En vísperas de cumplir cien años, doña Carmen Quidiello de Bosch ha sido homenajeada este martes al designarse con su nombre una escuela de Educación Básica del sector Nuevo Amanecer, municipio Santo Domingo Este, en la provincia Santo Domingo.
Ese reconocimiento, aunque aprobado por el Ministerio de Educación, fue una propuesta de la comunidad, de las instituciones de la zona, del distrito escolar y la dirección regional educativa correspondientes; sin duda, una gran muestra de cariño y admiración popular hacia esta mujer de fructífera vida de entrega a las mejores causas.
Con la presencia del presidente Danilo Medina, autoridades locales y nacionales, y la comunidad docente y estudiantil, el ministro de Educación, Carlos Amarante Baret, así como los demás oradores en el acto, destacaron los aportes de doña Carmen en el ámbito de la cultura y en las luchas democráticas y patrióticas del pueblo dominicano, siempre junto a su compañero de vida, de batallas: Juan Bosch.
Nacida en Santiago de Cuba, el 29 de abril de 1915, pasó parte de su infancia en el colegio de las Teresianas, en Barcelona, España. Realizó sus estudios secundarios en su ciudad natal. Se graduó de Secretariado en Bussines Administration School de Kingston, Jamaica; en la Universidad de La Habana estudió Ciencias Sociales y Filosofía y Letras, así como un postgrado en Derecho Diplomático.
Entre las ocupaciones desempeñadas en su vida figuran las de profesora de inglés en escuelas públicas de Cuba, donde fue productora de un programa radial titulado Figuras en su Marco, y asistente del Servicio Cultural de la Fundación Rockefeller, en la ciudad de Nueva York.
Poeta, dramaturga, ensayista y gestora cultural; ha publicado tres libros de teatro, dos de poesía y prosa poético-filosófica, y se han editado dos volúmenes con la compilación de sus artículos aparecidos en la revista ¡Ahora! y en el periódico El Nacional: Reloj de Sol y En suma para la convivencia. Aun quedan inéditos muchos trabajos suyos. Fundó y dirigió, en 1972, la Sociedad Cultural Auditorium, con la colaboración de Marianne de Tolentino. Editaba la Gaceta Literaria, en el Listín Diario.
Con la excepción de su permanencia en Chile, doña Carmen siempre acompañó a don Juan en sus exilios: Cuba, Costa Rica y Venezuela; aunque enfrentó las dictaduras americanas, tres tiranos, de manera especial, lo persiguieron: Trujillo, Batista y Somoza.
Además de estar junto a él en sus destierros, en las cercanías y en las distancias, consustanció su vida, sus desvelos y la medula del ser, a los suyos. Así describió ella su determinación: “Conocerlo fue todo y a un tiempo adscribirme a su destino”.
Es lo que expresan estas reflexiones de Matías Bosch:
“¿Qué fuerza si no el amor pudo hacer de una cubana santiaguera, la compañera de pasiones, luchas y resistencias de Juan Bosch y del pueblo dominicano en la defensa de su dignidad? ¿Qué energía y qué refugio sino aquella nación inexpugnable al odio y la ambición, pudo más que los destierros, las persecuciones, las calumnias, las traiciones, los abandonos?”.
En alguna medida, este reconocimiento del sector Nuevo Amanecer constituye el primero de los que el pueblo habrá de rendirle en su centenario, en abril de 2015, a ella, a la heroína, “A Carmen, en cuya sonrisa se hospedaron la dulzura y la luz de la isla fascinante”, según expresó Bosch en la dedicatoria del libro Cuba, la isla fascinante.
Finalmente, deseo compartir con los lectores de Hoy, el poema de mi autoría, que leí en el acto del martes pasado:
CARMEN QUIDIELLO DE BOSCH
Si de pronto nos llegan la sonrisa,
de la primavera,
y su feria de pájaros;
si las banderas,
se elevan como nobles naves espaciales,
que anuncian el surco generoso, su ira de rocío,
se acerca entonces,
la necesaria cosecha de sueños, el pan y la victoria.
Solo se asienta en su morada de caminos,
el hombre verdadero, como trigo;
es decir, Juan.
Vida clandestina,
como secreta raíz,
que se convierte en amapola.
Cuando los parques, lugares
para mitigar la angustia, el desencanto,
se vuelvan jardines adolescentes,
y los niños emigren como las aves
y la lluvia sobre los pinos,
en busca de la luz,
se habrán muerto de óxido y herrumbre las cizañas, las mezquindades.
Descubriremos una vez, y otra vez,
la galopante grandeza de los humildes,
la pequeñez de los engreídos;
que hay tiempo para la guerra,
para la paz,
y tiempo, mejor tiempo, de cosechar
sus ternuras y hasta crepúsculos;
compañera,
compañera del alba.