Medio Ambiente

Un informe de la oficina regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reveló que un 6 % de las pérdidas globales de alimentos se producen en América Latina y el Caribe, convirtiéndose en un desperdicio que serviría para satisfacer las necesidades nutricionales de las 47 millones de personas que aún sufren hambre en esta zona del planeta.

El representante de la FAO para la zona, Raúl Benítez, dijo en Santiago de Chile que cada año la región pierde o desperdicia alrededor del 15 % de sus alimentos disponibles.

Afirmó que esa situación reduce la disponibilidad local y mundial de comida, genera menores ingresos para los productores y aumentan los precios para los consumidores.

Agregó además que las pérdidas y desperdicios también tienen un efecto negativo sobre el medio ambiente, debido a la utilización no sostenible de los recursos naturales.

Según la FAO, las pérdidas se entienden como la disminución de la masa disponible de alimentos para el consumo humano en las fases de producción, poscosecha, almacenamiento y transporte.

El desperdicio, en tanto, se refiere a las pérdidas derivadas de la decisión de desechar alimentos que todavía tienen valor nutricional y se asocia principalmente con el comportamiento de los vendedores mayoristas y minoristas, servicios de venta de comida y los consumidores.

Las pérdidas y desperdicios se producen a lo largo de la cadena alimentaria. Así, en la región un 28 % ocurre a nivel de consumidores, un 17 % en mercado y distribución, un 22 % durante el manejo y almacenamiento, y un 6 % en procesamiento.

Con los alimentos que se pierden en la región, solo a nivel de la venta al detalle, es decir, en supermercados, ferias libres, almacenes y demás puestos de venta, se podría alimentar a más de 30 millones de personas, equivalente a un 64 % de quienes sufren hambre en la región.

El informe del organismo internacional dijo que hay formas de evitar las pérdidas y desperdicios en todos los eslabones de la cadena, principalmente mediante inversiones en infraestructura y capital físico, así como en administración.

Un ejemplo son los bancos de alimentos, que reúnen comida que por diversas razones sería descartada para su redistribución y que ya existen en Costa Rica, Chile, Guatemala, Argentina, República Dominicana, Brasil y México.

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