Opinión

De nuevo se debate sobre la reelección. Quien suscribe no es antireelecionista por principio. En determinadas circunstancias puedo estar de acuerdo con ella, sobre todo en países con altos estándares de desarrollo, donde ya los cimientos de la democracia son inconmovibles. En realidad, conociendo la magnitud del Estado, no hay forma de que se pueda completar el programa de gobierno de un presidente, en un período de tan solo cuatro años.

¿Por qué decimos el programa de gobierno del presidente, cuando debería ser el programa de gobierno del partido? Esto ocurre por la falta de institucionalidad al interior de las organizaciones, donde el candidato sustituye al partido una vez se instala en el gobierno. El programa de gobierno es solo del partido mientras se está en campaña. Si se gana, el programa que se ha de implementar es el del candidato, el cual, muchas veces es completamente desconocido por los votantes y hasta por el propio partido. Que sencillo fuera si los programas de gobierno fueran verdaderamente de los partidos. En ese caso, lo que no se pueda ejecutar en un período, se continúa en el siguiente, si es que el partido sigue en el gobierno.

Desde la fundación del PLD, y sobre todo cuando se recibía formación política, no recuerdo estudio alguno cuyo base fuera el antireeleccionismo per se. Ni siquiera frente a Balaguer, cuya forma de ganar elecciones y de gobernar justificaban cualquier tipo de acción en su contra, los peledeistas enarbolamos consignas antireeleccionistas. Incluso, en la campaña internacional que se montó para denunciar su gobierno, de lo que se hablaba era de llevarlo a su propia legalidad, o sea, el interés era que Balaguer respetara las leyes vigentes, entre las cuales estaba la Constitución que en ese entonces permitía la reelección continua. Debemos recordar que en aquel tiempo las elecciones no se ganaban sino que se robaban.

Aquí y ahora no estoy de acuerdo con la reelección presidencial. En países como el nuestro, donde todavía impera un enorme atraso político e institucional y el irrespeto a la ley es la norma, no estamos suficientemente maduros para reelegir al presidente de turno sin abusar gravemente del Estado. Por eso creo que el sistema político establecido en nuestra Constitución, que prohíbe la reelección en el período siguiente, es lo mejor que nos puede pasar. La posibilidad de volver debería ser suficiente acicate como para esforzarse en hacer las cosas bien, que es lo que creo está intentando el Presidente Danilo Medina, dejando una impronta que le permita proponerse nuevamente en el 2020.

Desgraciadamente, el poder da seguidilla y si como dice el ex Presidente Leonel Fernández “la antorcha no se arrebata”, puede que en la mira de muchos de los seguidores más cercanos de Danilo Medina esté bullendo la idea de la reelección, independientemente de que lo prohíba la Constitución.

En el año 2007, cuando se debatía la reelección del Presidente Fernández, quien suscribe lo apoyó basado, entre otros, en tres razones fundamentales: 1ro. El gobierno estaba muy bien valorado por la sociedad y las simpatías del Presidente eran bastante elevadas; 2do. La oposición estaba muy dividida y se planteaba como aspirante el peor contrincante posible, que a juicio de muchos implicaba un peligro inminente para el país; y 3ro., lo mejor de todo, la reelección estaba permitida, ya que Hipólito Mejía, en su ambición por quedarse en el gobierno en el período anterior, había allanado el camino modificando la Constitución. Políticamente hablando, la reelección estaba a pedir de boca, “era un clavo pasao”.

En la actualidad, estamos en una situación en la que los dos primeros factores están más que presentes, es decir, el Presidente Danilo tiene una popularidad sin precedentes en nuestro país y talvez en toda América Latina y prácticamente no existe oposición política. Sin embargo, a diferencia de Leonel en su momento, a Danilo la Constitución del 2010 le prohíbe reelegirse. Y no se trata de cualquier constitución, se trata de la Constitución dominicana más avanzada después de la de 1963, y por demás, se trata de una Constitución que es obra del PLD, alcanzada después de un amplio proceso de participación de casi toda la sociedad organizada de nuestro país. El PLD no puede desdecirse, repitiendo la desgarradora historia que está detrás de casi todos los procesos por la reelección en la República Dominicana.

A pesar de que el Presidente Medina ha dado más de una señal de que no está interesado en que la ponzoña reeleccionista envuelva su gobierno, la gente no cesa de preguntarse si su extraordinaria popularidad y las escasas posibilidades de la oposición, lo inducirán a intentar modificar la Constitución para reelegirse.

Como su compañero de largo y amplio recorrido en el PLD, me siento en el deber de sugerirle al compañero Danilo que lo que le conviene es seguir fortaleciendo el camino de la institucionalidad democrática de nuestro país, que no pierda el precioso tiempo que aun le queda como Presidente de la República y su bien ganado prestigio y el liderazgo que ya tiene en nuestra sociedad, en post de un objetivo que puede derivar frustrante para él y para nuestro Partido, y por demás, para la sociedad dominicana.

Para que se pueda avanzar en el desarrollo de nuestro país, las fuerzas sociales de la República Dominicana, lideradas por una cabeza, tienen que ponerse de acuerdo y pactar los lineamientos generales de un programa de políticas orientado al ordenamiento territorial, la educación, la infraestructura (la física, la legal y la institucional) que hace falta para el desarrollo sostenible, la justicia y la lucha contra la delincuencia y la corrupción, la energía eléctrica, y el transporte, entre otras, y para ello se necesita un respiro en el ambiente político que traiga paz y tranquilidad. Cabe preguntarse, ¿cómo van a pactar y colaborar las fuerzas políticas y sociales contrarias al partido en el poder, si existe la percepción de que habrá reelección? Es obvio que en un clima así no habría ambiente para acuerdos.

Por su estilo de gobernar, por su slogan de hacer lo que nunca se ha hecho, y por lo que ha dicho sobre el tema, en el Presidente Danilo Medina están dadas las condiciones para quitar del camino ese obstáculo a la concordia que es la piedra de la reelección y abrir los espacios de confianza que se necesitan para la discusión franca y abierta en la dirección marcada por la estrategia nacional de desarrollo.

El Partido de la Liberación Dominicana ha hecho muchos aportes al desarrollo democrático de nuestro país, cosa que nuestros contrarios nunca van a reconocer. Pero también estamos conscientes de que el PLD, un Partido que con sus métodos, su organización y su disciplina, bajo el recio liderazgo de esa portento de moralidad que fue el Prof. Juan Bosch, elevó las esperanzas y despertó los más caros anhelos del pueblo dominicano.

Es decir, la presencia del PLD en el gobierno, en su cuarto período, no puede despacharse con logros menores. El PLD prometió mucho más a la sociedad y es más de lo que ha dado lo que se espera de él. El PLD fue creado para completar la obra de Juan Pablo Duarte, y eso se logra en gran medida enderezando, reorganizando, adecentando y haciendo eficiente al Estado y sus instituciones, al tiempo de reivindicar a los más pobres ofreciéndoles oportunidades para salir adelante. Es obvio que Danilo viene laborando fuertemente en ello y que puede lograr avances sustanciales antes de finalizar su período de gobierno, siempre que la idea de la reelección no lo saque de su tren de trabajo. Rechazar ese tortuoso camino y por el contrario, liderar el proceso de desmonte de la ambición desmedida en la política dominicana, es una vía que le fortalecerá y le acreditará su futuro político.

La posibilidad de volver a ser Presidente -después de un período de por medio- que deja abierta la Constitución actual de la República Dominicana, no es más que un excitante reto, o mejor, una excelente oportunidad de hacer las cosas bien, para ser bien valorado en un futuro tan cercano como a la vuelta de apenas cuatro años.

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