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Londres, (Servicios especiales de Vanguardia del Pueblo) El Reino Unido realizó un intenso cabildeo para esconder su implicación en vuelos y cárceles de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para un programa de torturas de supuestos terroristas, denuncia la prensa capitalina.

Un nuevo lote de documentos desclasificados, de acuerdo con el Acta de Libertad de Información, revela que el gobierno británico realizó gestiones para reducir detalles en un reporte senatorial de su participación en el programa Rendition de la CIA.

El embajador británico ante Naciones Unidas, Peter Westmacott, se reunió el 29 de abril y el 2 de mayo de este año con la jefa del Comité de Inteligencia del Senado estadounidense, Diane Feinstein, indicó el dominical The Observer.

Durante las conversaciones se habría abordado, sobre todo, el papel del Reino Unido en el mencionado programa de torturas en los interrogatorios y el traslado de prisioneros por la base militar de San Diego, arrendada por el Pentágono a esta nación.

Estados Unidos admitió que la base de San Diego, en el Océano Indico, fue empleada solo en dos ocasiones para paradas de reabastecimiento de aviones que llevaron a supuestos terroristas secuestrados por la CIA, sin supervisión legal.

Sin embargo, revelaciones sobre las reuniones de Westmacott en al menos 11 ocasiones entre 2012 y 2014 con senadores, en especial, miembros del citado comité, sugieren dudas sobre el verdadero papel de la base en esa práctica, destaca The Observer.

El exsecretario británico de Estado William Hague envió una misiva a la organización de defensa de derechos civiles Reprieve, en la cual admite que el Reino Unido discutió con su país aspectos relacionados con el reporte senatorial, publicado en abril último.

Una confirmación de que Londres conoció o estuvo implicada en el traslado de prisioneros y gestión de cárceles secretas de supuestos terroristas secuestrados por la CIA podría valerle una condena en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

La mencionada entidad ya emitió un veredicto en ese sentido contra Polonia, donde se demostró existieron instalaciones secretas para encerrar furtivamente a personas apresadas por la inteligencia norteamericana, una práctica condenada de manera oficial en Europa.

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