Opinión

Alarmados porque la Superintendencia de Pensiones apunta y se encuentra a medio camino hacia una solución justa para los 47,996 pensionados tardíos, los bancos comerciales han movilizado sus fondos de pensiones para propiciar una salida que pondría enriesgo a los pretendidos beneficiarios.

En efecto, al sugerir los fondos de pensiones de los bancos (privados y público) al Consejo Nacional de la Seguridad Social (CNSS) la devolución de los ahorros de los pensionistas que entraron al sistema con 45 años de edad o más, los expone a desprenderse de una pensión digna por el resto de sus días.

De forma insensible, los fondos de pensiones de los bancos comerciales prefieren que el fondo general del sistema se desprenda desde ahora de RD$3,323 millones, que apenas representan el 1.2 por ciento del total acumulado, con tal de que no se siente un precedente al que está obligado el sistema: tratar con justicia a empleados y trabajadores que la sociedad y el Estado le negaron por 47 años, como lo es un sistema pensional.

Saben muy bien los ejecutivos de los bancos comerciales que el multimillonario fondo de pensiones acumulado, cuenta con recursos mínimos indispensables para lo menos garantizar una pensión de 50% de los últimos tres salarios de los pensionados tardíos. O que, en todo caso, el Estado completaría lo que reste del aporte adicional que debe hacer el fondo de pensiones.

Por eso decimos que la Superintendencia de Pensiones (SIPEN) se quedó a medio camino cuando decidió congelar la devolución de los fondos de pensiones tardíos, y recomendó una devolución a 40 años que apenas alcanza para cubrir mínimas necesidades de los presuntos favorecidos. Porque, para colmo, estos fondos perderían la oportunidad de ser recrecidos.

Lo que el buen juicio y el sentido elemental de justicia aconsejan, es que a este pequeño sector de la fuerza laboral nacional (47,996 personas) se les premie por el suplicio de haber casi agotado su fuerza de trabajo sin ninguna seguridad social, sometido a la expoliación de las aseguradoras privadas de salud y de vida, las mismas que ahora son ARS y fondos de pensiones y de los mismos propietarios originales: los bancos privados.

O se nos olvidó que estas aseguradoras primero sometían a un riguroso estudio de salud al obrero o empleado, de manera que estuviera sano y sin ninguna afectación de sus órganos básicos, antes de concederles un seguro médico o de vida que, por demás, apenas alcanzaba para cubrir costos mínimos. Y que esa misma dificultad dejó fuera del sistema a la mayoría de los trabajadores y empleados. Todo ese tiempo, 47 años, los pasó el Estado como un “convidado de piedra” sin salir en protección de su sociedad laboral.

Ahora los bancos comerciales y sus fondos de pensiones sacan la artillería pesada, el licenciado Arismendy Díaz Santana, asesor del más grande fondo de pensiones, y de su hermano el periodista Juan Bolívar Díaz Santana, para abrirle campo a su propuesta ante el CNSS de que devuelva en su totalidad los fondos ahorrados, puesto que se trata a de una chilata (1.2%) que para nada harían mella a los más de US$5,000 millones que ahora administran, y porque elimina el riesgo de que la SIPEN encuentre la forma de que esos mismos fondos generales aporten el restante necesario para la pensión digna de un 50%.

El argumento, absolutamente manipulado y encubridor de sus verdaderas creencias, es el de que la resolución de la SIPEN respecto a los pensionados tardíos responde a la “rapacidad y las centrífugas concentradoras” de que han hecho galas las administraciones peledeístas del Estado.

Los que no son rapaces son los fondos de pensiones (bancos privados) que se quedan con el 30% de los beneficios que genera la ganancia de los fondos de pensiones, acumulando decenas de miles de millones de pesos en ganancias desde que se creó el fondo de pensiones, hace poco más de 10 años. Con tan sólo reducir esta comisión y especializarla para compensar el faltante para completar el 50% de la pensión, tenemos los recursos. Pero hay otras partidas más que se pueden visualizar.

Esos no, esos son “ángeles cantores de Viena”. Ay no, así no, Magino.

A decir verdad, este tema de pensiones es secundario con respecto a otro que debiera consumir toda la tención de que disponga en este momento el CNSS: garantizar que todo pensionado que salga a la calle siga disfrutando de su seguro familiar de salud, porque al Estado se le olvidó, desde más de tres años, que debía seguir haciendo lo mismo que hizo con los primeros pensionados. Después de todo, el aporte estatal sumó menos de RD$200 millones en un año para dotar de seguro de salud a los pensionados.

Resuelto este tema, entonces marchémosle a los pensionados tardíos y a la justa pensión de retiro, con el cuidado de no caer en la trampa de los fondos de pensiones (privados y oficial) y de los hermanos Díaz Santana.

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