Hablan los hechos

«Si mis piernas pudieran caminar cien días seguidos, volvería a Haití ahora mismo»

Así resumió un despacho de la agencia española EFE fechado en SAO PAULO, el drama de Vincent, un hombre, que con poco más de 30 años reflejaba en sus manos y ojos la imagen de un viejo prematuro que, tras recorrer medio continente americano tras un futuro mejor en Brasil, solo ha encontrado frustración.

Aun antes, pero sobre todo tras el terremoto de 2010, que ocasiono más de 300.000 muertes y dejo 1,5 millones sin hogar; los haitianos se han desparramado por todo el mundo, procurando el bienestar que no logran en la empobrecida nación, que comparte la isla de Santo Domingo con la República Dominicana.

Cama y alimentación no están disponibles para ellos en el Perú, Bolivia, Chile, Brasil ni en ningún otro territorio sudamericano. Ni siquiera en las islas del Caribe, las mayores o las menores, los haitianos encuentran el suficiente apoyo ni la solidaridad de la que sólo se hace gala cuando se intenta denostar al único lugar del planeta donde se les trata como gente, aunque carezcan de identidad o documentos.

Cada quien tiene sus problemas, parecen decir las autoridades de los territorios caribeños, de Estados Unidos, Canadá y toda Europa, de donde con cada vez con menos frecuencia vienen refulgentes figuras en su turismo de tragedia, solo a observar a los miles de hombres, mujeres y niños todavía en las calles, sin albergue, víctimas del sismo que prácticamente destruyó a Puerto Príncipe y de la posterior epidemia de cólera fruto de la intervención militar, que ha afectado a más de 470,000 personas y causado la muerte de 6,500.

En Brasil, por ejemplo, los migrantes sobrepasaron el límite para un «visado especial humanitario», de 1.200 por año, contemplado en un acuerdo de 2012 con vigor hasta 2015, para la población haitiana que quiera trasladarse al país sudamericano, y en abril de 2013 ese tope fue eliminado.

Miles de kilómetros recorridos, desde Puerto Príncipe vía Santo Domingo a Panamá o Ecuador, atravesando por tierra de Perú hasta Brasil con la finalidad de conseguir ir a la Guayana francesa y de ahí hacer el salto a Europa, y la ilusión de obtener ingresos que les permitan mejorar la vida de sus familiares dejados atrás, por lo general terminan en una terrible sensación de haber sido engañados con políticas de acogida que no mejoran su situación ni la de los suyos.

Otras noticias difundidas tímidamente por agencias internacionales hablan de los maltratos durante el periplo, y las deportaciones desde territorios del mismo origen mayoritariamente africano, aunque en estos casos nadie refiere los derechos humanos de los haitianos.

Bahamas repatrió a 342 haitianos, entre ellos a los 111 sobrevivientes del naufragio de una embarcación frente a sus costas la semana pasada, en el que según reportes de autoridades, unas 30 personas murieron pero no se recuperaron todos los cuerpos de los fallecidos informaron reportes de prensa.

En un mensaje de condolencias a los familiares de las víctimas, el presidente haitiano, Michel Martelly instó a sus compatriotas a abandonar estas prácticas migratorias aprovechadas por los traficantes de seres humanos apostados en toda la extensión del intrincado trayecto.

Otros titulares de medios locales o internacionales registrados en la Internet despejan cualquier duda sobre la situación:

– Decenas de haitianos son devueltos de Brasil a la RD

– Detienen 56 haitianos cerca de donde otra embarcación naufragó en Bahamas

– 111 Sobrevivientes del naufragio y los 56 capturados el miércoles permanecerán detenidos

– Bahamas ha detenido más de 1.500 migrantes en lo que del año, el 90% de provienen de Haití

– Guardia Costera deporta 86 inmigrantes haitianos, dominicanos y detiene a 3 contrabandistas cerca de la isla de Desecheo

– Haitianos deportados de Estados Unidos enfrentan detención ilegal y riesgos de salud

Una investigación del Florida Center for Investigative Reporting determinó que el gobierno el presidente Obama no ha seguido sus propias normas de buscar alternativas a la deportación en casos de preocupaciones médicas y humanitarias serias que representan un riesgo de salud mortal y de encarcelamientos irregulares con detenciones, que duran hasta 11 días, infringen la ley de Haití y tratados de Naciones Unidas cuando los deportados no han sido acusados de ningún delito en ese país.

Estados Unidos ha deportado a más de 250 haitianos desde enero pese a que firmaron y suscribieron una serie de instrumentos de derechos humanos a nivel internacional y regional que les obligan a proteger los derechos de la persona humana, más allá de la nacionalidad y el estatus migratorio que tenga.

Luego de informes de deportaciones por parte de países -que incluyen a Bahamas, Jamaica, Brasil y Estados Unidos- la Organización de las Naciones Unidas a través de la agencia para los refugiados ACNUR y la oficina de derechos humanos insto a extender las ayudas a favor de los haitianos que todavía están por verse.

Ineficaz remediación

Cuatro años después del terremoto de Haití, que causó miles de muertos, medio millón de personas aún viven en campamentos y el cólera, que inicialmente dejó a miles de fallecidos sigue causando estragos.

Muchas personas siguen viviendo en condiciones precarias en Haití, donde un estimado superior al medio millón de sobrevivientes del terremoto vive en tiendas de campaña en Puerto Príncipe y otras áreas afectadas.

Los hechos demuestran hasta la saciedad que nunca ha sido sincera la actitud de las potencias, ni de muchos otros gobiernos erigidos en supuestos defensores de los derechos humanos de los haitianos.

Esa misma realidad también evidencia lo acertado de la actitud de las autoridades, y del pueblo dominicanos, los primeros en acudir cuando ocurrió el terremoto, que prestaron toda la ayuda que pudieron en ese momento, y que se mantienen pendientes de la suerte del más cercano vecino, desprendiéndose de lo que no le sobra.

Aun el debate suscitado entre dominicanos por la sentencia del Tribunal Constitucional que manda la regularización de los extranjeros en situación migratoria indefinida hace notorio el interés de las partes por alcanzar una solución humanamente satisfactoria y definitiva para el bienestar de los haitianos.

Es deseable que en estos días, cuando está prevista la reanudación de las conversaciones entre autoridades de ambos países, se logren acuerdos que faciliten soluciones prácticas y sostenibles de los temas en agenda, con respeto a las prerrogativas de estados soberanos.

Como habitantes de dos naciones, establecidas en una isla, unidos por el territorio y las circunstancias históricas, aunque perfectamente diferenciadas estamos obligados a convivir en la armonía de la buena vecindad, pero desde luego, cada quien en su propia casa.

últimas Noticias
Noticias Relacionadas