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París, (Servicios especiales de Vanguardia del Pueblo) El investigador francés Hervé Raoul afirmó que ante la ausencia de una vacuna contra el ébola, es urgente desarrollar un tratamiento para contener la mortalidad por esta enfermedad extendida en África.

Raoul dirige el laboratorio P4 del Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica (Inserm), uno de principales en Europa dedicados a estudiar los agentes patógenos más peligrosos y contagiosos.

El científico galo expresó su preocupación por la propagación de una nueva cepa del mal en África occidental, luego de permanecer varios años concentrado en la región central de ese continente, en particular en la República Democrática del Congo, Uganda y Gabón.

Desde la aparición del brote en abril de este año, esa fiebre hemorrágica causó la muerte de más de 660 personas y se extendió a varios países, entre ellos Liberia, Sierra Leona, Guinea Conakry y Nigeria.

Todavía no existe una idea concreta sobre cómo el germen mutó y surgió de pronto a miles de kilómetros de su foco inicial, señaló Raoul.

No obstante, agregó, se conocen bastante bien los mecanismos de transmisión como para poner en práctica las medidas sanitarias indispensables y evitar la expansión de la epidemia.

El ébola se contagia por contacto directo con líquidos corporales infectados, como la sangre, la saliva, el sudor o la orina.

Uno de los obstáculos para enfrentarlo, dijo el especialista del Inserm, es la ausencia de mecanismos homogéneos de diagnóstico, porque cada laboratorio desarrolla sus propios medios.

«Hace falta un útil de diagnóstico simple, estandarizado y confiable, que pueda utilizarse fácilmente en los países donde no hay suficientes capacidades logísticas y humanas para enfrentar la situación», precisó el investigador.

Además, ante la ausencia de una vacuna, es necesario desarrollar un tratamiento terapéutico eficaz durante la fase aguda, cuando los síntomas más graves, fiebre elevada, dolores intensos, hemorragias y diarreas se presentan casi de manera simultánea.

Para ello, dijo Raoul, se necesita más inversión pública e internacional destinada a las investigaciones, pero también para que los países afectados puedan detener la expansión de la enfermedad.

El ébola pertenece al género de los denominados filovirus y su nombre proviene del río homónimo ubicado en la República Democrática del Congo, donde fue identificado por primera vez en 1976.

Provoca una fiebre hemorrágica altamente contagiosa y de una elevada tasa de letalidad, que afecta tanto a seres humanos como a animales.

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