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Bagdad, (Servicios especiales de Vanguardia del Pueblo) El acuerdo entre los chiitas Nouri Al-Maliki y Haidar Al-Abadi redujo tensiones en el espectro político de Iraq, donde la ofensiva islamista sunnita y la creciente implicación militar foránea mantienen abierto hoy otro flanco de preocupación.

Al-Maliki anunció en una comparecencia televisiva su apoyo a Al-Abadi, miembro de su propia coalición Alianza Nacional (AN) y designado primer ministro por el presidente Fouad Masum, con lo cual puso fin a una semana de fricciones entre sectores chiitas y amenazas de desestabilización.

«Hoy anuncio ante ustedes … (que) para facilitar el progreso del proceso político y la formación del nuevo gobierno retiro mi candidatura a favor del hermano doctor Haidar Al-Abadi», expresó ante las cámaras Al-Maliki, acompañado de su sucesor.

Fuentes de la AN confirmaron, además, que el jefe de gobierno saliente y líder de la coalición Estado de Derecho (Al-Dawa) retiró la demanda interpuesta ante la Corte Suprema Federal contra el mandatario Masum por alegada violación de la Constitución.

El ya exmandatario accedió a reunirse anoche con Al-Abadi tras presiones de círculos políticos internos e incluso de algunos gobiernos extranjeros a los que Bagdad considera amigos, además de un emplazamiento hecho por el Gran Ayatolah Alí Al-Sistani, máximo jerarca del Islam chiita iraquí.

Dicho encuentro tuvo como mediadores al vicepresidente chiita Khodair Al-Khuzai y al jefe de la AN, Ibrahim al-Jaafari, así como al líder del partido Al-Dawa, Khalaf Abdul Samad, pero se omitieron pormenores del puesto que se le reservará a Al-Maliki a cambio de renunciar al cargo.

Los ocho años de gestión del primer ministro renunciante, puesto que asumió en 2006 con el apoyo de las tropas de ocupación de Estados Unidos, concluyeron con un país sumido en el caos y la violencia por la ofensiva del Estado Islámico (EI), intensificada en los últimos dos meses.

De hecho, Al-Sistani justificó el pedido de que Al-Maliki dimitiera con el argumento de que Iraq necesita una figura política conciliadora capaz de hacer converger en un proyecto nacional incluyente de todos los grupos étnicos y religiosos.

Los extremistas sunnitas del DAESH, acrónimo árabe del EI, criticaron al gobierno de Bagdad de aplicar políticas sectarias y discriminatorias de esa comunidad musulmana para favorecer a los chiitas, mientras los kurdos también tienen antagonismos por causa del control del petróleo.

Según el jefe del bloque Al-Mowatin en la provincia de Karbala, Zuhair Abu Dagga, la formación del nuevo gabinete por Al-Abadi es «el verdadero comienzo para solucionar todas las crisis sufridas por el país».

Entretanto, la aviación estadounidense arreció los bombardeos a hombres del DAESH en la Montaña de Sinjar, donde estaban sitiados miembros de la minoría religiosa Yazidi, al tiempo que extendió las incursiones a Erbil, la capital del Kurdistán, con el pretexto de proteger a su personal militar.

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