Paíno Abreu Collado

En la sección “De buena tinta” de Diario Libre, del pasado lunes 31/03/14 apareció un escrito bajo el título “¿Dónde están los ministros?”. Preguntándose el diario: ¿qué hacían los secretarios o ministros de agricultura -y luego le agregó- y los administradores del Banco Agrícola, que no se habían dado cuenta de la importancia económica, incluso para la exportación, de diversos rubros agrícolas como la tayota y el orégano?
Debido a que en los pasados períodos de gobierno de PLD estuve buena parte del tiempo como Administrador Generar del Banco Agrícola, me siento aludido y no puedo ni debo hacer como el avestruz. Puedo hablar por mí.
En primer lugar debo decir, que tal y como parece entenderlo Diario Libre, quien suscribe, también está muy complacido con la política del Presidente de visitar y escuchar por si mismo las necesidades de pequeños productores del campo, artesanos y emprendedores diversos, quienes probablemente nunca habían sentido tan cerca la presencia y el respaldo directo del gobierno. Creo que el presidente hace justicia social con dicha práctica, pero en honor a la verdad habrá que ver, en futuras evaluaciones, si el método de financiamiento será exitoso.
La creencia, bastante generalizada, es que si el dinero viene del gobierno es un regalo. En el caso del Banco Agrícola, la gente no se imagina lo que ha costado crear la cultura de cumplimiento que se ha ido logrando.
Aprendí en mis años en el Bagrícola que los pequeños productores siempre son bien intencionados respecto a pagar lo que toman prestado, pero la agricultura es tan riesgosa que nunca se sabe si la cosecha llegará a su fin. Por fortuna, ahora, los créditos formales pueden cubrir sus riesgos vía Agrodosa. No así los informales.
También, aunque no venga al caso, en el Bagrícola aprendí que las mujeres pagan mejor que los hombres sus compromisos financieros, y por eso eliminé la vieja práctica que prohibía otorgar crédito a mujeres sin la firma solidaria de un hombre. En realidad, en muchos casos debería lo contrario.
Algunos hechos. En el año 1997 iniciamos en el Bagrícola un programa de crédito forestal, renglón del que se importan más de US$200.0 millones en madera y subproductos, y para el cual el país tiene sobrada superficie disponible. Por desgracia, igual que para frutales, el programa no pudo ser más que simbólico porque su financiamiento debe ser a largo plazo (10, 15 y 20 años), para lo cual nunca hubo recursos.
En el 2007 los productores de casabe decían que no había yuca amarga. Me trasladé a Monción y Santiago Rodríguez y abrimos un programa de 50 millones de pesos para ese cultivo. Los agricultores solo tomaron préstamos por 5 millones y al año había tanta yuca que algunos tuvieron problemas para saldar porque los precios se deprimieron. Sugerí a los casaberos que hicieran un producto más gourmet para incrementar la demanda tanto aquí como en el exterior. Los resultados ya se ven.
Cuando me di cuenta que en Villa Altagracia y Bonao se producía tanto orégano, una parte con crédito del Banco Agrícola (bajo mi administración se otorgaron 249 préstamos por unos 23 millones de pesos), me trasladé al kilómetro 59 de la autopista Duarte y visité un pequeño agroempresario que tiene un molino donde lo convierte en el polvillo que se vende en los supermercados. Le hablé del potencial de exportación que tenía en sus manos y le ofrecí todo el financiamiento necesario para tecnificar y modernizar su empresa. No pude ver el aceite pero dejé el horno encendido.
El éxito del cultivo de tayota y su exportación a Haití, es muy conocido en Jarabacoa, donde las condiciones agroclimáticas le benefician sobremanera. Por desgracia, mucha de esta producción se está haciendo en terrenos con alto grado de pendiente en la cuenca del río Yaque del Norte, provocando, junto al cultivo de habichuela y otros de ciclo corto, el cuadro de erosión que está poniendo en jaque al río y a la Presa de Taveras.
En cada período de sequía, los ganaderos de la Línea Noroeste se quejaban de la falta de agua para su ganado. Abrimos un programa para financiamiento de pozos, bombas sumergibles y paneles solares para extraer agua del subsuelo, igual que para la construcción de micro hidroeléctricas. Tardaron en aceptar la oferta, porque lo que querían era que el gobierno les resolviera el problema natural de la sequía climática recurrente en la zona, cuya solución estaba y está al alcance de cualquiera con una pequeña inversión financiada por el Banco y la energía gratuita y permanente del sol.
En el caso de la energía hidráulica, solución perfecta para muchas comunidades en zonas altas, en el país ya hay 27 microcentrales ofreciendo la energía más barata que se pueda soñar, durante las 24 horas del día, y de paso la gente se educa sobre las ventajas de utilizar adecuadamente los recursos naturales.
Fue objeto de nuestra atención la piscicultura, la producción de miel de abeja, para la que hay una gran demanda insatisfecha en el exterior; por igual las uvas de Neyba, rubro de gran potencial y poco desarrollado. También la artesanía, el cultivo de fresa, vegetales chinos, flores, viveros de plantas, y hasta cundeamor y una pequeña clínica rural se financió en La Vega.
En fin, yo estuve en mi puesto e hice lo que pude a favor del desarrollo de actividades no tradicionales, tratando de despertar emprendedores en el campo, pero la verdad es que los recursos de que dispusimos tuvieron que ser comprometidos, mayormente, para el financiamiento de cultivos tradicionales o para atender herencias perversas. La historia tendrá que recordar, que tuvimos que tomar un préstamo en el Banco de Reservas por 2,000 millones de pesos al 13%, para a su vez prestarlo al 6% a los agricultores y ganaderos afectados por las tormentas Noel y Olga, y el mismo fue saldado hasta el último centavo por el Banco Agrícola.
En respuesta a Diario Libre, digo, estuve en mi puesto, sabía lo que tenía que hacer y me juzgo eficiente, lo cual no quita compartir la preocupación de dicho medio de comunicación cuando ve al propio Presidente “tirado a la calle”, dedicado a funciones que deberían ser responsabilidad de otros.