Habiendo sido declarado por el gobierno nacional el 2014 como el año de la erradicación del analfabetismo, se han hecho más notorios los esfuerzos por mejorar los niveles de calidad de nuestra educción. El propio gobierno, que ha tenido el merito de asignar a la educación hasta un 4% del PIB, continuó con un vigoroso programa de construcción de facilidades físicas, consistentes en escuelas, aulas y mejoras a la infraestructura existente, con miras a aumentar la capacidad para recibir alumnos, transformar y crear planteles donde se imparta la docencia extendida, y hacer espacios para más y mejores maestros.
El esfuerzo público se ve acompañando también de esfuerzos privados e internacionales. En el caso internacional, se destaca la contribución investigativa del Banco Mundial, cuyos estudios revelan que sobre todo los factores, y sin restarle importancia a ninguno de los demás, la calidad educativa dependerá de la calidad y consagración del profesor. Al reconocer que las habilidades y conocimiento que los niños y jóvenes adquieren a través del aprendizaje son básicos para ayudarles a superar la pobreza, se establece con claridad que los maestros son el factor preponderante en ese proceso de aprendizaje.
Por ello, y en consonancia con un esfuerzo para obtener mejores resultados en la obtención de sólidos conocimientos que le sean útiles en la vida adulta, el Banco Mundial inicio un programa denominado SABER, “Sistema Nacional de Evaluación de la Calidad de la Educación”. Se trata de una plataforma para asistir a las autoridades públicas de educación en la evaluación de la efectividad de las políticas educativas, e identificar variables que serian de ayuda en dicho proceso.
Otra herramienta que ha desarrollado el Banco Mundial, es la llamada STEP, “Habilidades para el Empleo y la Productividad”. Mediante este sistema, se trata de contribuir a abordar el tema del desajuste de destrezas y brecha de habilidades para el trabajo adulto, contribuyendo así a la formación de un recurso humano más apto para el trabajo.
El pobre desempeño mostrado por nuestro país, y muchos otros en nuestra región Centroamericana y Caribeña, está evidenciando al comparar nuestros niveles de resultados con aquellos de países asiáticos, o los pertenecientes a la OECD. Mientras que un 44% de los adultos en el subcontinente asiático alcanzaron graduarse de bachilleres, en términos generales, apenas un 18% de los latinos alcanzan este objetivo.
Es por ello, entre muchas otras razones, que los estudios y mecanismos de evaluación antes citados son vitales, ya que su implementación, siempre de la mano de profesores de vocación y debidamente adiestrados, asistirían de manera notable en la reducción de las inequidades y mejora de los resultados individuales de nuestros estudiantes.
Otro de los esfuerzos notables a destacar son los que lleva a cabo la acción conjunto de la Cámara Americana de Comercio (AMCHAM), y la Embajada de los Estados Unidos, por vía de su dependencia, la USAID.
Estas dos entidades, en alianza estratégica con numerosas entidades del sector privado, llevan a cabo una actividad denominada “Programa de Educación Básica”, el cual tiene como objetivo anunciado la mejora en la calidad de la educación básica. En dicho programa participan más de 150 escuelas, con un universo de estudiantes que supera los 30 mil alumnos, y casi 2 mil profesores. Con una inversión de US$ 20 millones, cercanos a los 900 millones de pesos, se han logrado mejoras en infraestructura, dotación de equipos y entrenamiento docente.
Aunque se está a la espera del resultado de la evaluación final de la efectividad de este programa, su existencia y propósitos evidencia el compromiso de un sector importante del quehacer empresarial y diplomático de contribuir con el esfuerzo nacional para que nuestros niños y jóvenes alcancen mejores niveles de vida por medio de la educación. La evaluación inicial de este Programa, recién presentado por el Centro de Investigación y Desarrollo Humano del la PUCMM mostró que los resultados logrados están cónsonos con el esfuerzo de alcanzar el objetivo de reducir el analfabetismo, mejorar la lectura comprensiva y expresiva, entre otros.
Cabe destacar también la labor de EDUCA, “Acción para la Educación Básica”, nacida del seno del Grupo APEC, quienes en los últimos 25 años han venido desplegando diversas iniciativas de diagnostico, recomendaciones, y acciones directas, en pro de la mejoría de la calidad de la educación primaria.
Su más reciente iniciativa es la celebración en noviembre próximo la decima octava edición del Congreso Internacional de Educación Aprendo, encuentro de más de 1,000 educadores y tomadores de decisión del sector público y privado, que habrán de fijar su atención sobre la problemática actual de las relaciones entre la educación y el mercado de trabajo. Este evento se reviste de mayor importancia cuando apreciamos que en nuestro país existen alrededor de 500 mil de los denominados Sin–Sin, o sea 500,000 jóvenes sin oportunidades y sin las competencias necesarias para conseguir un empleo de calidad.
Alcanzar la meta a que aspiramos de tener al menos la mitad de la población egresados de la educación secundaria, capaces de afrontar los desafíos que las innovaciones y la globalización en el cambiante mercado laboral impone, es tal vez el más grande de los desafíos que nos podemos plantear. Afortunadamente en ese espinoso y muy difícil camino, la nación está encontrando manos solidarias e instituciones comprometidas con ese propósito, cuyos esfuerzos contribuyen de manera notable en la carrera por alcanzar la meta.