Londres, (Servicios especiales de Vanguardia del Pueblo) En medio del refuerzo de posiciones militares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Europa del este, el primer ministro británico, David Cameron, llamó a revisar las relaciones del bloque con Rusia.
Pese a las denuncias de Moscú sobre la violación de acuerdos pactados en la década de 1990 entre ambas partes, la alianza atlántica situó tropas adicionales en Polonia y rebasificó su aviación en repúblicas exsoviéticas en el Mar Báltico.
El Kremlin denunció la transgresión por Estados Unidos, uno de los 28 miembros de la OTAN, del Tratado de reducción de cohetes de corto y mediano alcance, firmado en diciembre de 1987, en Washington.
Además, el pacto noratlántico incrementó las maniobras conjuntas con Polonia, cercana a la frontera con Rusia, al igual que Letonia, Lituania y Estonia, destaca la prensa local.
El primer ministro británico, David Cameron, considera que Moscú sitúa a la OTAN como su adversario y no como su socio, aunque en la práctica el bloque belicista de 28 estados nunca descartó del todo a Rusia como objetivo en sus juegos de guerra.
Cameron trata de justificar el cambio en las relaciones con Moscú en la posición asumida por el Kremlin de desconocer las autoridades ucranianas llegadas al poder en febrero pasado, tras una ruptura constitucional apoyada por paramilitares neofascistas.
El jefe de Gobierno conservador sugiere un nuevo calendario de maniobras de la alianza atlántica en Europa del este, un paso considerado por Moscú como contrario a los esfuerzos por fortalecer la seguridad y estabilidad en la región.
Para Cameron, es necesario suministrar equipos y otros servicios para reforzar posiciones en zonas claves, así como crear una fuerza de respuesta rápida.
A tono con la campaña lanzada desde el pasado año por el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, de aumentar los gastos militares, Cameron llama a sus socios europeos a llevar los desembolsos bélicos al dos por ciento del Producto Interno Bruto.
Todo ello coincide con el fin de la veda a la venta de armamentos a Ucrania, impuesta a principios de febrero de este año al entonces gobierno del presidente Viktor Yanukovich por la supuesta violencia contra la población civil participante en protestas violentas.
La prohibición dejaría de funcionar cuando el millonario mandatario ucraniano, Piotr Poroshenko, realiza una cruenta ofensiva contra la población sublevada en el sureste de su país, con saldo de más de mil muertos y decenas de miles de desplazados.