Editorial

El diálogo y la negociación deberá ser siempre la ruta del entendimiento y las buenas relaciones entre la República Dominicana y Haití.

Más de una vez, en nuestra historia reciente, nuestras naciones han vivido momentos de incomprensión y de confrontaciones que, sin embargo, hemos logrado superar.

Haití es una vecina nación severamente marcada por el innegable deterioro de sus instituciones. La pobreza es creciente. Y la inestabilidad social y política se hace cada día mas peligrosa.

Frente a un estado de situación que todavía guarda las marcas y las secuelas del terrible terremoto que sacudió su capital Puerto Príncipe en diciembre del 2010, la República Dominicana ha mantenido una firme postura solidaria con el pueblo vecino reconocida por la colectividad internacional.

Pero de la misma manera, nuestro país, en el libre ejercicio de sus atribuciones como nación soberana, ha iniciado un responsable proceso de control migratorio y ratificación, mediante sentencia, del mandato Constitucional que plantea las condiciones para el otorgamiento de la nacionalidad dominicana.

Como ya todos conocemos, esa determinación emanada del Tribunal Constitucional, ha desatado un oleaje de protestas y cuestionamientos, de quienes entienden que se sobrepone a lo establecido en la Constitución de la República y de pactos asumidos por el país ante organismos internacionales en materia de derechos humanos.

Vanguardia del Pueblo cree ya suficientemente debatido el tema, asumiendo como postura la calma, la confianza y la espera en que nuestras autoridades culminen el proceso que se han dado como tarea para garantizar el control migratorio y el derecho soberano de la nación, como el respeto pleno a los derechos humanos de los ciudadanos que pudieran ser afectados por las medidas.

Entre tanto, saludamos el anuncio de la continuación del diálogo entre las delegaciones oficiales para este próximo 8 de mayo, confiados en que es la respuesta adecuada al actual impasse, constituyéndose, más que en eso, en la ruta para unas insoslayables relaciones amigables y respetuosas que conduzcan al cumplimiento de una agenda común de trascendentes beneficios para los dos pueblos vecinos.

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