Opinión

El 15 de febrero de 1973 se constituye en República Dominicana una nueva organización política, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), con el propósito de completar la obra de Juan Pablo Duarte y los Trinitarios y lograr la liberación de nuestro pueblo.

El PLD ha gobernado la República Dominicana por casi 14 años; tiempo suficiente para reflexionar acerca de los avances que ha podido lograr desde la dirección del Estado; pero sobre todo, para decidir cómo proceder en el futuro para continuar trabajando en beneficio del pueblo dominicano.

En ese sentido, es importante recordar que las utopías constituyen los sueños de la razón. Que son esas utopías las que nos motivan a seguir trabajando por un mejor país, las que nos impulsan a trabajar sin descanso para preservar la principal obra política del Profesor Juan Bosch, el PLD.

El PLD tampoco puede olvidar los principios y convicciones, la identidad partidaria que forma parte de sus orígenes, y que lo convirtieron en una organización política diferente en la República Dominicana.

El éxito de un partido político serio, reside en llegar al Poder con una propuesta clara, con un programa de transformaciones, y trabajar con firmeza para desarrollarlo en beneficio de los gobernados. En el contexto anterior, el PLD debe mantenerse en constante renovación, sin perder su identidad, su coherencia y su compromiso con el pueblo dominicano.

Creemos firmemente que la organización fundada por el Profesor Bosch es la llamada a enarbolar y poner en práctica esos valores, y por eso presenta los frutos de sus gestiones gubernamentales: estabilidad política, social y económica, apoyada en un estado de gobernabilidad en acelerado proceso de consolidación, la inversión de capitales, la generación de empleos, la inclusión social y la seguridad jurídica. Todo lo anterior equivale a que ha ido construyendo un verdadero Estado Social Democrático de Derecho, tal como lo consagra la Constitución Dominicana, proclamada el 26 de enero del año 2010.

No podemos olvidar que hasta la llegada del PLD al poder, en agosto de1996, la gobernalidad democrática en nuestro país era muy precaria debido, entre otras razones, a las crisis políticas y electorales que desde la misma desaparición de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo se produjeron en la sociedad dominicana, y se prolongaron por casi 40 años, hasta mediados de la última década del pasado siglo.

Los últimos 15 años ha sido el periodo en que los dominicanos y dominicanas hemos disfrutado de una real y prolongada democracia participativa, de una verdadera gobernabilidad democrática, la cual se irá consolidando en la medida en que el pueblo y la sociedad dominicana sigan confiando en nuestro Partido para dirigir el país.

Ahora bien, ¿cuáles son las tareas pendientes? ¿Cuáles son las experiencias políticas de las cuales el PLD debe aprender para evitar que puedan repetirse en el país, las situaciones negativas vividas en otras naciones por partidos políticos que llegaron al poder, gobernaron por décadas y períodos consecutivos y terminaron desgastados, desprestigiados y acosados por quienes los habían elegidos, habiendo regresado sólo porque otras alternativas resultaron peores?

Los y las peledeistas debemos reflexionar seriamente sobre estas interrograntes. El PLD no debe renunciar nunca a sus principios y convicciones porque sería negarse a sí mismo. Por el contrario, el Partido de Juan Bosch tiene que mantener su identidad y fortalecer la autenticidad que le da vida, sin obviar el proceso de constante renovación que demanda esta sociedad del Siglo XXI. De esa manera mantendrá fuerte la confianza del pueblo dominicano para seguir construyendo una sociedad dominicana cada vez más justa, humana y solidaria.

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