En sus 48.442 kilómetros cuadrados, la República Dominicana atesora importantes riquezas naturales, son los recursos disponibles para el progreso económico de los dominicanos. Nadie niega la exuberante belleza tropical de esta isla; mientras que, no tan a la vista, otras riquezas se suman al patrimonio natural: oro, plata, ferroníquel, bauxita, mármol, larimar, ámbar, sal y yeso, entre otros.
Ambas actividades productivas constituyen el mayor potencial de desarrollo económico de República Dominicana y, tanto como pasa con la agricultura o la industria, su explotación y desarrollo debe contar con un sistema serio y estricto de medidas que garanticen el desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente.
Según Octavio López, consultor en desarrollo de proyectos y gestor ambiental, el concepto de sectores productivos como coadyuvantes del desarrollo sostenible de un país es un tema que ha creado muchas confusiones porque se ha querido pensar que uno es antagónico del otro. “De acuerdo a lo que son los conceptos de economía ambiental y desarrollo sostenible, hay que partir del principio de que hay que potenciar todas las opciones de desarrollo que tiene un país”.
No puede haber turismo sin minería, dice López. “En casi su totalidad, los hoteles donde se alojan los turistas, viene suplido por la industria minera. Todo el cemento, los bloques de construcción, el acero, las lozas sanitarias, los pisos ya sea de cerámica, granito o de mármol, las tuberías, sea de acero, de bronce o de PBC. Toda la parte eléctrica y de comunicación viene de la industria minera”.
Lo mismo pasa con la agricultura, argumenta. “No pudiera haber agricultura sin minería. Aun en la época primitiva, cuando el hombre usaba piedras para hacer trabajos, el hecho de seleccionar una piedra con las características especificas ya eso era una labor minera”.
“La industria minera ha sido el motor del desarrollo de la humanidad. Si no hubiese existido el carbón como mineral no se hubiera podido desarrollar la máquina de vapor, que fue lo que provocó la revolución industrial y que permitió que se desarrollara una explotación intensiva de las materias primas”.
Todos los sectores productivos tienen el mismo deber, el mismo compromiso de actuar con responsabilidad frente al medio ambiente. Para que exista desarrollo sostenible hay que potencializar todas las opciones de desarrollo que hay en un país, señala López.
En República Dominicana, dice, hay ejemplos que demuestran fehacientemente que la minería puede actuar con responsabilidad, “en términos de hacer operaciones cuyo impacto significativo tengan la medida de mitigación y de monitoreo sin ningún problema. Yo pongo como ejemplo y lo hago con toda la responsabilidad, La Falcón que es un ejemplo de una minería de alta responsabilidad ambiental y comunitaria. La Falcón está certificada por la norma ISO 1400-1 y son notas de calidad ambiental. Fue la primera empresa productora de níquel del mundo que lo logró y fue en este país. Tiene 44 años trabando aquí haciéndolo bien”.
Así mismo, López considera que la Barrick Gold ha hecho grandes aportes a la economía dominicana. “En el 2009, de una inversión de 900 millones de dólares en construcción, 300 millones de dólares correspondieron a facturaciones locales. Y 300 millones de dólares en un país como este impactan, y más en una región tan deprimida como es y como estaba el área de Cotuí”.
López recuerda que la minería no es generadora directa de empleo, pero sí es generadora de buena paga a la mano de obra. Esto porque se usa intensivamente la tecnología. Aunque sí es.
generadora de servicios colaterales. “De cada dólar que se genera en la industria minera se generan de uno a tres dólares en demanda de servicios colaterales”.
Expertos aseguran que aunque la explotación minera se viene practicando constantemente durante décadas en el país, está todavía ha sido limitada. Esto implica que existe un gran potencial de riquezas a partir de la minería.
Desde el punto de vista de las políticas públicas, se espera que para una adecuada explotación minera se tome en cuenta la necesidad de fortalecer el orden institucional, una mejor regulación y aplicación de regulaciones ambientales, el involucramiento de la sociedad civil, y reglas para uso de recursos que recibe el gobierno de las concesiones mineras.
Entre los efectos que pueden generar la minería al medio ambiente se encuentran las consecuencias negativas sobre la biodiversidad, impacto sobre fuentes de agua, infiltraciones al subsuelo, ruido y vibraciones y emisión de partículas que afectan la calidad del aire.
No obstante, es posible practicar una minería sostenible mediante la aplicación de estándares internacionales, un manejo racional de los recursos naturales y el cumplimiento de las leyes y normas nacionales. Por igual, implementando prácticas para una actividad minera comprometida con el desarrollo de las comunidades y el medio natural es posible mitigar el impacto de esta actividad sobre el medio ambiente.