Editorial

Cada economía de cada país tiene su propia especificidad, aunque la misma esté ubicada en una misma región geográfica. Y la economía dominicana tiene la suya.

Esta condición, que la conocen muy bien los técnicos del Banco Central de la República Dominicana, sin embargo, no la tiene que estar enrostrando a cada paso que un sector económico o político, estén éstos o no soportados en enjundiosos estudios especializados, la quiera interpretar en línea con sus intereses.

Ya demasiadas tareas trascendentes ha tenido que jugar el BC en las últimas cinco décadas para impulsar el desarrollo económico para dejarse sustraer por tales polémicas.

Pero ese silencio administrado por las autoridades del BC ha tenido que hacer una parada.

Hace unos meses, VANGUARDIA DEL PUEBLO solicitó al Departamento de Estudios Económicos del BC una corrida graficada que correlacionara los déficits de la cuenta corriente del balance comercial, en apariencia crónicos en las últimas tres décadas, con crecimiento, descenso o estancamiento del PIB de cada cierre de año.

El resultado es revelador: a cada año de crecimiento correspondió, en la misma proporción, un incremento del déficit de la cuenta corriente. Y viceversa, a cada descenso o estancamiento del PIB correspondió un superávit de la cuenta corriente de la nación.

De tanto escuchar a sectores interesados decir que el empleo informal ha deteriorado el empleo y agravado la desigualdad en que se debate el trabajador y el empleado dominicanos, el Banco Central se ha visto en la obligación de revelar a la opinión pública lo que de seguro la Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo (ENFT) le venía diciendo cada año. (La encuesta se realiza semestralmente y es una de las de mayor experticia de las que realiza el BC).

La ENFT del último semestre auditado es desgarradora.

Según sus resultados, a pesar de que la productividad del trabajo se ha incrementado un 82.5% en los últimos 22 años los ingresos promedio de los trabajadores se han estancado, tanto, que los salarios mínimos formales resultan ser menores a los vigentes en 1979.

Que por esa circunstancia, en los últimos 13 años el sector informal no agrícola, ha pasado de 46.2% a 50.6%, ya que la encuesta fue reveladora de que el trabajo informal paga más y pormenos tiempo de labor que el sector formal. Que sólo los gerentes y administradores y los profesionales e intelectuales ganan más en el sector formal, y que el resto de la fuerza laboral: técnicos de nivel medio, empleados de oficina, trabajadores de los servicios, operarios y artesanos, operarios y conductores y trabajadores no calificados ganan más y con menos tiempo de ocupación en el sector informal.

Y al argumento de los empresarios formales de que los sobrecostos a la producción son “excesivos”, el Banco Central le riposta diciendo que tal afirmación contrasta con el hecho de que los salarios reales en promedio se han mantenido estancados durante tres décadas.

En conclusión, dicen los técnicos, que en el país existe una desvinculación entre el crecimiento de la productividad media del trabajo y las remuneraciones reales de los trabajadores. Un 63% de los trabajadores, incluyendo el sector público, devengan salarios por debajo de los RD$11,292 (270,198 en el público (11%) y 2 millones 189 mil en el privado (89%). Este salario está ligeramente inferior al costo de la canasta alimentaria de sobrevivencia de una familia de 5 miembros.

Para que haya equidad social en el país, tiene que revertirse esa situación para que el salario real se incremente, a la par que lo hace el crecimiento real y sostenido de la economía. No hay excusas posibles.

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