El mercado internacional de bonos, el mismo donde la República Dominicana acude cada vez que hace una de sus emisiones de bonos soberanos en dólares, se encuentra hoy en día en situación convulso, y podrían venir cambios en las tasas de interés y endurecimiento en las condiciones de futuras colocaciones.
La presente crisis tiene a su actor principal en Argentina, que a pesar de los gobiernos peronistas de los esposos Kirchner y sus políticas populistas, bolivarianas y tercermundistas, no ha logrado superado los constantes ciclos de altas y bajas en las resultados de su economía, que se suceden uno tras otro, una vez concluida aquella bonanza que le dio los años posteriores a la segunda guerra mundial.
Resulta que en el año 2001, Argentina, avasallada por los reclamos de los tenedores de sus obligaciones, incumplió sus pagos y entró en cesación, o lo que los mercados denominan por la versión anglosajona, “default”. Como resultado de ese infortunado evento financiero, ese país decidió ofrecer a los mercados internacionales, unos bonos de intercambio, a un valor mucho menor que el que tenían los inversionistas a la fecha a vencidos.
La mayoría de los tenedores en esa ocasión optaron por el intercambio, prefiriendo absorber pérdidas inmediatas, y recibir a cambio una nota o pagaré reestructurado con mejores posibilidades de cumplimento. Sin embargo, varios fondos de inversión, como el caso de Elliot Managemnet y Aurlius Capital, entre otros, decidieron no hacer el canje, y retener las obligaciones originales.
Desde aquella fecha de 2001, los representantes legales de esas empresas poseedoras de los títulos originales vienen litigando en las cortes, en procura de que sus pagarés sean pagados a su valor facial, o sea valor de origen. La insistencia en los tribunales ha sido tan persistente, que recordemos lo sucedido en un puerto de Ghana hace pocos años, cuando por una sentencia de un tribunal internacional se retuvo al buque escuela argentino, Libertad, por unas 10 semanas.
En el 2012, el fondo Elliot obtuvo una sentencia favorable de la corte federal norteamericana en Nueva York, que estableció que cuando Argentina pague los bonos intercambiados, tendría que pagar también a los tenedores de los bonos originales que no aceptaron dicho canje. En junio recién pasado, la corte suprema de los Estados Unidos rechazó la apelación efectuada por la Argentina a dicha sentencia.
Obviamente en estos días y cuando escribimos el presente, Argentina está maniobrando de todas las maneras a su alcance para evadir el cumplimento de la sentencia del tribunal de Nueva York, obligando a los tenedores de bonos a conformarse con las posibles consecuencias.
Y consecuencias habrán, ya que ningún país podría sobrevivir en los mercados internacionales eludiendo cumplimientos de tenedores de bonos norteamericanos o intentando evadir los tribunales de dicho país, ya que el peso y la importancia de Estados Unidos en los mercados internacionales, y la solidaridad de los demás mercados para con este caso, haría la viabilidad de la existencia de futuras emisiones casi imposible.
La existencia de estos fondos, que muchos denominan buitres, por aquello de que viven de los cadáveres (incumplimientos de obligaciones) de otros bonos, también es otra amenaza, ya que su éxito final perjudicará enormemente las posibilidades de futuras restructuraciones de obligaciones para aquellos países sobre endeudados o de participaciones incipientes en los mercados.
Finalmente, a sabiendas que los mercados internacionales reaccionan frente a las crisis y los peligros como los armadillos, mamíferos que se encierran en su propio caparazón, estemos muy atentos a los sucesos de los próximos días entre Argentina y los tenedores de sus obligaciones, por cuanto no solo afectaría el normal desenvolvimiento y flujos de esos mercado, sino porque también las actitudes adoptadas por ellos podrían traernos consecuencias negativas sobre nuestras obligaciones sobernas.