Opinión

El público no solo suele perdonar los deslices de sus artistas, sino que los llevan a un estado de idealización tal que los elevan a la categoría de ángeles o de dioses del Olimpo, y este es el caso de uno de los más grandes genios de la historia del cine, el misterioso y angelical Alfred Hitchcock.

Al pasar de los años el buen Alfred conserva el aura, a pesar de que es conocido en los más variados círculos cinematográficos e incluso de sus admiradores, los maltratos infligidos a las actrices con las que trabajó y la ausencia, salvo algunas pírricas menciones, de elogio al trabajo de estas mujeres en el campo de la actuación.

A lo largo de 382 paginas, el biógrafo más conocido del llamado maestro del suspenso, Donald Spoto, en su libro “Las Damas de Hitchcock”, desgrana una cantidad de descripciones basadas en las actrices, guionistas y diversas personas que trabajaron con este personaje a lo largo de su productiva vida artística.

Spoto nos hace un recuento pormenorizado y fascinante desde los orígenes familiares hasta el plató en donde este genio cinematográfico dio visos aún en sus inicios de su talento técnico y de una mente tan brillante como retorcida.

El historiador Philip Kemp nos da una de las claves de este genio transformado en sátiro: “Al igual que propio Hitchcock, el asesino en serie de El enemigo de las Rubias… y el perverso y sádico trato que Hitchcock aplica a sus rubias da en el clavo en Hollywood, quizás debido al impecable Glamour de sus diosas de la pantalla”. Mas claro de ahí no puede ser descrito el comportamiento de este gran artista.

¿Qué originó semejante forma de tratar a sus talentos con tan despiadada maldad? Aquí el autor acude a una gran cantidad de técnicos y talentos que trabajaron en sus películas y que ofrecen sus anécdotas y experiencias buscando iluminar las causas de estas actitudes que los profesionales de la conducta tachan de sádicas.

Y como asegura Spoto, semejante trato a un actor en nuestra época seria motivo de un escándalo, y aún más, acusado de acoso sexual perdiendo probablemente su trabajo.

El listado de actrices de primera categoría vilipendiadas como en el caso de Tippi Hendren, o transformadas en rubias platinadas y frías como Ingrid Bergman, Grace Kelly o Kim Novak revelan un personaje atormentado por quien sabe que demonios interiores.

Entonces nos preguntamos con cierto dejo de incredulidad el porque sus fans se niegan a admitir estos hechos pese a las abundantes pruebas que describe Spoto página tras página, en este libro, que parece más un tratado de traumas y obsesiones, que un texto acerca de uno de los más grandes directores de cine de la historia.

Lo cierto es que los humanos se niegan a bajar sus dioses de sus moradas celestiales aún en nuestros días y que la fama del maestro del suspenso no disminuye con el paso de los años, sumando gente muy joven al ejército fiel que sigue visionando en diferentes medios los filmes que dirigió y la serie de TV que produjo.

Estoy tentando a creerle al gran director francés Francois Truffaut cuando con estas palabras sumarias describió a quien consideraba uno de sus maestros: “Hitchcock era un neurótico y para él no debió ser fácil imponer su neurosis al resto del mundo”.

últimas Noticias
Noticias Relacionadas