Opinión

Seguridad vial un nuevo desafío a la sociedad y el Estado

República Dominicana, considerada una nación de medianos ingresos, produce 83 veces más muertes en carreteras por cada 10,000 vehículos que los países ricos en su conjunto.

El Proyecto de Ley de Movilidad, Tránsito, Transporte y Seguridad Vial que discutirá el Congreso Nacional en sustitución de la Ley 241 y sus Leyes Complementarias no es la PANACEA.

Sería un error creer que ésta será el remedio de todos los males irresponsablemente acumulados por décadas, sin cumplir ni aplicar las leyes y las normativas establecidas.

Esta nueva ley deberá ser flexible a la revisión para ajustarse a los cambios sociales, al amparo de las tecnologías; una caracteristica que ha permitido a España, por ejemplo, avanzar y ser modelo mundial con una reforma por año.

La sociedasd está pagando a un alto costo en vidas, salud y bienes el no temerle a la justicia ni respetar a las autoridades en la actividad de desplazarnos civilizadamente.

En materia de seguridad en el tráfico, en los años 80, Europa empezaba a entender un proceso que afectaría el desarrollo de la sociedad. A la sazón, Francia realiza un estudio que determina el grado porcentual de los factores de riesgo en la circulación vehicular en función al inusitado crecimiento de la industria automovilística, la población y el comercio.

Para entonces no existía o era muy poco conocido el término “seguridad vial”. Pues, sobretodo, se exigía el fomento del intercambio comercial transfronterizo como una necesidad. Esto quería decir, que preservar la vida de los usuarios de las vías públicas debía ser de primer plano en las políticas europeas.

Se unificaron los Estados luego de un proceso de evaluación y entendimiento entre estas naciones, anunciándole la guerra a la inseguridad en carretera, bajo el lema de que los indicadores eran inaceptables y la meta sería “Objetivo Cero”. Concepto que se acuña en esta época.

Todavía se esta lejos de esta meta en el orden regional, sin embargo, tenemos que señalar que en Suecia solo se reportó una víctima mortal en el 2013 correspondiente a un niño de 7 años.

Si nos remontamos a la época de los 80 nueva vez coincidían importantes transformaciones políticas y sociales precipitadas por la revolución científico-tecnológica que ocupaba la atención mundial.

Sucedieron la Perestroika y la caída del muro de Berlín, facilitando el desarrollo de un novedoso esquema comercial y a la aplicación de nuevas políticas globales participativas, para el advenimiento de un otro Orden Internacional.

A principio de los 90 era un escándalo en América Latina, las cifras de muertes y lesionados en accidentes de tránsito, en especial en un país como Brasil, cuya población rompe ciertos moldes en número y en comportamiento, con un desarrollo en la industria del automóvil también fuera de serie en la región.

Por vez primera en el mundo subdesarrollado de occidente se empieza a importantizar la seguridad vial con el Presidente Cardoso de Brasil; ahora es una actitud contagiosa en los demás países occidentales, de la que vivimos a espaldas, según muestran los indicadores.

Los esfuerzos que se están haciendo hoy día, no bastan para impedir la escalada hacia arriba de los índices de siniestralidad en nuestro país.

República Dominicana, es considerada una nación pobre, de medianos ingresos; sin embargo, producimos 83 veces más muertes en las carreteras por cada 10,000 vehículos que los países ricos en su conjunto.

La tendencia es al crecimiento de las víctimas cada año. Cambiar el escenario no quiere decir esperar ser un país rico. Solo se require cambiar la mentalidad de los políticos, y la de los ciudadanos, en ese mismo orden.

Cabe mencionar que es con los trabajos de las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud, junto con organismos no gubernamentales, que a principio de la primera década de este siglo, se identifica y se considera el tema como crucial, y por tanto se declara la seguridad vial en crisis. Se comenzaron desde entonces los trabajos para su mejoramiento.

En ese marco, surge la Década de Acción Global para reducir el impacto trágico de los indicadores de siniestralidad viaria y sus secuelas, en mayo de 2011. Hablamos de ayer, en sentido figurado, cuando Moscú fue el escenario para reclamar un año antes el fin a esta forma de exterminio de la humanidad.

La seguridad vial un nuevo desafío para la sociedad y el Estado

Siendo conciente de que todo es relativo, no debemos dejar de ser objetivos. Así como han surgido áreas de desempeño especializadas, producto de la evolución constante de la sociedad humana, el país no debe sustraerse a lo que ocurre en el mundo en lo referente al tránsito, el transporte y la seguridad vial, considerados hoy día como factores fundamentales del desarrollo humano y consecuentemente de la sociedad y del ámbito económico y político.

Es a través de las legislaciones que se pueden revisar y evaluar lo que nos sucede y afecta el día a día del ser social y las metas mínimas por las que lucha, como es su tranquilidad emocional, progreso y bienestar.

Para estos tiempos se habla mucho de políticas públicas eficientes, incluidas las relativas a movilidad segura y a seguridad vial sostenible, que reducirían las altas tasas de morbilidad y mortalidad a causa de los accidentes o siniestros de tránsito.

Tenemos que entender los dominicanos que los tiempos no son los mismos. Implementar políticas hoy dia cuyo eje temático sea la competitividad sin incorporar la seguridad vial, es un error.

Asimismo, lo es pretender ignorar que la seguridad vial es un factor que impide avanzar en la lucha contra la pobreza, hasta ser parte de los programas gubernamentales de ahorro de energía y combustible, de la seguridad ciudadana, fortalecimiento de las políticas de desarrollo de la juventud y de la mujer.

Preciso es citar al ex presidente Leonel Fernández, cuando dice: “el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación puede ser decisivo para lograr los objetivos de desarrollo que se ha trazado Naciones Unidas para después del año 2015”. “Las nuevas tecnologías han transformado completamente todos los ámbitos de las relaciones entre los humanos a escala planetaria, y la tendencia es a afianzarse cada vez más”.

Si no se incluye el tema de la seguridad vial a partir del 2015 en los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la erradicación de la pobreza será una utopía, porque el uso aberrante de las tecnologías durante la conducción está empobreciendo cada vez más a las familias y a los gobiernos.

Paradógicamente, es con las nuevas técnologías, y la aplicación de las debidas regulaciones, que se combate la inseguridad en la circulación.

La seguridad vial es hoy en día un eje transversal básico en los temas sociales fundamentales, por demás contenido en los programas de gobierno, con la condición de ser sostenible y sustentable.

Si la movilidad, el tránsito y el transporte fueran realmente eficientes, no existiera la problemática de la accidentalidad, por lo menos a gran escala. Pero es tan grave que lleva nombres catastróficos como tsunami silencioso, violencia vial, siniestralidad viaria, etc., siendo calificado de pandémico o de epidémico por los organismos internacionales de la salud.

El tema trasciende al punto de que si buscamos el término seguridad vial en Internet, estaría referido 542 millones de veces en inglés, mientras en español lo encontramos en menos de 6 millones, lo que también evidencia su importancia.

Por otro lado, la inseguridad vial no debe verse como un simple fenómeno social, es multicausal y las soluciones han de ser multisectoriales. Como es de compleja la mente humana es de complejo el tema.

Sin soluciones efectivas, al paso del tiempo se convierte en inmanejable; incide y afecta todas las actividades productivas de la Nación; profundiza la brecha de la pobreza y la desigualdad.

Por tanto, consideramos que se constituye en un freno del desarrollo de los pueblos, pese a que tiende a ser contradictoriamente más grave cuanto mayor sean las actividades económicas y comerciales del conglomerado. De ahí su carácter multicausal y multisectorial y la necesidad de su constante y permanente revisión.

Esto implica que los gobiernos estén obligados a emprender planes eficientes, eficaces y efectivos de mitigación de los indicadores de siniestralidad viaria, mediante la implementación de políticas de Estado de seguridad vial.

La Ley de Tránsito Terrestre y Transporte que en estos momentos se discute en el Congreso Nacional, denominada: “Ley de Movilidad, Tránsito, Transporte y Seguridad Vial”, procurará un nuevo orden en la movilidad y en la seguridad de los usuarios de las vías, reconociendo que se trata de un proyecto muy complejo y que afecta muchos intereses.

Cometeríamos un grave error ahora que existen asomos de voluntad política para readecuar la Ley 241, que data del 1967, no aprovechar al máximo el momento, asumiendo que tenemos una Constitución promulgada en enero de 2010 y una Estrategia Nacional de Desarrollo estrenándose también.

Igualmente constituiría un yerro, No separar temas que son puramente de seguridad vial de los de tránsito; pues impediría fortalecer el contenido de lo que sería la nueva Ley de Seguridad Vial. Por ende, ha de tomarse en cuenta, con certero criterio político, social y cultural, en primer orden, la que es una prioridad en todo el mundo, la preservación de la vida humana.

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