En las grandes ligas, hablar de jardineros dotados de brazos fuertes, poderosos y certeros, es lo mismo que hablar de CesarÍn Geronimo, cuatro guantes de oro en la segunda mitad de la década de los años 1970 con los Rojos de Cincinnati y la «Gran Maquinaria Roja.
«Mis 18 años en las mayores lo disfruté al máximo y logré mi sueño de jugar en el mejor beisbol del mundo», afirmó Gerónimo en un conversatorio «CON LOS PROTAGONISTAS Y LEYENDAS DEL DEPORTE», que produce en la Casa Nacional del PLD, cada semana la Secretaría de Deportes del Partido de la Liberación Dominicana, que dirige Felipe Payano, miembro del Comité Central y titular del organismo partidario.
Indicó que firmó para las grandes ligas a los 18 años, en 1967, en su natal provincia de El Seybo, por el escucha José- Pepé- Seda, para la organización de los Yankees de Nueva York.
Expuso que entró al Seminario católico de la comunidad a los 14 años para estudiar Sacerdocio y luego de cuatro años y algo se dio cuenta que no era su vocación y decidió salir del mismo, a pesar de que sus padres se opusieron.
Gerónimo narró que su padre, don César Gerónimo, fue su gran consejero y fue quien hizo los contactos con el estelar lanzador de los Tigres del Licey, GuayubÍn Olivo, en la década de los 60, para le buscara una persona que viera a su hijo.
Narró que su padre viajaba todos los días a Santo Domingo desde el Seybo en un carro de trabajo y visitaba mucho el hotel donde se quedaban los jugadores de los Tigres del Licey y ahí conoció a GuayubÍn Olivo.
Adujo que Olivo hizo los contactos con José- Pepé- Seda y junto a otros prospectos fueron a verlos a El Seybo, una provincia al Este de la República Dominicana.
Precisó que ese día solo lo vieron jugar defensa, no lo vieron batear y le hicieron la salvedad de que tenía que tomar más libras porque estaba muy «delgaducho» y que volvería en poco tiempo a verle.
Sostuvo que también vino un escucha boricua que pertenecía a los Mets de Nueva York a verlo y lo notó muy delgado y dijo que volvería después. Sin embargo, Seda se le adelantó y lo firmó primero.
«Me ofreció 2,000 mil dólares y como joven ilusionado le pedí que me dieran 2,500 y me dijo en tono fuerte: «No, eso es demasiado, si quiere tomas los 2,000». Y lo tomó. Expuso que jugaba softbol en ocasiones y lo que si jugaba mucho era el baloncesto. «Lo menos que jugué fue béisbol en mi tierra».
Su puntería y certeza
Narró que fue un «don divino» que le dio el Creador con relación a su potente brazo, su fildeo y certeza al tirar a las bases. «Siempre tuve buena dirección en tirar a las bases y siempre quería que en los juegos batearan por el jardín central para hacer lances a las bases.
«Franklin Taveras en los años 1976 con las Aguilas se me fue dos veces para tercera y me llegó, pero fue que el tercera base dejó escapar la pelota, estaba out», expuso con una amplia sonrisa.
Dice que desde joven hacia ejercicios con los ojos cerrados para llegar desde el Parque de El Seybo a su casa y viceversa y eso le ayudó mucho a la ubicación en el play.
Viajó de inmediato firmó
Cesarín declaró que viajó a los Estados Unidos a las dos semanas de firmado y fue integrado al equipo de novatos en 1967.
Apenas tuvo 10 turnos al bate, aunque si jugaba mucho a la defensa y comenzó a demostrar sus grandes dotes de fildeador, con brazo certero y con fortaleza al tirar a las bases.
Al año siguiente, en 1968, recibió más juego en clase A fuerte, pero tuvo problemas con el bateo.
En el 1969, ya en Triple A, fue reclamado bajo la «Regla 5» por los Astros de Houston, que ya sabía lo espectácular del brazo del pelotero criollo.
En 1970, los Astros lo envían en un famoso cambio a los Rojos de Cincinnati que involucró a ocho jugadores, incluyendo a Joe Morgan que pasó junto a Cesarín a los Rojos.
«Aquel cambio creó gran revuelo, ya que los fanáticos de los Rojos pensaron que Houston lo había engañado con la negociación», recordó el Inmortal del Deporte Dominicano desde 1991 y también Inmortal de los Rojos de Cincinnati desde el 2008.
Exclamó que de inmediato ese grupo de jugadores se unió a Pete Rose, a George Foster, Jhonny Bench y otros talentosos jugadores y formaron un gran equipo que de inmediato fue a los playoffs.
La Gran Maquinaria Roja
Gerónimo expuso que jugar con peloteros del calibre de Pete Rose, Jhonny Bench, Tany Pérez, quienes eran sus ídolos, fue algo grandioso.
«Jugar dos Series Mundiales con los Rojos fue un acontecimiento increíble, quien no ha jugado una Serie Mundial no puede entender lo que estoy diciendo», abundó ex-patrullero centra de Cinncinati, quien fue el creador de la Academia de Hiroshima Toyo Card, en San Pedro de Macoris donde duró más de 15 años. Con él estuvo Alfonso Soriano y otros estelares más.
Subrayó que en el clásico de otoño genera una gran presión en todos los jugadores y es ahí donde los equipos demuestran lo que son.
Gerónimo fue el jardinero central en cinco series divisionales y en las Series Mundiales de 1975 y 1976 con el equipo de Cincinnati, en la serie anterior, atrapó la bola de Carl Yastrzemski para hacer el out final. Jugó las últimas tres temporadas de su carrera (1981-83) con los Reales de Kansas City.
En sus quince temporadas, bateó para .258, con 51 jonrones y 392 carreras impulsadas, 460 carreras anotadas, 977 hits, 161 dobles, 50 triples, y 82 bases robadas.
Una hazaña que durará años
También el dominicano tiene el «honor» de ser la víctima del ponche número 3.000 de Bob Gibson y Nolan Ryan, respectivamente.1 «Estuve en el lugar correcto en el momento adecuado», dijo Gerónimo al respecto.
Con los Tigres del Licey
Gerónimo sentenció que haber jugado por más de 18 años con los Tigres del Licey en la pelota invernal fue una gran decisión.
«Quien juega pelota invernal en el país y aprende a jugar con la presión de los fanáticos, de la prensa, de los directivos de equipo, está listo para jugar en grandes ligas», sostuvo el ex-jardinero central de los Tigres del Licey.
Dijo que por eso venía todos los años a jugar con los Tigres, delante de su gente, sus amigos, sus familiares.
Manuel Mota
Relató que ya siendo un veterano recibió sabios consejos de Manuel Mota, en la cueva del Licey y ahí comenzó a cambiar su estilo de bateo y su producción de inmediato aumentó en todos los órdenes.
«Mota me dijo que tenía que hacer algunos ajustes con la pierna, dejar el bate un poco hacia atrás y trabajar con la cadera y todo cambió», dijo.
Sentenció que en la temporada 1882-83 se adueñó del título de bateo en la pelota dominicana y sus producciones de jonrones y carreras empujadas.
Trabajar duro, sin descanso
César Gerónimo pide a los jóvenes valores que buscan llegar a grandes ligas a que jamás abandonen sus estudios, que entrenen cada día con mucha responsabilidad y enfocado en el juego.
«En el béisbol se gana dinero, pero hay muchas exigencias que cumplir y no todo es color de rosa en los Estados Unidos», sentenció.