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Cientos de personas varones y hembras marcharon semidesnudos en Bogotá este sábado, en una iniciativa de «pedagogía urbana» para denunciar la violencia contra las mujeres y propugnar por una sociedad libre» de agresiones sexuales y comportamientos que culpabilizan a las víctimas.

«No hay ningún motivo que justifique la violencia», señaló una manifestante, pero en Colombia se registran anualmente 44 agresiones sexuales por cada 100.000 habitantes, y no es la principal expresión de la barbarie.

Quizás por la realidad que ha ocasionado incontables víctimas durante décadas de acciones armadas entre fuerzas regulares, guerrilleros, paramilitares, y narcotraficantes, en los comicios de segunda vuelta el próximo 15 de junio, se imponga el candidato que muestre con mayor claridad un serio interés por la paz.

Los electores habrán de escoger entre el presidente-candidato, Juan Manuel Santos, del Partido Liberal Colombiano y su rival, Óscar Iván Zuluaga del movimiento Centro Democrático que lidera Alvaro Uribe, senador electo y ex presidente (2002-2010), tras una primera vuelta precedida de fuertes acusaciones y caracterizada por una gran abstención.

En lo que algunos definieron como campaña sucia, se habló de dinero ilegal, vinculaciones con narcotraficantes y grupos de mafiosos, además de intentos por sabotear el proceso de conversaciones por la paz, que se verifica en Cuba entre el Gobierno y las FARC.

Mientras los candidatos buscan afanosamente el favor de los millones de electores que no se interesaron en las primeras votaciones, los grupos que no superaron el escrutinio, abierta o discretamente, manifiestan su inclinación por uno de los dos adversarios.

El Comité Ejecutivo Nacional del Polo Democrático Alternativo determinó el pasado jueves invitar a su militancia a votar en la segunda vuelta con autonomía y a conciencia, en el entendido de que esta colectividad de izquierda es y será opositora al programa de Santos y Zuluaga.

La dirigencia publicó que “deberán decidir por quién votar, en blanco o abstención…”, pero al mismo tiempo, recalcó que “aboga por la construcción de una paz estable y duradera, cimentada en la democracia, la justicia social y los derechos de todos los colombianos y colombianas” con la exigencia de negociación del conflicto con la insurgencia, con la representación de las víctimas y un cese al fuego que evite mayor derramamiento de sangre.

Por su parte, el partido de izquierda Unión Patriótica (UP) anunció su apoyo en la segunda vuelta de las elecciones al presidente Santos, acogiendo su compromiso con la paz frente a la cerrazón a los diálogos, en referencia a Zuluaga.

Sin embargo, la conservadora ex candidata a la Presidencia, Marta Lucía Ramírez, aseguró su apoyo a Zuluaga por su anunciado compromiso de mantener los diálogos de paz con las FARC, si gana la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, a una solicitud suya, y se ha convertido en la actual jefa de su campaña.

Ramírez citó entre sus aspiraciones la suspensión inmediata del reclutamiento de niños y de la colocación de minas en el campo colombiano, la entrega de mapas de campos minados, el cese de los ataques contra la población civil, así como cualquier atentado contra miembros de la fuerza pública que no estén en combate.

La decisión entre los amigos y los enemigos de la paz sobre la próxima Presidencia, va a ser muy difícil porque a último momento, los dos candidatos tienen coincidencias sobre el tema de la pacificación colombiana.

Zuluaga había mantenido durante toda su campaña que de ser elegido declararía la suspensión temporal de los diálogos del Gobierno con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en La Habana, pero cambió de opinión tras el acuerdo con los conservadores y anunció que los mantendrá con duras condiciones.

El Gobierno de Santos presume haber avanzado más que nunca en la negociación con la guerrilla, pero según opositores, no hay nada oficial que muestre esos avances en tres de los cinco puntos de la agenda de La Habana.

«Lo único que hay son enunciados generales que todo el país comparte, pero compromisos concretos no hay, y a esto hay que ponerle contenidos y tiempos concretos, que es lo que reclama la sociedad colombiana y es lo que le daría motivos para confiar en el proceso», declaró la dirigente conservadora Marta Lucía Ramírez.

Parecería indudable que Zuluaga lleva la ventaja, pues en los comicios del domingo le sacó a Santos 98.381 votos de diferencia y su movimiento, el Centro Democrático, con 317.898 sufragios, alcanzó el mayor número de puestos en las legislativas del 9 de marzo, quedándose con 5 de las 18 curules de Bogotá en la Cámara por la circunscripción de la capital.

Aunque Santos, trabaja denodadamente para sumar 800.000 sufragios más a sus propósitos, en una promoción feroz para captar la mayor proporción de los votantes que no sufragaron en la primera vuelta, o que lo hicieron por los grupos minoritarios.

De todas maneras, la realidad de que casi 20 millones, de los 33 millones de colombianos habilitados para sufragar, no ejercieran su derecho al voto debe llamar a la reflexión a la dirigencia política para definir, en los pocos días que faltan, ofertas realmente interesantes para unos 6 millones de electores que no estuvieron con ellos en principio y que deberían sentirse motivados para la segunda vuelta.

Igualmente, los aspirantes presidenciales tendrán que emplearse más a fondo para convencer a los colombianos de su sinceridad y buena disposición para lograr el generalizado anhelo de paz y la total reunificación de Colombia.

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