Opinión

Gracias a la singular popularidad que goza el actual Papa de la iglesia católica, elegido el 13 de marzo de 2013 en el cónclave que se celebró tras la renuncia de Benedicto XVI, la atención del mundo, incluyendo la de los dominicanos, se ha centrado en la iglesia católica. Jorge Mario Bergoglio, de origen argentino, quien manifestó su voluntad de ser conocido como “Francisco” en honor del santo de Asís, es el primer Papa jesuita y el primero proveniente del hemisferio sur.

Diversas publicaciones mundiales, regionales y nacionales han dedicado innumerables escritos destacando las raíces, las formas de actuar, la celebridad, notoriedad y la bien ganada fama del Papa Francisco. Inclusive este humilde escritor, ha dedicado varios artículos periodísticos exclusivamente al tema del papa y su influencia extendida sobre más de 1,200 millones de creyentes católicos.

Sin embrago, esta aceptación del sumo pontífice católico no es universal. Hay quienes le adversan por oposición política o fanatismo religioso, fundamentada en creencias que niegan la personería del Papa, y los hay también aquellos que eludiendo los compromiso de su conciencia, encuentran más fácil detractar la iglesia, basándose el manejo de sus finanzas, los casos de inconducta clerical y otras razones de este mundo, para evadir creencias comprometedoras con los postulados cristianos.

Recientemente varias revistas de carácter internacional que seguimos, como The Economist, Forbes, Fortune, Time, Foreign Policy, Harvard International Review, entre otras más, han venido presentando diversos análisis muy juiciosos acerca de la estructura jerárquica organizativa y financiera de la iglesia católica, y el papel reformador que el Papa Francisco está ejerciendo en cada uno de estos temas. Gracias a este enorme material, podemos hoy construir las consideraciones que presentamos a continuación.

Como es sabido, la iglesia católica tiene su sede en el Vaticano, territorio soberano de la Santa Sede, pequeño enclave de unas cuarenta y cuatro hectáreas, situado a un costado de la cuidad de Roma, Italia, que tiene una población fija residente de unas 850 personas. Tiene sus propias leyes, cortes judiciales, tiendas, museos, oficinas, residencias, y cuya seguridad está a cargo de unos 110 guardias, mayormente ceremoniales, conocidos como la guardia suiza.

El Papa es el obispo de Roma y por ende, jefe de la iglesia católica. Por lo tanto debe supervisar el Vaticano y la curia que compone la mayor parte de la burocracia eclesiástica. Según cifras divulgadas, el Vaticano genera ingresos anuales por el orden de unos 375 millones de dólares, provenientes la mayor parte de sus museos y las visitas de peregrinaje y de turísticas. Para generar estos valores, se gastan aproximadamente unos 325 millones de dólares, para un excedente cercano a los 50 millones, que a su vez son reinvertidos en remodelaciones y actividades de preservación arquitectónico y de obras de arte, además de suplir el déficit generado por el plan de pensiones de los empleados civiles.

Dos de las fuentes de mayores gastos para el Vaticano son su emisora de radio, Radio Vaticano, que opera con un déficit sobre los 35 millones de dólares y las nunciaturas apostólicas en más de 110 países, que tienen gastos operativos anuales por el orden de los 30 millones de dólares.

Como jefe de la iglesia católica, el Papa encabeza una gran burocracia llamada curia, que ejerce una amplia gama de funciones, influencia y poder, una de cuyos componentes son las congregaciones, cada cual encabezada por un Cardenal. La curia en sí, registra un déficit operacional cercano a los 30 millones de dólares anuales, y representa una fuerza de trabajo consolidado de unos 4800 empleados, incluyendo cerca de dos mil que laboran directamente en el Vaticano.

En términos financieros, la iglesia es altamente descentralizada, donde el Papa solo tiene mandato directo sobre el Vaticano, mas no para los casos de las diócesis, ni las congregaciones, siendo estas últimas unas 296 ordenes religiosas, compuestas por curas, monjas y hermanos.

Existen unas 2,800 diócesis a lo largo del mundo, cada unan encabezada por un obispo o arzobispo, quienes supervisan las parroquias y según estimaciones autorizadas, una red de más de 95,000 escuelas. Cada diócesis lleva sus propias finanzas, son responsables de sus ingresos y gastos, y entre todas, remiten anualmente ayudas económicas a Roma, donde se aprecia que contribuyen con el 5% del total de ingresos del Vaticano.

Toda esta organización supone también una enorme cantidad de desafíos gerenciales, que visto el lastre de las últimas décadas, el Papa Francisco decidió encabezar una serie de reformas en procurar soluciones reales a dichos problemas, que son necesarias para la sostenibilidad en el tiempo de la misma iglesia. Antes, es preciso establecer que su visión es precisamente que los asuntos financieros no son especialidades de la curia, que el dinero no tiene otro propósito que aliviar los sufrimientos de la humanidad, y que “cuando tu corazón se enlaza al dinero, te destruye”.

Bajo el liderazgo del nuevo Papa, numerosos especialistas de las mas nombradas firmas de auditores públicos y consultores empresariales, como la KPMG, Ernst & Young, McKinsey & Co., y Deloitte & Touche, han sido contratados y están asistiendo en la supervisión de las finanzas de los servicios del Vaticano, y sobre todo del Instituto de Obras Religiosas (el banco del Vaticano), institución con activos cercanos a 1,000 millones de dólares y que en varias ocasiones a lo largo de las últimas cinco décadas se ha visto al borde de un abismo financiero.
Otra fuente de desequilibrio financiero de la iglesia es su plan de pensiones, el cual como muchos de los planes de reparto que se establecieron en la Europa post segunda guerra mundial, contempla generosos beneficios, sin identificar las fuentes financieras de donde provendrían el pago de los mismos, indefinición esta que ha resultado en numerosas quiebras técnicas de dichos planes de pensiones. Actualmente el Vaticano garantiza casi 2,000 pensiones otorgadas, en adición de asegurarles a los empleados activos una pensión equivalente al 80% de su último salario.

Además del banco, la emisora de radio y el plan de pensiones, el Vaticano es dueño de un sin número de inmuebles, la mayoría de los cuales están en Roma y están alquilados al clero a tarifas subsidiadas, o muy por debajo del valor de mercado. Esto también representa un gran desafío financiero, puesto que los presupuestos de mantenimiento y reparación de dichos inmuebles exceden por mucho los ingresos recibidos.

Como se podrá observar, el Papa Francisco no es solo una gran figura humanística, caracterizada por su humildad, frugalidad y compromiso con los más necesitados, sino que se está revelando como un gran líder organizacional, dispuesto a introducir todas las reformas gerenciales requeridas para que las finanzas eclesiásticas sean sostenibles en el tiempo, se liberen de escándalos y de las tentaciones que crea el dinero. Confiemos en que los dotes personales que le adornan, y la fe invencible que le caracteriza, sean sus pilares en estos procesos de reformas que tienen por objeto introducir eficiencia, racionalidad y controles, y con ello lograr una sana sostenibilidad, de manera que los problemas de esta tierra no sean óbices para el crecimiento de la fe y la esperanzas de un mundo mejor.

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