre las dos grandes potencias, aunque sí puntos calientes en la periferia donde indirectamente las mismas midieron sus capacidades, han emergido a la vida independiente una impresionante cantidad de Estados.
Por ejemplo, como consecuencia del colapso de la Unión Soviética en 1990 surgieron como países independientes Ucrania, Bielorrusia, Lituania, Letonia, Estonia, Moldavia, Armenia, Turkmenistán, Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán, Tayikistán, Azerbaiyán y la Federación Rusa.
A su vez, como consecuencia del desmembramiento de la antigua Yugoslavia se crearon Serbia, Montenegro, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Bosnia Herzegovina y Kosovo, mientras que Checoslovaquia se dividió en dos: la República Checa y Eslovaquia.
El crecimiento de la cantidad de estados independientes, como puede apreciarse, se explica en parte por el desmembramiento de la URRS y el bloque socialista. Pero no sólo por eso. Como bien establece el destacado Juan Enríquez Cabot, miembro del Centro de Estudios Latinoamericanos David Rockefeller de la Universidad de Harvard en su libro “Los Estados Desunidos de América”, el objetivo de la mayoría de las guerras actuales es hacer los países más pequeños, no más grandes.
Observa el intelectual mexicano que desde 1900 hasta 1950 se crearon un promedio de 1.2 países por año. Desde 1950 a 1990, este promedio se elevó a 2.2, mientras que en la década de los noventas llegó a tres por año.
En 1990 Naciones Unidas tenía 159 miembros. Actualmente la entidad agrupa a 193 Estados independientes.
Los movimientos separatistas sacuden África
Hoy en día existen en el mundo decenas de conflictos separatistas motivados por razones distintas, desde diferencias étnico-religiosas, lingüísticas y tribales, por una parte, y los malos repartos del poder políticos, las inequidades en la distribución de las riquezas, las contradicciones motivadas por intereses económicos, geopolíticos y geoestratégicos de grupos internos o de las grandes potencias y empresas transnacionales, por la otra.
África es el continente con mayor número de conflictos separatistas. El miembro más joven de Naciones Unidas es Sudán del Sur, que se separó formalmente de la República del Sudán el 9 de julio de 2011 mediante un referéndum celebrado en enero de ese año. La Asamblea General de ONU lo aceptó como miembro el 14 de julio de 2011.
Durante más de 20 años Sudán vivió un conflicto étnico, religioso y económico entre las poblaciones del norte, donde predomina la cultura e idioma árabes y se profesa la religión islámica, y el sur, donde son mayoritarios los individuos pertenecientes a distintas etnias nilóticas de religión cristiana y animista.
Las disputas se produjeron sobre todo por los beneficios de los recursos naturales, principalmente el petróleo. El sur posee el 75 % de las reservas de petróleo de todo Sudán, mientras que en el norte se concentraron las refinerías, los oleoductos y las instalaciones portuarias desde las que se exporta esta riqueza.
Los mismos intereses económicos, a su vez, enfrentaron a distintos grupos étnicos de Sudán del Sur, donde otro un conflicto armado ha provocado miles de muertos luego de proclamada la independencia, afectando la exportación petrolera y, por tanto, los ingresos de la parte sur.
En Etiopía, país del que se separó Eritrea en 1993, existe un fuerte movimiento separatista en Ogaden, en la parte este, poblada mayoritariamente por somalíes. Ogaden, un inmenso territorio de 279, 252 kilómetros cuadrados, fue motivo de un enfrentamiento armado entre Etiopía (apoyada por la Unión Soviética y Cuba) y Somalia (apoyada por Estados Unidos) entre 1997 y 1978, el cual culminó con la victoria etíope. El frente Para la Liberación Nacional de Ogaden lucha actualmente por la independencia de la región, aunque también existen allí grupos que piden la reunificación con Somalia.
En este último país, por su parte, existe desde 1991 un territorio independiente de facto con el nombre de Somalilandia, que tiene su propia constitución, su propio gobierno y su propia moneda. En el 2005 se celebraron elecciones en este territorio, las cuales fueron declaradas justas por observadores de siete países.
Harto conocido es el conflicto en el Sahara Occidental, ocupado casi en su totalidad por Marruecos tras la salida del territorio por parte de España. En 1976 el Frente Polisario proclamó su independencia, con el nombre de República Árabe de Saharaui Democrática, que obtuvo un amplio reconocimiento internacional.
Actualmente existen movimientos separatistas en Malí, Nigeria, Uganda, Burundi, Liberia, Sierra Leona, Angola, Kenia, Níger, Senegal, Mauritania, Togo y Ruanda, entre otros.
El secesionismo de moda en Europa
En Europa existen viejos movimientos secesionistas, como los del País Vasco, Cataluña, Andalucía e Islas Canarias en España, o el de la isla francesa de Córcega, que tiene una extensión de 8,680 kilómetros cuadrados y una población de poco más de 300,000 habitantes.
Sin embargo, la crisis económica que ha afectado la mayoría de los países europeos, la búsqueda de sus responsables y la inconformidad por las soluciones impuestas a la población son factores que han contribuido a la exacerbación de los ánimos regionalistas y a la búsqueda de alternativas como territorios independientes.
La ola secesionista que afectó los Balcanes, donde intervinieron a favor las grandes potencias agrupadas en la OTAN, particularmente el precedente de Kosovo, ha servido también de aliento. Este último caso fue esgrimido por Moscú recientemente para justificar su apoyo a la consulta popular celebrada en Crimea para decidir su independencia de Ucrania y su reincorporación a Rusia, país al que perteneció hasta 1954.
Las grandes manifestaciones que han tenido lugar en Cataluña, en donde el gobierno regional y los principales partidos políticos representados en el parlamento local han respaldado la realización de un referéndum para decidir el futuro de la región, pese a la enérgica oposición del gobierno, parece ser una expresión de este fenómeno.
Algo parecido ha venido ocurriendo en Escocia, que fue un estado independiente hasta que en 1707 pasó a formar parte, junto con Inglaterra, del Reino Unido de Gran Bretaña. Escocia, sin embargo, ha tenido desde entonces su propio sistema legal, educativo y religioso, lo que le ha permitido conservar su propia identidad. A finales del presente año los escoceses se proponen celebrar un referéndum para decidir si ratifican o dejan sin efecto el Acta de Unión con Inglaterra.
Los sentimientos regionalistas han tenido impulso también en Bélgica, en donde existe el riesgo de que el país se divida en dos a consecuencia de un conflicto entre los flamencos de habla holandesa que habitan en el norte y los habitantes francófonos de Valonia en la parte sur.
También existe un movimiento separatista en la región de Tirol del Sur, en los Alpes italianos. Se trata de un territorio con una comunidad germano parlante integrada por más de 350 mil individuos. Dicho territorio fue parte de Austria hasta que Italia lo ocupó en 1918, al finalizar la Primera Guerra Mundial.
El separatismo presente también en América
Las fronteras en América no han sufrido cambios desde 1903 cuando Panamá se separó de Colombia. Antes de ese hecho se recuerda la proclamación de independencia por parte de Texas, que hasta 1836 fue parte de México, y su incorporación posterior a Estados Unidos en 1848.
Ese hecho provocó la guerra entre Estados Unidos y México, que terminó con la victoria del primero y la anexión a la unión americana de los territorios de Nuevo México, Arizona, California, Nevada, Utah y parte de El Colorado.
La compra de Alaska, un territorio de 1.518.800 kilómetros cuadrados, por parte de Estados Unidos al Imperio ruso, la cual tuvo lugar en 1867, fue otro hecho significativo, lo mismo que la incorporación de Puerto Rico a la unión americana como Estado libre asociado, ocurrida luego de la guerra hispano americana en 1898.
Actualmente dentro de Estados Unidos existen movimientos separatistas en Puerto Rico, Hawái (se incorporó a la Unión Americana en 1898, luego de la guerra hispano-americana, pasando a ser el Estado No. 50 luego del referéndum que tuvo lugar en 1959), Vermont (fue república independiente durante década y media hasta que se convirtió en el estado décimo cuarto de los Estados Unidos) y Texas, donde algunos grupos nacionalistas se sienten desprotegidos por los flujos migratorios.
Por su parte, en Canadá existe un movimiento independentista más o menos fuerte en Quebec, donde la población mayoritariamente francófona se siente discriminada por los anglocanadienses.
En América Latina se brotado movimientos separatistas en Santa Cruz, Bolivia, donde las élites blancas de la más rica región del país han promovido la independencia, sobre todo luego del ascenso al poder de Evo Morales, de origen aymara, quien decretó la nacionalización de las riquezas del país, antes en manos extranjeras.
También en el Estado venezolano de Zulia, donde se concentra una buena parte de la riqueza petrolera del país, diversos grupos llegaron a promover la celebración de un plebiscito que con fines separatistas, inconformes con la política de Hugo Chávez. En Guayaquil, el mayor puerto de Ecuador, existe también un proyecto de independencia.
En un próximo trabajo echaremos un vistazo a los movimientos separatistas de Asia y Oriente Medio, donde los hay tan complicados como el de los palestinos y los kurdos (grupo étnico disperso en los territorios de distintos países como Irak, Turquía y Siria, pero que no tiene su propio estado), así como los que se protagonizan en algunas regiones pertenecientes a antiguas repúblicas soviéticas como Ucrania, Georgia, Azerbaiyán y Uzbekistán. También los de China, India, Pakistán y Sri Lanka, entre otros.