Economía

Convendría que se produjera un acuerdo entre los sectores patronales y de trabajadores que permita un reajuste salarial compensatorio, capaz de aproximar los rezagados ingresos de la gente al costo real de la vida.

Las propuestas de modificación al código laboral impulsadas por los empresarios han sido recibidas como un intento de borrar logros alcanzados solo en busca de elevar la rentabilidad, sin ninguna significación para la calidad de vida de los empleados.

Sería injusto hacer aun más incómoda la existencia de los asalariados y arriesgarse a que un acuerdo entre las partes caiga en el plano de lo imposible con posiciones inflexibles, nada inteligentes.

Según resume la dirigencia sindical, los empleadores del más alto nivel pretenden:

1) Que los derechos de los trabajadores empiecen a partir de los seis meses, no a los tres como está actualmente.

2) En el área de la construcción el trabajador re contratado solo tenga derechos cada 15 días; lo que significa total ausencia de derechos en esa área, aunque el trabajador acumulara hasta 50 años de labor.

3) La posibilidad de embargo total del salario, si un trabajador comete un acto lesivo a la empresa en algún momento, cuando el código actual establece que debe ser solo el 15 por ciento.

4) Aumentar de 44 a 48 horas y que se pueda experimentar el tema del 4×4: 12 horas corridas en cuatro días y luego otro turno similar. Aquí se borran los domingos, los sábados y feriados, pues todos los días serían iguales; y, además se reduce la nómina porque pocos trabajadores harán el trabajo de muchos.

5) Establecer que se prohíba el uso de las redes sociales en las empresas.

También está fijar pagos de salarios en periodos superiores a los 30 días, en lugar de hacerlo diario, semanal, quincenal, mensual como establece el actual reglamento; poder rebajar el salario si un empleado es movido de puesto y hasta despedir a trabajadoras embarazadas.

La posición del presidente Medina

Tales planteamientos no sólo chocan con las aspiraciones de los trabajadores, sino con las del mismo Presidente de la República, quien ha dicho y reiterado que los salarios son muy bajos, mientras pide un acuerdo para mejorarlos.

«Es que no se puede tener una vida digna ganando 10.000 pesos al menos», respondió Danilo Medina a una pregunta sobre quejas de la gente los altos precios de la canasta familiar, durante un almuerzo con periodistas en el Palacio Nacional.

Su recomendación de que el Gobierno y los empresarios, junto a los dirigentes gremiales, procedan a una «reestructuración» de los salarios como forma de hacer frente al poco poder adquisitivo de la población debería ser bien respondida, no sólo por una cuestión de justicia, sino también por su impacto en el dinamismo económico nacional.

El mandatario ha sido enfático en establecer que el país requiere de que sus empleados y obreros devenguen un mayor salario para así tener mayor capacidad de compra y contribuir con ello a mejorar la economía, pues «En un país donde el 68 por ciento de los empleados gana 10.000 pesos y el 80 por ciento gana 15.000 pesos al mes, no se puede hablar de vida digna y por eso la gente se queja de que hay inflación, pero lo que hay es poco poder adquisitivo; la gente no puede comprar porque no gana para comprar».

Al servicio de la gente, la economía da buenos resultados

Ciertamente, el presidente Medina está demostrando que poner la economía al servicio de las personas no sólo es posible, sino que da buenos resultados, tal como afirmara el Ministro Administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, al hablar de los dos primeros años del actual Gobierno, como orador invitado en un desayuno organizado por la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD).

Lo dicho se verifica en los bolsillos de los 534,139 dominicanos y dominicanas salidos de la pobreza en lo que va de Gobierno, sino también en los miles de micro, pequeños y medianos empresarios beneficiados con financiamientos blandos, asesorías y apoyos diversos, en el sistema financiero que tiene nuevos nichos de negocios donde sólo había miseria, y en general, en las cuentas del gran empresariado que acumula la casi totalidad del crecimiento económico que contabiliza el Banco Central y organismos multilaterales.

El análisis de cada uno de los sectores industrial, agrícola, turístico y de Mipymes, da muestras del dinamismo alcanzado por ellos. En cualquiera de nuestros sectores económicos y encontramos buenas noticias, que deberían llegar a todos los involucrados, y así no tendríamos que hablar de migraciones, ni de creciente informalidad laboral.

La democratización del crédito está dando magníficos resultados en los campos y en las ciudades, generando un auge económico en las comunidades que el empresariado debería tomar como referencia, tal y como sugiere el Presidente Medina.

Los niveles salariales

El mínimo establecido por el Comité Nacional de Salarios para los empleados de empresas grandes, con un capital sobre los RD$4.0 millones, es de RD$11,292.

Para los de compañías medianas, con capital de RD$2.0 millones, fijó el sueldo menor en RD$7,763 y para los trabajadores de empresas pequeñas, que tengan un capital de más de un millón de pesos, la remuneración más baja fue establecida en RD$6,880.
El aumento absoluto aplicado el año pasado para esos niveles fue de RD$1,387 para el mayor, RD$953.00 para el segundo y RD$845 para el tercero.

Jornada agrícola

En el caso de los trabajadores del campo el salario mínimo vigente es de RD$234 diarios por jornada de ocho horas, mientras que para los trabajadores de seguridad el salario mínimo es RD$9,526 mensual.

Cerrar la brecha salarial

Según el Banco Central, República Dominicana tiene junto a México el record de ser los únicos países de la región con niveles y tasas de crecimiento más bajos que los salarios mínimos reales, y los que presentan una mayor resistencia a la disminución en la pobreza. Siendo precisamente países los únicos de América Latina que tienden a realizar aumentos en promedio, sólo indexados por la inflación pasada.

Ese bajo nivel salarial persistente, es el que fortalece la hipótesis de que el principal escollo para una más rápida reducción de la miseria lo constituye el estancamiento de las remuneraciones en la base de la pirámide social.

En una muestra de 17 naciones latinoamericanas, éste fue el único país en los últimos doce años (2000-2012) que registró una tasa de crecimiento anual promedio negativa en el salario mínimo real.

Los datos de la Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo (ENFT) muestran que el crecimiento de la informalidad en el país parece principalmente estar vinculado a decisiones voluntarias de trabajadores, al comparar los bajos ingresos promedio que reciben o bien recibirían en el sector formal, según los diferentes grupos ocupacionales.

A pesar de las objeciones del gremio patronal, las conclusiones siguen siendo que los trabajadores técnicos del nivel medio, empleados de oficina, trabajadores de los servicios, operarios, artesanos, conductores y trabajadores no calificados, devengan en promedio ingresos por hora más elevados en el sector informal que el formal y en la mayoría de los casos trabajan menos horas.

Las autoridades monetarias han señalado además que mientras la productividad aumentó un 82.5% en los últimos 22 años, el ingreso promedio de los trabajadores se mantuvo estancado.

Una muestra del deterioro del poder adquisitivo de los dominicanos es que al finalizar 2013 los salarios mínimos reales para las empresas grandes, medianas y pequeñas resultaron ser inferiores en 8.2%, 36.9% y 44.1% a los niveles vigentes en el año 1979. Asimismo, en el caso de las Zonas Francas resultó ser 51.3% menor y en el Sector Público 58.4% más bajo que hace 34 años.

En tales circunstancias, es improbable que pueda reducirse la pobreza tan aceleradamente como es deseable, a pesar del elevado crecimiento económico registrado por el país en las últimas décadas, superior al promedio de América Latina, que evidentemente se está quedando en muy pocas manos.

Así de claras las cosas, para el gobierno será difícil asumir el papel de mediador en las discusiones, porque sus acciones y propuestas están comprometidas a desarrollar al país de manera integral, lo cual es totalmente imposible cuando la gran mayoría de la fuerza laboral es mantenida en un ambiente de injusta marginalidad económica y social.

De todas maneras, procede volver a la mesa de las negociaciones provistos de la mayor buena fe para que los resultados sean los más convenientes para el presente y el futuro económico del país.

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