Opinión

A finales de la década de los años 70 la Organización de las Naciones Unidas(ONU) acuñaron el término Sociedad Civil para nombrar a las “Organizaciones No Gubernamentales” (ONG´s) que emprendían acciones para el desarrollo. De esa manera reconociendo la capacidad de la gente, y no solo de sus gobiernos, para asumir sus propios destinos.

Es bueno aclarar que si bien la ONU comenzó a utilizar este término, se le debe la categoría de ONG´s, a diferentes organizaciones que así se llamaron en Sudamérica, para diferenciarse de toda organización estatal o gubernamental.

Según un informe del año 2002 de Naciones Unidas, el número de organizaciones no gubernamentales aumentó 40 veces en el curso del Siglo XX, hasta llegar a más de 37.000 en el año 2000. Hoy su red mundial abarca organizaciones de todo tipo y prácticamente todos los sectores de la vida pública, desde la prestación de crédito a la microempresa y el envío de suministros de socorro de emergencia, corrupción, transparencia hasta el activismo en pro de los derechos humanos y el medio ambiente.

Ahora bien, el concepto sociedad civil en la República Dominicana en estos momentos tiene los significados más disímiles que uno pueda imaginar los mismos van desde grupos de presión, hasta “agentes” al servicio de los intereses de las grandes potencias internacionales (Estados Unidos, Canadá y Unión Europea).

Hay que decir, sin embargo, que estos grupos sociales denominados sociedad civil u Organizaciones no Gubernamentales comienzan a sentirse con más intensidad en el país a principio de la década de los 90” con la participación en el escenario público de Participación Ciudadana,

Siglo XXI, Centro Juan Montalvo, Institucionalidad y Justicia, entre otras.

Sin embargo, la gravitación y el desarrollo de este movimiento social que se define como el conjunto de grupos de ciudadanos que se organizan de manera independiente de los partidos han tenido episodios nefasto los cuales han lacerado la vida material y espiritual del pueblo dominicano.

Para que tengan una idea de lo que estamos planteado, esa sociedad civil bajo el palio de esos intereses internacionales arriba mencionados fueron los que propugnaron y estimularon la aplicación a este país del actual modelo económico y del Código Procesal Penal que tanto dolores de cabeza a causado a este pueblo .

Esa sociedad civil, también fue defensora en nombre del fortalecimiento institucional y modernización del Estado, de las “ reformas” que dieron al traste con la privatización de decenas de empresas estatales que dejaron en la calle a miles de trabajadores.

Pero más aún, ese mismo colectivo que dice representar el “interés general”, es el que se hace de la “vista gorda” ante las exenciones irritantes que cada año se le otorgan al empresariado local en desmedro del gobierno y el Estado dominicano.

Otro fiasco fue el experimentado en el ámbito político cuando en su afán de sacar de competencia a los partidos tradicionales dan a conocer una coalición política denominada “ Moderno”, la cual aglutinó personalidades y profesionales muy calificados de diferentes orientaciones políticas y su resultado fue deprimente.

Pero el colmo de los colmos, amigos lectores, es que esos “campeones” de la participación, la justicia, la corrupción y la institucionalidad local han querido y casi lo logran, junto a sus patrocinadores foráneos, imponerle al país de manera sutil un sistema migratorio cónsono a sus intereses geopolíticos y lacerante a nuestra identidad nacional.

Es larga la lista, pero por razones de espacio no es posible enumerar todas las incidencias que ha tenido esa parte de la “sociedad civil” dominicana durante este transito democrático de más de medio siglo.

Es cierto que la sociedad civil como movimiento social, plural, múltiple y heterogéneo tiene su espacio en la esfera nacional, pero sus actuaciones luego de medirla a través del tiempo presentan un balance más favorable al interés internacional que al local.

Luchemos, pues, por articular una sociedad civil vibrante y dinámica auténticamente dominicana, desprovista de toda manipulación extranjera en donde sus actores y conductores locales sean verdaderos dominicanos y no “ agentes” al servicio del poder extranjero.

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