Motivado por un artiiculo recién publicado en una de las revistas de negocios norteamericana de mayor prestigio acerca de una programa de visas para extranjeros poder ingresar a Estados Unidos de Norteamérica, y que eventualmente conduce a la tarjeta verde de residencia, y hasta a la misma ciudadanía, hemos investigado un programa muy poco divulgado del Servicio de Inmigración y Ciudadanía de EE. UU. (USCIS), denominado EB-5.
Este programa, creado mediante ley del congreso norteamericano del 1990, persigue estimular la economía de ese país mediante la creación de empleos e inversiones de capital de extranjeros. Este discreto mecanismo para la obtención de una visa de ingreso y posterior residencia, ha tomado mucho más vigencia a raíz de la crisis económica que sacudió a los mercados en el 2008. Para ello se requiere de que el solicitante invierta al menos US$ 500 mil si el proyecto está en una zona rural o de una alta tasa de desempleo, y de US$ 1 millón en otras inversiones calificables.
Las regulaciones para el otorgamiento de estas visas permiten que la inversión sea realizada mediante la inversión individual, una sociedad entre socios, una empresa tenedora, una corporación un fideicomiso comercial u otra entidad que sea pública o privada. La defunción antes citada no incluye actividades no comerciales tales como poseer u operar una residencia personal. La inversión debe realizarse en efectivo, equipos, inventarios u otros activos tangibles, y dicho capital no puede surgir de un préstamo, crédito u otra fuente de un tercero.
Siendo uno de sus propósitos la creación de empleos, una inversión bajo este programa debe crear al menos 10 empleos de tiempo completo para trabajadores norteamericanos dentro de los subsiguientes dos años de admisión del inversionista beneficiado dentro del programa, bajo una condición de residente provisional. Esta regla tiene interpretaciones que bajo ciertas circunstancias también permite la creación de empleos indirectos.
Otra peculiaridad poca conocida es que también permite que las inversiones sean realizadas en negocios que tienen un mínimo de dos años operando, pero que enfrentan perdidas en sus últimos años de operaciones y que han perdido al menos el 20 por ciento del capital previo de sus pérdidas.
El programa EB-5 ha creado a su alrededor toda una industria de promotores, consultores, buscones, gestores, etc., que han logrado que la interpretación y puesto en vigor del mismo sea fuente de riquezas, y por qué no, de múltiples abusos y fracasos. Contrario al modelo Canadiense, donde la inversión es realizada en títulos del gobierno federal, el modelo norteamericano, al requerir inversiones en el tiempo y en negocios por desarrollarse, se expone a la creación ingeniosa de proyectos “fantasmas”, muchas veces inclusive engañando a inversionistas que tenían las expectativas de que mediante su inversión, lograrían acreditación EB-5. Como la mayoría de esos inversionistas son extranjeros, no hay mucha documentación de campañas sistemáticas y persistentes de persecución legal contra esos defraudadores.
Según investigación recién realizada, más de un 80 por ciento de los solicitantes actuales de este programa provienen de la China, país donde se realizan anualmente múltiples ferias de promoción de proyectos con la finalidad de atraer inversionistas, siempre bajo la premisa de que el objetivo es iniciar el camino de la ciudadanía, comenzado por el programa EB-5.
Pero no quisiéramos que estas revelaciones despierten fértiles mentes, que bajo el precedente de este programa y otros similares que tienen varios países, comiencen por inventar un homologo criollo. Informes del Departamento de Seguridad Patria (Homeland Security) del 2013, concluyeron que el gobierno de EE.UU. no puede mostrar que el programa haya contribuido a mejorar la economía de ese país o creado empleos en una cuantía significativa. Otros trabajos, esta vez encomendados a instituciones privadas, difieren del diagnóstico anterior, y más bien afirman que ha promovido inversiones por más de US$ 3 millardos, y contribuido a crear más de 40 mil empleos. Es cuestión de quien hace el estudio, el gobierno o privados.
Finalmente, a todos los abogados y expertos en procurarle visas para un sueño al dominicano, le incitamos a que se familiaricen más con el programa EB-5, el cual de seguro, pronto entrará en su cartera de oportunidades, y el cual, podría ser la respuesta para aquellos con suficientes medios, pero menos fe en el porvenir de la patria.